lunes, 30 de mayo de 2011

SENTENCIA URQUIZA 94 (PRIMERA PARTE)

En la ciudad de San Francisco, departamento San Justo, Provincia de Córdoba, a los treinta días del mes de mayo del año dos mil once, después de cerrado el debate el dieciséis de mayo pasado, en esta causa caratulada "BERTOTTI, Alejandro Alberto y otro p.ss.aa. homicidio calificado por el vínculo, alevosía, pago de precio y concurso de dos personas, en concurso ideal, y aborto, en concurso real, etc." (Causa "B", nº 12-38/2009-2010, Sec. n° 1), -y al cual asistieron el señor Fiscal de Cámara Dr. Víctor Hugo Pezzano, el Sr. Fiscal de Instrucción Dr. Bernardo Alberione, el apoderado de los querellantes particulares (Víctor Juan Vercesi y Rita Zulema Ércole) Dr. Felipe Trucco, el imputado Alejandro Alberto Bertotti y su defensor Dr. Marcelo Brito, y el imputado Leonardo Andrés Forti y sus defensores Dres. Mario R. Ruiz y Sergio O. Corón Montiel-, la Excma. Cámara en lo Criminal, integrada por los señores Jueces de Cámara Dres. Hugo Roberto Ferrero –actuando como Presidente-, Claudio Marcelo Requena y Mario Miguel Comes, y por los Jurados Populares Titulares Roxana Sandra Albarracín, María José Costamagna, Alba Natalia Leyva, Claudia María Segatti, Oscar Alejandro Pastorizo, Ezequiel Alejandro Suárez, Atilio José Manías y Marcelo Fernando Barello, procedió a leer la parte dispositiva de la resolución recaída en la causa. En la fecha, siendo día y hora fijada para la lectura integral de la sentencia, la Excma. Cámara en lo Criminal, integrada en la forma supra mencionada, procede a cumplimentar lo dispuesto en el art. 409, segunda parte del CPP, o sea la lectura pública de los fundamentos de la sentencia dictada en esta causa seguida contra Alejandro Alberto BERTOTTI, alias “Ale”, DNI nº 23.577.552, argentino, de treinta y siete años de edad, viudo, nacido en esta ciudad el veintisiete de octubre de mil novecientos setenta y tres, con estudios universitarios, de profesión kinesiólogo, con último domicilio en calle Urquiza nº 94 de esta ciudad de San Francisco, hijo de Roberto Horacio Bertotti (v) y Neli Norma Michell (v), prontuario nº 24.235, Secc. S.P.; y Leonardo Andrés FORTI, alias “Leo”, DNI nº 34.965.216, de veintiún años de edad, argentino, soltero, albañil, instruido, con estudios secundarios incompletos, nacido en esta ciudad el diecisiete de febrero de mil  novecientos noventa, domiciliado en calle Río II n° 841 del Barrio Roque Sáenz Peña de esta ciudad, hijo de Carlos Luis Forti (v) y Susana Rita Suárez (v),  prontuario nº 40.761, Secc. I.G.
     Acto seguido, el Tribunal se planteó las siguientes cuestiones a resolver:
     PRIMERA: ¿Qué debe resolverse sobre el planteo formulado en la discusión final por el defensor del imputado Bertotti, Dr. Marcelo Brito, con adhesión de los defensores del coimputado Forti, Dres. Mario Ruiz y Sergio Corón Montiel, de que se excluya como prueba válida del proceso la primera declaración del imputado Leonardo Andrés Forti, y todo lo obtenido a partir de su incorporación a la causa? 
     SEGUNDA: ¿Los hechos materiales existieron, y son los imputados sus autores responsables?      
TERCERA: ¿Qué calificación legal corresponde?
CUARTA: ¿Cuál es la pena aplicable; procede la imposición de costas?
     Realizada la deliberación acerca de las cuestiones propuestas, los señores Jueces de Cámara, Dres. Claudio Marcelo Requena y Mario Miguel Comes, procedieron a votar todas las cuestiones, de conformidad a lo establecido por los arts. 41 y 44 de la ley 9182. Los Jurados Populares Titulares Roxana Sandra Albarracín, María José Costamagna, Alba Natalia Leyva, Claudia María Segatti, Oscar Alejandro Pastorizo, Ezequiel Alejandro Suárez, Atilio José Manías y Marcelo Fernando Barullo, votaron exclusivamente la segunda cuestión, de acuerdo a lo previsto por el art. 44 primer párrafo de la ley 9182. En cambio, el Sr. Presidente del Tribunal, Dr. Hugo Roberto Ferrero, al producirse un empate en la votación de la segunda cuestión, circunscripto exclusivamente a la situación de Leonardo Andrés Forti respecto al hecho en perjuicio de Natalia Vercesi y su hija por nacer, al votar un Juez técnico y cuatro Jurados Populares por la condena de Forti, y, por otro lado, al votar el otro Juez técnico y cuatro Jurados Populares restantes por su absolución, debió también votar (art. 29, ley cit.), inclinándose por la condena de Forti también en este hecho.
En la deliberación se estableció que el orden de los votos para decidir la primera, tercera y cuarta cuestión, sería el siguiente: 1°) Dr. Claudio Marcelo Requena, 2°) Dr. Hugo Roberto Ferrero y 3°) Dr. Mario Miguel Comes. A su vez, el orden de los votos para decidir la segunda cuestión, se estableció así: 1°) Dr. Claudio Marcelo Requena; 2º) Oscar Alejandro Pastorizo; 3º) Ezequiel Alejandro Suárez; 4º) Atilio José Manías; 5º) Marcelo Fernando Barello; 6°) Dr. Mario Miguel Comes; 7º) Roxana Sandra Albarracín; 8º) María José Costamagna; 9º) Alba Natalia Leyva; 10º) Claudia María Segatti y 11°) Dr. Hugo Roberto Ferrero.
A LA PRIMERA CUESTION PLANTEADA, EL SR. VOCAL DR. CLAUDIO M. REQUENA, DIJO:
     El defensor del imputado Alejandro Alberto Bertotti, Dr. Marcelo Brito -con adhesión de los defensores del restante imputado, Dres. Mario Ruiz y Sergio Corón Montiel-, durante la discusión final, pidió que se aplique la regla de exclusión probatoria respecto de la primera declaración prestada por el coimputado Leonardo Andrés Forti, y de todo lo obtenido a partir de la incorporación de la misma a la causa, en virtud de sostener que fue receptada de manera ilegal, pues Forti se habría hallado bajo los efectos de las drogas y el Fiscal de Instrucción lo habría interrogado previamente sin la presencia de defensor, información que luego habría volcado en la intimación que hizo en el acta de la indagatoria, entre otras irregularidades que dijo se cometieron.   
     La regla de exclusión probatoria, originada en el derecho anglosajón, fue incluida en la legislación de nuestra provincia en el año 1987, al sancionarse la nueva Constitución de Córdoba, en su art. 41, que reza: "Los actos que vulneren garantías reconocidas por esta Constitución carecen de toda eficacia probatoria. La ineficacia se extiende a todas aquellas pruebas que, con arreglo a las circunstancias del caso, no hubiesen podido ser obtenidas sin su violación y fueran consecuencia necesaria de ella".    
     Lo mismo hizo el nuevo Código Procesal Penal de Córdoba de 1991, en su art. 194, con redacción similar: "Carecen de toda eficacia probatoria los actos que vulneren garantías constitucionales. La ineficacia se extiende a todas aquellas pruebas que, con arreglo a las circunstancias del caso, no hubieren podido ser obtenidas sin su violación y fueran consecuencia necesaria de ella".
     Pero para saber si se está realmente en presencia de un "fruto" del "árbol envenenado", como también se la conoce a esta doctrina, el juez debe realizar un doble juicio de derivación.
Así, en primer lugar deberá consultar las circunstancias del caso, a fin de determinar si, suprimido mentalmente el acto viciado, desaparece la prueba en cuestión. Y, en segundo término, averiguar si existe otra vía legítima que permita arribar al mismo resultado, esto es, sin mengua de garantía constitucional alguna (TSJ, Sala Penal, "Rodríguez", S. nº 6, 12/3/04).
     Lo apuntado en último término lleva ínsito el rechazo del presente planteo, pues aún si anulásemos la primera declaración de Forti (fs. 146/149), por las razones apuntadas por el Dr. Brito (que fueron rechazadas de plano por el Sr. Fiscal de Cámara, para quien Forti gozó de asistencia legal desde el primer momento), mantendrían su vigencia las demás declaraciones que hizo Forti durante la instrucción y en el juicio, siempre dirigidas en un mismo sentido y siempre siendo asistido por los mismos abogados defensores, Dres. Corón Montiel y Ruiz, y cuyo tenor fue sintetizado por el propio Forti así: "Entré, lo golpeé a él (Alejandro Alberto Bertotti) y a la chica (Natalia Vercesi), agarré la plata  y  me fui. Eso es todo".
En el mismo sentido, el Tribunal Superior de Justicia  ha señalado que pierde virtualidad el planteo formulado por la defensa si el propio imputado reconoce en debate el punto discutido (TSJ, Sala Penal, “Góngora”, S. nº 86, 22/4/09); que es lo que ha sucedido en autos.
     A su vez, es bastamente conocida la jurisprudencia del Alto Cuerpo, según la cual no existe la nulidad por la nulidad misma (TSJ, Sala Penal, “Sicot”, S. nº 206, 13/8/08 –entre muchas otros-).
No resultando tampoco ocioso recordar que la Corte Suprema de Justicia de la Nación aún en casos que se denuncian nulidades absolutas, sostiene que la nulidad procesal requiere un perjuicio concreto para alguna de las partes, porque cuando se adopta en el sólo interés del formal cumplimiento de la ley, importa un manifiesto exceso ritual no compatible con el buen servicio de justicia (Fallos 295:961, 298:1413, 311:2337, entre muchos otros).
     En el caso, el Dr. Brito dijo que le preocupa el llamado en codelincuencia que hace Forti de su defendido Bertotti en dicha declaración. Pero si ése era realmente su agravio, debió oponerse -y no lo hizo- a la incorporación por su lectura al debate de dicha declaración, lo que tuvo lugar el primer día del juicio. Al no haber actuado así, demorando su planteo hasta la discusión final, ha contravenido la doctrina de los propios actos, lo que conlleva como sanción el rechazo de su petición. Así lo tiene dicho el Tribunal Superior de Justicia: Si el defensor se agravia de la incorporación por lectura de prueba testimonial y de que un condenado (sin juramento) haya prestado testimonio, debió oponerse a la incorporación de dicha prueba al debate, y al no haber actuado así, la aplicación de la doctrina de los propios actos obliga al rechazo del recurso de casación interpuesto (TSJ, Sala Penal, “Fernández”, S. nº 21, 4/4/06, Zeus 205, 11/7/06, p. 35; LLC, 2006-1065; AJ-Penal 72, ago. 2006, p. 4723 y Foro 107, 2006, p. 190).
Por todas esas razones corresponde rechazar el planteo formulado por el Dr. Brito, con adhesión de los restantes defensores.
A LA PRIMERA CUESTION PLANTEADA, LOS SRES. VOCALES DRES. HUGO ROBERTO FERRERO Y MARIO MIGUEL COMES DIJERON:
     Adherimos a las conclusiones a las que arriba el Sr. Vocal Dr. Claudio Requena, votando en idéntico sentido.
A LA SEGUNDA CUESTION PLANTEADA, EL SR. VOCAL DR. CLAUDIO M. REQUENA, DIJO:  
     I) LA ACUSACION
     Alejandro Alberto Bertotti y Leonardo Andrés Forti vienen acusados de la comisión de los siguientes ilícitos:  
     a) Requisitoria fiscal de fs. 1280/1284:
     "Que con fecha siete de Junio de dos mil ocho, entre las seis y las seis y treinta horas aproximadamente, en circunstancias en que Marcos Emanuel Cuello, se encontraba en el interior del comercio denominado Pancholandia, sito en Juan B. Justo Nº 184 de esta ciudad de San Francisco (Córdoba), el prevenido Leonardo Andrés Forti, previo agredir a personas que se encontraban en el mencionado local mantiene un intercambio de palabras con Marcos Emanuel Cuello; acto seguido ambos se dirigen a la vereda, donde a una distancia de tres metros aproximadamente del damnificado,  el imputado Leonardo Forti procede a sacar de su cintura un arma de fuego presumiblemente revolver o pistola calibre 32 , y apuntándole a las piernas con la intención de dañarlo, le efectúa un disparo a la altura del pie izquierdo, dañándole el pantalón, pero sin provocarle lesión alguna. Inmediatamente Marcos Emanuel Cuello, ingresa nuevamente al interior del local comercial Pancholandia y se sienta en una banqueta, seguido por el incoado Leonardo Andrés Forti, quien, con la intención de producirle un daño en el cuerpo, procede a efectuarle otro disparo con la misma arma de fuego, apuntándole entre el pecho y el estómago, a una distancia estimativa de un metro, la que impacta en el cuerpo de la víctima, específicamente en la mano derecha y en la pierna derecha. Ocasionándole herida con proyectil de arma de fuego en mano derecha con orificio de entrada y salida y otro orificio de entrada en muslo derecho cara antero interna tercio medio".
     b) Auto de elevación a juicio de fs. 1086/1112:
     "Con fecha ocho de julio de dos mil nueve, siendo aproximadamente las dieciocho horas con cincuenta minutos, Alejandro Alberto Bertotti, ingresó a su domicilio sito en calle Urquiza N° 94 de esta ciudad de San Francisco, donde convivía con su esposa Natalia Vercesi, haciéndolo a bordo de su automóvil marca Volkswagen Bora, de color azul oscuro, dominio GFU-418, llevando oculto en el interior del mismo, en la parte trasera de dicho rodado que posee vidrios polarizados, a Leonardo Andrés Forti, a quien contrató previamente para que le ayudase a dar muerte a su esposa Natalia Vercesi, la cual se encontraba embarazada de aproximadamente veintiocho semanas, ofreciéndole para ello un pago en dinero que oscilaría aproximadamente entre los cinco y diez mil pesos. Una vez ya en el interior del domicilio, y una vez que hubo cerrado el portón del garaje de la vivienda y apagado la luz de dicha dependencia, y en cumplimiento de lo pactado, Bertotti hace que Leonardo Forti, se quede oculto en el lugar, hasta recibir una seña para comenzar a ejecutar el plan. Un primer intento por hacer bajar a Forti del auto, se truncó por haber sonado el teléfono fijo del domicilio de Bertotti. En esos momentos Alejandro Bertotti, le pide a su esposa Natalia, que se traslade hacia el living de la vivienda, para que observase algo por la ventana del frente del domicilio, la cual posee una celosía que permite visión hacia el exterior, con el propósito de colocarla de espaldas al lugar por donde ingresaría Forti, y para que no advirtiera su presencia. Una vez que hubo logrado esto, Bertotti, le hace señas a Forti, para que bajase del automóvil y comience a desplegar el accionar previamente acordado, por lo que Forti, muñido de un elemento contundente, presumiblemente un hierro, que había llevado al efecto, golpea primero a Bertotti en el rostro, haciendo luego lo propio con Natalia Vercesi, a la cual sorprende totalmente indefensa. Que tras esto, y habiendo caído Natalia al suelo como consecuencia del golpe propinado en su contra, Bertotti y Forti, muñidos de armas blancas de mucho filo, comenzaron a lesionar a Natalia Vercesi, con intención de causar su muerte, provocándole heridas en distintas partes del cuerpo, y habiéndose trabado en lucha con Natalia, quien ofreció una tenaz resistencia, trasladándose la lucha a distintas dependencias de la vivienda, living, comedor, y cocina, lugar éste último donde Natalia Vercesi cae finalmente, habiéndose causado su muerte por las múltiples heridas de que fue víctima, constatándose asimismo la muerte del feto que llevaba Natalia en su vientre y la que también se produjo de manera intencional, no habiendo podido sobrevivir. Estas lesiones según rezan las conclusiones del informe de autopsia consistieron en veinticuatro lesiones cortantes distribuidas de la siguiente manera: 1) dos lesiones de poca importancia en el rostro; 2) tres lesiones en el cuello de las cuales las dos anteriores por sí solas, pudieron ocasionar la muerte; 3) doce lesiones en tronco de las cuales siete eran penetrantes y lesionaron pulmón derecho, pericardio, vazo, hígado, intestino delgado, diafragma y útero en menor proporción; 4) siete lesiones en ambas manos, compatibles todas ellas con signos de defensa. De éstas lesiones sólo siete fueron penetrantes y lesionaron órganos nobles, las cuales podrían haber provocado la muerte de la misma en un tiempo más o menos prolongado pero no inmediato, por lo que debemos suponer que la causa eficiente de la muerte se produce por las lesiones sufridas en el cuello al seccionar la vascularización venosa y arterial izquierda, produjeron un sangrado profuso e intempestivo que indujeron a shock hipovolémico cataclismico y fulminante que duró pocos minutos. En ese momento Leonardo Forti, recibió de manos de Alejandro Bertotti, parte de la paga acordada por la tarea llevada a cabo, haciéndolo éste último retirar del domicilio por la puerta del frente. Una vez que Forti se retira del domicilio, Alejandro Bertotti, con la finalidad de lograr su impunidad, y a los fines de desviar una futura investigación del hecho, monta en el lugar un escenario totalmente distinto a lo que verdaderamente habría ocurrido en el interior del domicilio sito en calle Urquiza N° 94, siendo el mismo quien da aviso a familiares y a personal policial, yendo también en búsqueda de auxilio. Días después de producido el hecho descripto supra, Alejandro Alberto Bertotti, se constituyó en el domicilio de Leonardo Forti en esta ciudad de San Francisco, Cba, llevándole la parte del dinero restante para completar la paga oportunamente acordada".
II) DECLARACION DE LOS IMPUTADOS
Los encartados, luego de ser intimados al inicio del debate de los hechos por los que se los acusa y de detallárseles la prueba existente en su contra, dijeron:
 Bertotti, si bien al principio se abstuvo de declarar, durante el juicio hizo uso de la palabra en varias oportunidades. En la primera, dijo: "El policía Díaz no recuerda pero yo sí recuerdo que el Fiscal Alberione sí se encontraba en el lugar, en la vereda de mi domicilio, yo sí lo vi aunque él diga que no. Las zapatillas Nike que él refiere eran de color claras, pero las que yo tenía puestas son de color negro y nunca me las secuestraron, y las sigo usando. Nunca le dije para qué era el dinero que estaba en mi casa. Los quince mil pesos eran míos, ahorros míos que tenía en mi casa para pagar una deuda que tenía con mi suegro. En cuanto a por dónde los ladrones se escaparon, yo estaba golpeado y no vi. El dormitorio estaba sin tocar, por supuesto, porque el dinero estaba en el desayunador. Con mi señora les dimos el dinero que estaba en el desayunador. Ellos, cuando ingresan me exigieron que sacara al perro, yo lo saco y no pongo llave en la puerta del patio, cierro  la puerta pero no pongo llave".
Luego agregó: "Cuando me retiro con mi cuñado me fui a hacer una placa de nariz, donde se constata una fractura, y había muchos médicos y me recomiendan que vea al oftalmólogo Alassia".
En otra oportunidad, expresó: "Tomé conocimiento por mi abogado que mi hermano recibió anoche una nota anónima que dice que un joven llamado Jonathan Machuca, que estuvo creo internado en la Residencia Infanto Juvenil bajo la dirección de Lorena Vanay, y que es drogadicto, tendría datos sobre la muerte de mi esposa".
Otro día dijo: "En cuanto a la declaración de la señora Saluzzo, yo fui a su negocio a comprar pastillas Mento Plus, no a hablar por teléfono; y la vez que utilicé la cabina fue la de Brigadier Bustos, que usé una sola vez. Y respecto a la declaración del señor Peralta, la niego rotundamente, porque todos los miércoles tenemos en el Hospital un ateneo obligatorio con la gente de rehabilitación. Todos los miembros del servicio de rehabilitación integraban la reunión. Yo los conocí ese año, no me acuerdo los apellidos, dos fonoaudiólogas, una ayudante terapéutica, los tres kinesiólogos: Sánchez, Conti y yo".
Para finalmente cambiar por completo su primera versión del hecho, reemplazándola por la siguiente: “No tuve participación en la muerte de Natalia, fue mi gran amor, un grave error mío provocó la muerte de Nati. Voy hablar de la verdad que tanto me pidió mi familia, mi hermano en la escucha telefónica que todos oyeron. Estuve a punto de contarle a mi suegra, pero no me animé, casi le cuento a mi suegro cuando me vino a ver a la cárcel, donde él me dijo que me creía, esa verdad que no me animé en su momento, por miedo de lo que le pase a mi hija. Además, pensé que no iba a hacer falta, que la policía los iba a encontrar sin que yo hable. Además, mi defensor me dijo que no era el momento, que él me iba a indicar cuándo hacerlo. Es muy difícil recordar tiempo, días, esto comenzó dos meses antes del hecho, maldigo ese día, me encontré con Diego Forti en Bv. 25 de Mayo, nos saludamos, hablamos de nuestras vidas, nos conocíamos de chicos, después me fui a Córdoba, y cuando volví sólo nos saludábamos, él trabajaba en Tool Shop, y me dijo que lo habían echado y desde ahí no conseguía trabajo, que en la familia estaba todo mal, yo le conté de mis trabajos, que fue todo en base al esfuerzo, después de unos días lo vuelvo a ver a la salida del Sanatorio San Justo y me dijo que me había estado esperando y que él era mulita, que eso era traer droga acá a San Francisco para otras personas, que conocía bien el negocio, que estaba cansado de ser un seco y que se quería abrir solo, que del negocio iba a participar un hermano, que yo no tenía que hacer nada, y que eso se iba a multiplicar. Le dije que n,o que no me interesaba, igual intercambiamos números de teléfonos, también me pidió mi celular para un hombre David Merlo que necesitaba rehabilitación  y efectivamente vino al San Justo y lo atendí. Él me dijo que me iba a llamar desde cabinas porque el teléfono de su casa estaba bloqueado para celulares y así me empezó  a llamar, y me insistía, un día me vino a ver y charlamos sobre el negocio, me presenta a su hermano Leonardo y me dijo que él también iba a participar del negocio, me tenté, la ambición por el dinero me perdió, siempre pensando en el bienestar de mi familia, con Nati soñábamos con nuestra casa, la dibujábamos, pensé me hago mi casa y después me abro, tenía que poner veinte mil pesos, les di siete mil pesos y les dije que después les daba el resto. Una vez que les di ese dinero, me arrepentí, recapacité, lo que hice iba en contra de mis principios, estábamos bien, no me faltaba nada, estábamos esperando otro hijo, y decidí hablar con los Forti, para decirles que me devuelvan el dinero, que me abría, se pusieron como locos, que ellos habían hecho el contacto, que había gente peligrosa en el medio, que tenía que poner la plata, que me iban hacer bosta a mí. Desde ese día mi vida cambió, empezó a ser un infierno, recibía amenazas especialmente de Leonardo Forti, me decía que me iba a hacer bosta, no sólo amenazas telefónicas sino también personales, una vez en el San Justo otra vez afuera de Sinapsis, les dije incluso que se queden con el dinero y que no me amenacen más, yo me iba para no terminar mal. Ahora también  veo que de esas cabinas telefónicas  no sólo me llamaban los Forti sino también mi hermana que daba clase en la Ravetti; mi madre también. Yo muchas veces dudaba de atender, este último tiempo estaba mal, muy mal, mis compañeros de trabajo se daban cuenta que estaba mal, y yo no le contaba a nadie, hasta que llegó ese miércoles, donde recuerdo que la noche anterior fui al cumple de mi amigo Borgogno, me acosté tarde, muy tarde, tipo dos de la mañana, me levanté, fui al hospital, no salí de ahí, tuvimos la reunión en el hospital, del ateneo de 11 a 13, cuando salgo veo dos personas con una moto y se baja Leo Forti, me dice que baje la ventanilla, me tiró unos manotazos, me corro para que no me pegue, me dijo gil de mierda se te vencieron los plazos para darme la plata, lo mandé a la mierda y puse marchas  atrás, salí por el portón de atrás, me fui a mi casa, entre las tres y tres y media de la tarde salí para trabajar, antes dejé a J. en la casa de mis viejos y a pedido de Natalia les dije a mis viejos que la lleven más temprano porque Natalia estaba sin ir a trabajar, que la lleven tipo 7, de ahí me fui a Sinapsis, donde yo coordinaba, tenía disponibilidad horaria, cubría a mis colegas, cubrí a los pacientes del lic. Gerlero que estaba en Córdoba, fui de Zopetto, que a veces venía y otras veces íbamos al domicilio, depende del estado de ánimo de Zopetto, ese día fui al domicilio, antes de llegar de Zopetto, recibo una llamada de cabina telefónica, creyendo que era mi hermana atiendo, y era Leo Forti, me dijo si ya tenía la plata, le dije que no, que los iba a denunciar, me dijo que no sabia con quien me había metido, que me iba hacer cagar a mí y a mi familia. Me bajo de Zopetto, estaba su hijo afuera, por lavar el auto, hablamos de un GPS que yo quería comprar, atiendo al padre, le hacía rehabilitación, cuando terminó la sesión estaba el hijo de Zopetto afuera lavando el auto, y le dije si se animaba a comprarme el GPS por Internet porque yo nunca había comprado nada por Internet. Después me fui a mi casa, tenía que pasar por el San Justo, sólo tengo imágenes de lo que pasó ese día en la casa, entré, saludé a Nati, me preguntó por J., le dije que estaba de mis padres, le dije que tenía que ir al San Justo, me acompañó hasta la puerta, antes que lleguemos golpearon la puerta del living, atiende ella, había dos sujetos, tenían capucha, uno tenia pistola, se viene hacia  mí, los dos tenían guantes, uno era Leonardo Forti, tenía un cuchillo y me dijo viste, te dije que si no me conseguías la guita te iba hacer cagar a tu familia. Estaba muy agresivo, totalmente drogado, le di lo único que había en la casa, creo que mil pesos, les pedí que por favor se vayan, estábamos los cuatro en el living,  me decían que busque la plata, me hizo poner de rodillas en el comedor, que me iba a quemar, no pensé en nada, me quise poner de pie para defenderla, recibí un golpe con la pistola en la nariz, yo no veía lo que le hacían a Nati en el living, cuando me incorporé todavía estaba de rodilla, veo que uno llevaba a Natalia al lavadero, la tenía agarrada del cuello, le salía mucha sangre por el cuello, a chorros, me peleé con él creo, le manoteé el arma, me caigo al piso, me vuelve a poner el arma en la cabeza y me dijo que me iba quemar, me acuerdo que me dijo viste gil de mierda te maté a tu mujer por no poner la plata, y te voy a matar a tu hija, Forti se lavaba las manos, con papel de cocina se limpiaba las zapatillas, se fueron y Forti se puso una campera negra que estaba en el perchero del living y el otro un rompevientos mío. Me acerqué a Nati y estaba casi muerta, me invadió el miedo, no me acordaba el número de la ambulancia, no sabía si la policía me iba a creer, quería estar siempre cerca de mi hija, tenia miedo donde la dejaba. Un día la llevé al jardín y cuando salgo había dos personas en moto y me dijeron acordate que somos un montón y no tenés que hablar, te vamos a matar a tu hija, me invadió más el miedo, yo sabía por mis abogados que mi celular estaba intervenido, entonces le pedí el celular a mis colegas y llamé de Forti para decirle que no le haga nada a mi hija, una vez me atendió la madre y me dijo que Leonardo estaba de viaje, después no tuve más contacto. Voy a hablar de mi matrimonio, ya que todos han hablado, era un matrimonio feliz, normal, yo sé el amor que Nati me demostraba, lo que sentía por mí, no creo todo lo que se dijo de ella con  otro. Un matrimonio con más cosas positivas que negativas, tuvimos nuestras diferencias y las salvamos, diferencias que mis suegros sabían por lo confidente que era ella con ellos, es más yo hablé con mis suegros cuando tenía problemas. No creo en las infidelidades que se hablaron acá, ella era muy celosa de mí, muy cuida, yo pasaba semanas en Córdoba haciendo posgrados y ella viajaba aunque sea un día para verme y para estar conmigo, cuando yo jugaba al básquet ella siempre me iba a ver, después también llevaba a J., es más siempre me esperaba con la comida para comer juntos cuando yo llegaba tarde.  Perdón a mi hija J., a toda su familia en especial a mi suegro Víctor que tenía toda la confianza en mí, perdón a todas las personas que hice sufrir por esto, perdón a mi familia, en su momento el Dr. Brito no me dejó hablar, espero no equivocarme ahora en decir la verdad, lo único que quiero es estar con J., que es por quien sigo en pie, si hubiera podido dar la vida por Nati lo hubiera hecho. No puedo más estar sin mi hija, y le pido al tribunal que custodien a mi hija, tengo miedo por ella, nada más tengo para decir".
Forti, por su parte, respecto del hecho de abuso de arma, dijo: "Dos horas antes salgo del Pub, yo salgo solo y adelante mío había un grupo de chicos de mi barrio. Pasan los chicos en las motos y los dos hermanos Cuello iban en una moto a la altura del supermercado Día que antes no estaba, los chicos tiran cascotes a las motos y se cae el arma de los chicos Cuello, al que estaba atrás, un arma negra con caño fino y con dos proyectiles, no tenía culata marrón ni nada, un revólver 32. No la guardé en la cintura sino en las medias en la parte del tobillo. En cualquier confitería te revisan, por eso la tenía en el tobillo. Me metí en la terminal y después salí y me fui a Pancholandia, cuando llegué entré y estaba todo el grupo de mi barrio y los dos hermanos. Los dos hermanos Cuello, los conocía de antes, de los bailes, tuve problemas con ellos. Marcos me empieza a decir cosas y lo invité a salir afuera. Es cierto que le disparé, los impactos fueron seguidos, ahí afuera".
Con relación al hecho del homicidio, Forti, al abrirse el debate, se remitió a su declaración instructoria de fs. 146/149, la que ya había ratificado en Fiscalía en dos oportunidades más (fs. 335/336 y 904/906), pero haciendo la siguiente aclaración: "Entré, lo golpeé a él y a la chica, agarré la plata  y  me fui. Eso es todo".
A continuación se leyó su declaración de fs. 146/149, donde dijo:
"Que quiere manifestar espontáneamente lo que pasó, y contar todo lo sucedido. Que conoció a Alejandro Bertotti, en la calle, habiéndolo cruzado recuerda en el centro, de esto hará aproximadamente dos meses. Que recuerda que una noche se encontró con Alejandro Bertotti, en un bar denominado “Excalibur”, sito en calle Bv. 25 de Mayo, bien al lado del Sanatorio San Justo. Que recuerda que esa noche el dicente se encontraba en dicho bar jugando al pool y tomando unas cervezas con amigos. Que ese día habló con Bertotti, preguntándole si el dicente tenía trabajo. Que luego se siguió viendo con Bertotti, en el supermercado 555, que está ubicado en calle López y Planes y Caseros, donde Bertotti lo citaba para hablar, dado que le había dado su celular cuyo número era 15662769. Que recuerda que Bertotti, le decía que cada vez que lo llame lo hiciera desde una cabina, y como en Larrea y Caseros hay un kiosco que tiene cabinas, el dicente lo llamaba desde ahí. Que cuando el dicente lo llamaba en horarios de trabajo, antes de las doce o después de la dieciséis. Que cuando lo llamaba a Bertotti, era para que se vieran ahí en el supermercado 555. Que Bertotti en un momento le dijo que tenía un trabajo para el dicente, y que era que tenía que “pegarle”, al que lo pasaba a buscar. Que le dijo que esa persona a la cual tenía que pegarle porque lo pasaba a buscar, trabajaba en una Farmacia que está al frente del boliche “Atlantis”, por Bv. 25 de mayo, en una esquina. Que le dijo que esta persona tenía un auto marca Ford Escort rojo. Que Bertotti, le dijo que tenía que pegarle a esta persona un tiro en la pata. Que también le dijo que lo tenía que seguir, pero no le pedía tiempos. Que para hacer ese trabajo Bertotti, le dijo que le iba a pagar, no habiéndole dicho cuánto. Que el dicente le mentía, diciéndole que lo seguía, que lo esperaba, que lo veía jugando al paddle en los Plátanos, pero que no se daba la oportunidad para hacer el trabajo. Que cada vez que le decía algo a Bertotti, el dicente aprovechaba para pedirle plata, por lo que le decía, dándole Bertotti, cien o trescientos pesos, que no tenía dramas Bertotti, y más por que el dicente le decía que necesitaba para remedios. Que Bertotti, le contaba que su mujer era una hija de puta, lo gorreaba, le pegaba a la nena, que él ya no aguantaba más, que no podía dormir bien de noche, no descansaba, que se le caía el pelo, porque estaba muy nervioso. Pero nunca le dijo que quería hacerle algo a su mujer. Que aproximadamente dos semanas antes de que pasara lo que pasó, Alejandro Bertotti, siempre en el Supermercado 555, lugar donde lo pasaba a buscar, en un auto azul, no recordando marca, vidrios polarizados, daban vueltas, y le preguntaba siempre por el trabajo, es decir si había seguido al vago del Escort, pero el dicente lo mantenía con evasivas, que no se daban los tiempos, que no encontraba el momento. Que como el dicente trataba de evitar a Bertotti, y no lo llamaba, éste lo llamaba al teléfono fijo de su casa 433540. Que recuerda que Bertotti, en uno de los encuentros le dijo al dicente, que el día miércoles ocho de julio de éste año, lo pasaría a buscar a las seis y media de la tarde, por la esquina de su casa. Que ese día no se hablaron por teléfono. Que recuerda que efectivamente ese día siendo aproximadamente las seis y media de la tarde, siendo ya oscurito, Bertotti, a bordo de su auto azul, con vidrios polarizados, lo pasó a buscar por la esquina de su casa, Río II esq. Larrea. Que el dicente estaba sentado en esa esquina, Bertotti frenó el auto, el dicente se subió en el asiento delantero, lo llevó hasta el fondo del barrio, recuerda que Bertotti tenía ropa clara de trabajo, le parece que eso que usan los médicos, se puso una campera oscura arriba del auto, al dicente lo pasó al asiento trasero del auto, que el dicente tenía un hierro grueso macizo, y cuando reaccionó ya estaba adentro de la casa. Que el dicente ese día había estado fumando marihuana y había estado tomando alcohol. Que en el trayecto Bertotti, le decía que iban a ir a la casa de él, y que le iban a dar a la mujer. Que el dicente cuando le dijo que le iban a dar a la mujer no entiendo (entendió) bien de que se trataba. Que en (el) trayecto también Bertotti, le iba contando la plata, recuerda que contó diez mil pesos, todos billetes de cien, que era la plata que le iba a dar y que se la iba a dar en su casa. Que el dicente sabía donde vivía Bertotti. Que recuerda que cuando llegó a la casa, Bertotti, entró el auto al garaje, y el dicente iba acostado en el asiento trasero. Que vio las luces prendidas del garaje, después de entrar el auto, Bertotti, se baja, el dicente todavía adentro del auto, cierra el garaje, Bertotti apaga las luces. Que el dicente se quedó ahí quieto en el auto acostado siempre en el asiento trasero. Que escuchaba que Bertotti hablaba con su mujer. Que cuando estaba por bajarse el dicente del auto, escuchan que suena el teléfono, escuchando que hablaba la mujer. Que en un momento Bertotti, se vino del nuevo al auto, le habría la puerta, y el dicente se bajó. Que apenas se bajó del auto, con el fierro que tenía el dicente le pegó un fierrazo a Bertotti en la cabeza, recuerda que después Bertotti se fue para la cocina. Que el dicente salió del garaje y ahí vio que la mujer de Bertotti, estaba mirando por una ventana hacia la calle, que el dicente le pegó un fierrazo a la señora que quedó como desmayada, que ahí Bertotti le dio la plata, y le dijo yo me voy, yo me voy, porque estaba asustado, recuerda que Bertotti, le dijo salí por el frente y cruza en diagonal la ruta hacia el sur. Que el dicente agarró la plata no la contó ni nada, intentó abrir la puerta del frente, y como estaba con llave, abrió, y se fue y cruzó al frente como le había dicho Bertotti. Que el hierro que llevaba recuerda que lo tiró en la boca del agua de las calles que hay en su barrio, por López y Planes media cuadra de Caseros. Que el dicente recuerda que tenía una capucha, un gorro y bufanda. Que recuerda que a Bertotti le rompió la nariz y el ojo, cuando le pegó, que recuerda el dicente que en ese momento le salta sangre en el buzo, y un poquito en el pantalón, ropa que hizo lavar en su casa, y luego le prendió fuego. Que ese día ni contó la plata, que la contó al otro día y se dio cuenta que había mil quinientos pesos. Que el día que el dicente entró a la casa de Bertotti, no escuchó que ladrara ningún perro. Sí Bertotti, le había contado que salía (a) caminar todas las noches con el perro, y que todos los miércoles llevaba la nena a la casa de sus padres o a la casa de sus suegros. Que el dicente no le contó nada a nadie, nadie sabía nada ni su madre ni su novia. Que el dicente se enteró de todo lo que había pasado ese mismo día, recuerda que estaba acostado al lado de su viejo, y sentía como que le había pasado un tren por arriba, quedando sorprendido porque había sido una masacre. Que recuerda también que en los encuentros Bertotti le decía “yo estoy loco, yo estoy loco, vos no me vas a fallar”. Que recuerda que el día viernes después del hecho, el dicente había estado dos días en cama, no había salido de su casa. Que el dicente el viernes a la noche se juntó con sus amigos en su casa. Que recuerda que siendo aproximadamente las dos de la mañana, es decir madrugada del sábado, el dicente salía a comprar una gaseosa y ahí vio que venía una persona con un gorro negro, con un perro o perra boxer, y cuando se cruzaron se dio cuenta que era Bertotti, allí el dicente le dijo vos estás loco, vos estás loco, me mentiste, contestándole Bertotti, quien estaba totalmente alterado, que lo estaban apretando a él, y ahí saco plata, y le dijo acá está lo otro, recordando que cuando lo contó había cinco mil quinientos pesos, todo en billetes de cien. Ahí Bertotti le dijo que si le tocaba perder no dijera nada, que él lo iba a ayudar en todo. Que luego Bertotti se fue caminando, que el dicente lo corrió a la mierda le dijo vos sos loco cómo vas a venir acá a mi casa. Que ese día más temprano a la tardecita el dicente había visto un auto azul por el barrio que le pareció que era el de Bertotti, y después Bertotti le dijo que lo había andado buscando esa tardecita. Que recuerda que la mujer de Bertotti, cuando lo vio venir al dicente se sorprendió, lo miró como no entendiendo nada, que el dicente se acuerda bien esa cara e inmediatamente se cayó en el mismo lugar. Que recuerda que Bertotti, luego que el dicente le pegara el fierrazo, se chocaba las paredes y tumbaba todo, cómo una barrita, donde había cosas de vidrio que se cayeron al suelo. Que el dicente con la plata compró alcohol, marihuana, tabletas de pastillas, para todos sus amigos, pero nunca mostrándole a sus amigos la plata. Que muchas veces Bertotti, antes del hecho llamaba a la casa del dicente y se hacía pasar por Fernando, que el dicente también le decía a Bertotti, Fernando. Que muchas veces Bertotti, antes del hecho, en horas del mediodía lo iba a buscar a su casa y cuando atendía la madre del dicente, le decía que lo necesitaba para hacer unas changas. Que muchas veces se quedaron sentados con Bertotti en un pilarcito que hay en su casa. Que después el dicente se fue a Villa María, el día miércoles, diciendo que se iba de vacaciones al campo de su tío. Que el dicente también recuerda que esa noche le pegó dos piñas a Bertotti, una en el ojo izquierdo. Que Bertotti nunca le había dicho que su mujer estaba embarazada. Que recuerda entre otras cosas que la mujer de Bertotti, le gritaba, “Ale, estoy embarazada; Ale, estoy embarazada”, no recordando luego nada más. Que recuerda que Bertotti, siempre le mostraba la plata que le iba a dar al dicente, abriéndole para mostrarle una carpetita marrón con otros papeles y una gomita que cruzaba la carpeta. Que el dicente nunca quiso hacer nada en contra de nadie, pero sí lo buscaba para hacerle la plata, sacársela de alguna forma. Que Bertotti le había dicho que el que lo gorreaba, era casado, y que su mujer trabajaba con él. Que recuerda que en la casa de Bertotti en el comedor había una mesa de madera. Que si bien sabía que vivía en ese lugar Bertotti, porque se lo había dicho, nunca antes había entrado a la casa. Que Bertotti, era a su vez amigo de un hermano más grande del dicente, que se llama Diego. Que no se lo presentó su hermano, que cuando lo conoció recuerda que Bertotti le dijo: ah vos sos Forti, sos hermano del Diego, yo me crié con el Diego. Que recuerda el dicente que ese día estaba vestido con un buzo verde y un pantalón gris. Que el dicente los quemó en el fondo de su barrio. Que esa ropa el dicente la había puesto en una bolsa. Que el pantalón a pesar de haber sido lavado, le habían quedado unas manchas. Que recuerda que tenía un cirio puesto y una gorra pero eso no se había manchado, que esas prendas no las quemó. Que recuerda que en el garaje no había mucho lugar para moverse, pero la puerta no chocaba contra la pared. Que cuando Bertotti, fue el viernes a llevarle la plata, recuerda que le dijo me confundí, porque primero dije que no podía reconocerlos, y después dije que podía reconocerle la boca y las cejas. Que nunca el dicente se trabó en lucha con la mujer de Bertotti, y que está tampoco lo agarró de los pelos. Que el dicente nunca tuvo teléfono celular, que cuando Bertotti, quería ubicarlo lo llamaba a su casa. Que Bertotti, siempre le decía que lo llame al celular, pero desde una cabina. Que ahora también recuerda que Bertotti, convenció a su mujer para que vaya a la ventana del living. Que también recuerda que una vez Bertotti, le contó que había visto un vago que había querido robar al lado de su casa, y cómo lo había visto, y que después de eso lo habían amenazado llamándolo a su celular. Que eso lo había denunciado en la policía. Que también a raíz de eso escuchó una de las veces que iban en el auto con Bertotti, y éste le preguntaba si podría tener el teléfono intervenido por eso".
Al realizarse la inspección ocular del lugar del hecho, durante la tarde de la primera jornada del juicio, la defensa técnica del imputado Forti manifestó que era voluntad de su asistido declarar en ese momento acerca de los acontecimientos ocurridos en la casa, para lo cual mostraría los movimientos que realizó. Concedida la palabra, Forti dijo, parándose en la puerta del garaje que da al living: “Que en este lugar yo me encontraba cuando desde el garaje entré al interior de la casa y escuché sonar el teléfono, no alcanzando a hablar quien levantó el teléfono. Que inmediatamente observé que la chica pasa para el living sin verme, oportunidad en que ingreso, golpeo a Bertotti, quien cae al suelo frente a la misma puerta del garaje en el pasillo, luego me dirijo al living donde se encontraba la esposa de Bertotti parada y mirando por la ventana hacia la calle Urquiza, oportunidad en que le doy un golpe, cayendo ésta semidesvanecida sobre una silla que se encontraba debajo de la ventana. Que de inmediato regreso donde estaba Bertotti, que ya se había puesto de pie, y tomo de una mesita de madera sobre la que había un televisor, el dinero, oportunidad en que Bertotti se me viene encima y yo lo golpeo con dos trompadas, una de ellas en un ojo y me retiro por la puerta del frente. Al pasar al lado de la chica, ella se estaba incorporando”.
En la décima jornada del juicio, al ser retornado Forti a la sala luego de una de las tantas declaraciones de Bertotti, y al ser informado de lo ocurrido durante su ausencia (art. 386 CPP), pidió declarar, expresando: “No es cierto lo que dice Bertotti, estábamos yo y él y nadie más; se cansaron de preguntarme por la tercer persona, y no había más nadie, él y yo. Yo lo conozco por mi hermano. Mi hermano le sacaba plata para drogarse, pero doscientos o trescientos pesos, no más que eso. Después mi hermano se abrió, pero mi hermano jamás se enteró que yo lo seguí viendo. Nunca se enteró. El día que me dijo que íbamos a simular un robo en su propia casa, me convenció y me pasó a buscar a tres o cuatro cuadras de mi casa. Fuimos hasta la punta del barrio y él ahí se cambió la ropa, no sé qué hizo y fuimos a su casa. Me pagaba para seguir a este tipo, que era un farmacéutico, y tenía un Ford rojo. Dos semanas antes me dijo que no aguantaba más, que Natalia maltrataba a su hija y a él, que se le caía el pelo, un día me dijo que íbamos a ir a su casa, me ofreció quince mil pesos, me dijo que íbamos a simular un robo, que me vaya por la puerta del frente que él me la iba a dejar sin llave, me pasa a buscar por la esquina de mi casa y toma por la calle que está cerca de la canchita de fútbol que está atrás del barrio. Se bajó del auto, yo iba acostado en el asiento de atrás, se bajó, abrió el portón y yo me quedé en el auto, cuando yo bajo del auto en la casa, suena el teléfono, yo ahí la veo a la chica y se ve que se cortó porque volvió enseguida y yo cuando entro por la puerta del garaje, yo entro y le pego con el hierro acá y él se cae, después mientras él rompe todo, a dos metros estaba la chica mirando por la ventana y yo la alcanzo, ella me mira y me quedó mirando y yo le iba a pegar y cuando la miro estaba embarazada, yo no la conocí de antes ni nada, y le pego de costado y ella cae al lado del sillón, me voy a la mesa a buscar la plata, al hierro ya lo había guardado en el buzo, él se me venía encima y yo estaba buscando la plata y ahí me fui y le pegué dos trompadas, una en la nariz y otra en el ojo y él cae y queda shockeado, me quiero ir y la puerta tenía llave, saco la llave y cruzo al frente como él me había dicho, me voy todo por atrás de la Consolata hasta López y Planes, por la vía y ahí tiro el fierro. Llego y lavo la ropa, la había tendido y al día siguiente la quemo porque decían que habían filmado al muchacho con la ropa, entonces la quemo en un tacho que se usa para quemar basura. Después estuve mal. Consumí mucha cocaína para pasarme y desaparecer porque me sentía muy mal. Me sentía muy mal, me quería ir y no tenía las agallas suficientes para tirarme abajo del tren. Por eso consumía, no aguantaba lo que había sucedido. Conseguir dinero era muy difícil. Yo pensaba que iba a conseguir dinero como un robo. Sucedió algo muy feo. El día que yo salga no sé, me arruinó la vida todo esto que pasó. Estoy dolido, mi familia está dolida, muy mal por lo que sucedió. Quería pedir perdón a mucha gente. Estoy muy arrepentido de lo que sucedió, nunca pensé que iba a suceder esto. Me dio mil quinientos pesos, en el auto él me mostró quince mil pesos. Mi hermano no está en nada. Lo último que recuerdo yo cuando me estoy retirando, es que Natalia estaba haciendo fuerza con una mano, había un sillón al lado, estaba reaccionando ella. Yo había entrado en el auto, acostado en el asiento de atrás, porque él me dijo que me iba a llevar en el auto. Él planeó cómo íbamos a ir, cómo me iba a hacer entrar, él planeó todo. Él nunca me contó qué era lo que quería hacer. Ese mismo día a la noche, antes de irme me da el dinero. Él no me dijo qué iba a suceder, me lleva para simular un robo y darle un susto a ella porque lo maltrataba y le decía que se iba a separar y le iba a sacar la nena. Se le pregunta sobre el desayunador, y responde: Para mí es lo primero que se llevó por delante él. No voy a mirar las fotos. Yo no conozco nada de la cocina porque no llegué, llegué nada más hasta el comedor, no conozco la cocina ni los dormitorios. Nunca tuve puesto guantes; ni yo ni él teníamos puestos guantes. El rompía todo. Con las dos piñas quedó shockeado, con la vista perdida mirando para arriba. A las dos horas me entero que las cámaras habían tomado imágenes, al otro día se decía que las cámaras de Codini podrían haber visto a los sujetos. En ningún momento vi sangre. Simular el robo era para darle un susto a la señora".
     III) TESTIGOS QUE DECLARARON EN EL DEBATE
     (Causa por abuso de arma, que es la primera en el tiempo)
1) Marcos Emanuel Cuello: "Esa noche yo estaba adentro y él (señalando a Forti) ingresa peleando y agrediendo a la gente, había una chica embarazada y le digo que dejara de joder, y me dice que salga afuera y arregláramos, yo salgo y él me hace un tiro pero no me da,  entonces yo entro y él entra y me tira otra vez.  Yo cuando entré estaba en una banqueta.  Yo escuchaba que agredía a la gente,  y a una chica que estaba embarazada,  le decía cosas.  Él estaba con otros chicos que estaban afuera y no participaron de la agresión.  Yo  le dije que deje de molestar a la chica,  que deje de hacerse el loco,  y él me dijo si te la bancás salí afuera.  Yo salí afuera y él me tiró un tiro.  A unos metros me tira con el revólver.  Lo tenía metido en la cintura.  Afuera no veo cuando saca el revólver, adentro sí.  El primer tiro no me pega,  él apuntaba abajo,  el tiro pega en el jean, en la botamanga izquierda.  Ese tiro no me lesiona,  él ingresa al local nuevamente y adentro me pega otro tiro.  Al principio, cuando entré al local, me senté al lado del mostrador en una banqueta. Él me pega el segundo tiro y se va, ingresó enseguida,  yo veo que él se para al frente mío y me dice querés que te pegue un tiro,  y saca el arma y me tira.  Saca el arma de la cintura y apunta a mi pecho, yo me alcancé a levantar cuando él saca el revólver y apuntó recto al frente, yo me alcancé a levantar sino me pegaba en el pecho. Me pega en la mano derecha y en la pierna derecha y él se va,  se da a la fuga.   Yo estaba con un amigo, Pablo Álvarez.  Cuando ya había pasado todo y llegó la ambulancia, llegó un hermano mío. Forti ya no estaba en el lugar. No lo conocía a Forti, no lo conocía de antes, no había problemas de antes porque ni sabía quién era. Todo fue en ese momento porque él molestaba a la gente. Estuve internado en el Hospital, tuve una lesión por el impacto del tiro,  estuve internado del sábado al domingo. Más o menos tres semanas después pude empezar a trabajar, tengo un proyectil en la pierna en el lugar de la lesión que los médicos no pudieron sacar (también a pedido del Tribunal exhibe una cicatriz que le quedó en su mano). Alrededor mío estaban los empleados,  el dueño y la empleada Tatiana Casula.  En el sentido de que actuó, Forti estaba normal. Mi hermano se llama Ezequiel Cuello,  vive en La Milka, en Primero de Mayo, pero no sé a qué altura, pero pasando cuatro cuadras de la vía más o menos. Ese día había andado con mi hermano en moto dando vueltas en el centro. Él se quedó y nosotros nos fuimos. Mi hermano no tiene arma ni yo tampoco. Cuando yo me siento él me tira,  y yo me empecé a levantar. El me tira afuera, después yo entro y él vuelve a entrar y saca nuevamente el arma y me dispara, y yo me comienzo a levantar".
2) Policía José Luis Espinoza: “En la vereda había un chico que se llamaba Blanda y me dijo que hubo una pelea y empujones con otros chicos, yo estaba uniformado, llega Chirana un compañero y buscamos el primer disparo que me dijo que había sido en la vereda y en un canasto encuentro un plomo de 8 mm, o sea de un arma grande, lo resguardo,  también llamamos a Lamberti para que saque fotos. Cruz Verde lo asiste en el local.  Consulté con la gente del local para ver qué podían aportar, nadie sabía nada,  pero un chica Tatiana Casula me dijo que no sabía los nombres pero que eran de barrio Roque Sáenz Peña, y que el agresor tenía un pullover rayado y que se fueron para el sur por Juan B. Justo, eran  tres, la Dra. Ruiz lo asiste y lo llevan al Hospital Iturraspe. La chica que me dio los datos tenía miedo de irse sola, entonces la acompañé hasta el domicilio pero le dije que aguarde que terminen las pericias y todo lo que se hace ahí. Cuando salimos en el móvil y avisan que habían demorado a dos que eran del barrio Roque Sáenz Peña y estaban en  la escuela Río Negro, ella me dijo al verlos que esos chicos estaban en el hecho, pero me dijo que no estaba el que disparó. Yo informo al comando radioeléctrico y ahí empieza a intervenir investigaciones. Pacheco y Yélamo son los que detuvimos, Forti no estaba con los detenidos o demorados. A los detenidos los trasladan a la comisaría local creo que bajo algún hecho contravencional. En el lugar entraron dos masculinos entraron y se fueron rápido,  se aceraron al herido y se fueron rápido,  antes de interrogarlos. No encontramos el arma. Según testigos el que disparó tenia jean y pullover a rayas. La demora la hacen otros policías por los datos que yo pasé. Hice croquis del lugar".
     3) Maximiliano Andrés Yelamo, amigo de Forti, dijo: “Yo salía de una fiesta de quince, venia por J. B. Justo, los cruzo a los chicos, me quedo con ellos,  estaba Pacheco,  en el local había dos chicos grandotes,  nos agitaron,  forcejearon,  se le cae un arma, Leonardo la agarra y siguen forcejeando y se dispara el arma, ahí nos fuimos, cada uno se fue por su lado, no sé qué pasó con el arma, llegando a mi casa me detienen y después me largaron. La fiesta de quince era en Atlantis, a fuera de la terminal lo veo a Forti, afuera de Euro, ahí me encuentro con  Pacheco y Forti y había otros, no me acuerdo quiénes eran. Nosotros tres y otros nos vamos a Pancholandía. El cruce de palabras era porque nosotros éramos de las 800 viviendas,  no los conocíamos a los otros,  pero había problemas de barrio. Ellos eran dos. Más que todo el drama era con Forti, ellos salieron y eran dos que querían pelear con Forti, ahí es cuando se empujan, forcejean y se cae el arma. No sé donde estaba el arma, yo no participé. Levanta el arma Forti pero siguen forcejeando y se escuchan los disparos, dos disparos, forcejeaban afuera del local, al frente. Cuando estaba preso declaré, después no. No leí nada,  no sé en carácter de que declare. Ese día hacia frío, no me acuerdo cómo estaba vestido Forti, sí que tenia campera. No noté nada raro en Forti. No escuché qué se dijo después de los disparos.
     4) Mayco Adrián Pacheco, amigo de Forti, dijo: “Fuimos a un boliche  y después a otro arriba de la terminal y ahí nos encontramos con otros muchachos, Yelamo, Rivarosa y otros, que son del barrio, después como siempre nos fuimos a Pancholandía. No sé por qué fue la pelea, escuché un solo disparo, después del tiro nos fuimos, no me metí porque no pensé que iba a pasar eso, no llegué a ver el arma. Primero fuimos al Pub de 25 de mayo,  y después a Euro, ahí nos encontramos con Forti,  Yelamo, todos fuimos a Pancholandia, - a Forti lo veía normal después de una noche de boliche, ni tan chupado ni tan drogado, todos sabemos en el barrio que Forti se drogaba. Uno solo sale afuera del local,  no lo conocía pero ahora lo vi, es uno de los que esta en la sala de testigos. Entramos todos,  y discutieron,  dijeron vamos para afuera y salieron, yo ni compré. El problema era entre Forti y el chico que está en la sala,  salimos todos afuera,  el solo y nuestra barra. Ellos discutían de frente uno al otro, yo paso por al lado y me voy caminando para la esquina, cuando llego escucho el primer disparo, el segundo me entero por las noticias, no lo escuché. Yo no vi ningún arma, no sé quién la tenia. Cuando estuve detenido declaré y luego en tribunales. No sé de dónde sacó el arma Forti, sino que vio cuando la tenia en la mano. Me detienen ese mismo día en la escuela Río Negro, yo tenía 17 años,  declaré en la policía en una oficina antes de que me dieron la libertad. No recuerdo cómo estaban vestido Yélamo ni Forti.  Me detienen con Yélamo,  el también venia corriendo pero atrás mío. A Forti no lo veo más. Forti sacó el arma de la cintura. Aclaro que vi que Forti saca el arma de la cintura. Forti esa noche estaba normal. El arma era con  tambor negro, no conozco el arma, no sé el calibre, no la vi muy de cerca,  estaba a cuatro o cinco metros. Saca el arma con la mano derecha y la empuña. No sé en qué parte de la cintura estaba el arma. No sé si Forti es derecho o zurdo".
     5) Eduardo Omar Sabolo, dueño del negocio "Pancholandia": "No conozco al imputado Forti, el local sigue funcionando. Yo en ese momento estaba en la caja,  antes era muy chiquito,  ahora está reformado. Ahora hay competencia, antes era yo solo, entonces siempre había mucha gente. Tenía tres empleadas y ahora dos están ahí adentro (en Sala de Testigos). A la noche ponemos música fuerte,  bajamos las luces,  y escuché que los jóvenes decían tiene un arma,  tiene un arma,  creí que era un asalto, le dije a la empleada y llamamos a la policía, escuché un estampido, creí que era una moto tuneada no un disparo, pero por los gritos corro la cortina y veo un chico con un tiro en la mano, y me dijo "me dispararon"; le dije quedate tranquilo y llamo desde el celular a la policía, pensé que era en la mano y después él me dijo que también era en la pierna. Interpreto que el disparo fue adentro porque el chico estaba sentado adentro, esa es mi interpretación, en ese momento no hablé con mis empleadas, me quedé con el chico, lo tranquilicé, le dije que no se vaya. Al chico herido la policía lo interrogó pero yo me fui para no molestar. Sólo escuché el disparo, no vi nada. Primero vino una policía rubia, y después el muchacho, todavía había chicos en el local los policías los interrogaban, a mi nadie me preguntó nada, no recuerdo si fue un fotógrafo. En ese momento había dos basureros adentro y uno afuera. El policía me dijo que primero hubo un disparo afuera y otro adentro,  entonces me dijo que busquemos el casquillo cerca del basurero,  lo encontramos afuera, y un policía o médico me dijo que el otro casquillo estaba dentro de la persona herida. Esa noche no cerré,  pero ya era la hora de cierre".
     6) Tatiana Jorgelina Casula, era empleada del local: "Yo estaba sentada en la caja y entró el chico Forti, antes estaba afuera hablando con un chico de apellido Blanda. Cuando Forti entra agrede a la gente y el chico Cuello lo trata de frenar, salen afuera y se escucha un disparo.  Después entra Cuello y viene Forti también y en la puerta Forti saca el arma de su ropa y dispara. Yo estaba sentada en la caja.   A Blanda y a Cuello los conocía, a Forti no. Una chica lo nombró y por eso supe que era Forti. Nadie le contestaba a Forti, él hablaba y movía las manos, había una chica embarazada que se asustó. El chico Cuello, al ver esto se levanta y lo saca para afuera,  le dice pará.  Cuello sale y se queda parado en la puerta en el escaloncito, y se escucha un disparo, no lo veo. Después entra Cuello y Forti atrás, y ahí sí veo bien que Forti saca el arma del pantalón, se levantó el pullover y yo me tiré al piso atrás del mostrador, en ese momento se escuchó el disparo y después que salió corriendo yo me levanté porque ya se había ido. Empezaron a decir que era un chico Forti que vivía en las Ochocientas, y después vino la policía y la ambulancia, todo rápido. Yo conocía a Blanda y a Cuello. Declaré a los veinte días de sucedidos los hechos más o menos. Yo estaba sentada en la caja cobrando y tenía al chico Cuello sentado al lado, cuando me llevan hasta mi casa, en el móvil policial, me indican a un chico,  y les dije que no era él.  Al arma la tenía en el pantalón.  Todo fue en poquito tiempo. Se escuchó afuera y no pensamos que era un arma, después fue el disparo adentro y entonces nos dimos cuenta que era un disparo, cuando salimos lo vimos entre las motos y un tacho de basura".
     7) Silvana de las Mercedes Castro, era empleada del local:  "Mucho no vi porque yo estaba en la parte de atrás, había una madera y una cortina que dividía. No vi mucho, no vi nada,  escuché los gritos,  no me asomé por miedo. Iban y venían las chicas,  pregunté lo que había pasado, me dijeron que se habían peleado. El propietario del local, Sabolín, iba y venía pero no pregunté mucho por los mismos nervios. Parecía que había una pelea afuera, con un chico herido, pero no alcancé a ver ni al chico herido ni al otro. Todos estaban nerviosos,  nadie sabía decir nada,  ni lo que había pasado. Me enteré de cuál era el chico herido porque lo vi acá ahora, al que agredió no lo pude ver porque yo trabajaba atrás. La chica Casula me contó que ella tampoco vio mucho, que se tiró abajo, que se había agachado por el miedo".
     8) Alberto Ezequiel Cuello: "Yo salgo de la confitería y me acerco a Pancholandia y ya estaba la ambulancia, entré a preguntar qué había pasado. Desde Kefrén hay cinco cuadras hasta Pancholandia, iba solo y me acompañó un chico Álvarez que estaba afuera, un amigo. Yo llegué sin problemas. Cuando yo llego ya estaba la ambulancia y los médicos. No tuve ningún problema con gente de las ochocientas. Mi hermano me dijo que le habían pegado un tiro en la pierna, y me dijo un apellido, el del muchacho (señala a Forti). Mi hermano tenía una novia que trabajaba en Pancholandia que le decíamos Tatiana pero no sé cuál era el apellido. De lo que me dijo mi hermano hubo dos disparos, uno le impactó en la pierna.  
     (Causa por el homicidio de Natalia Vercesi)
     1) Arsenio Antonio Cardone, ingeniero del Poder Judicial: "Procedí a la recolección de todo el material que luego fue analizado por la sección de mi compañero Masante. Al análisis de alcance y demás del material no corresponde al área del declarante. Hace falta un dispositivo prácticamente idéntico al que usa la empresa Codini para determinar con exactitud los tiempos. Se usa un programa estándar. No se procuró obtener de la empresa porque es un formato especial y ésa no es la única cámara que tiene la empresa. Haría falta el programa y el equipamiento que tiene la empresa para tener un equipamiento idéntico al instalado en la empresa".
     2) Policía Luis Daniel Díaz: Me desempeño en la Brigada de Investigaciones, el 8 de julio nos encontrábamos realizando un rastrillaje en zona rural colaborando con la policía de Santa Fe por un hecho de su jurisdicción. Retornamos a la ciudad y llegando a la departamental vía radial tomamos conocimiento de un hecho de robo con lesionados. Iba llegando un móvil del comando y entonces nosotros, que nos iba a tocar esta investigación, nos llegamos al lugar con Chirana, Mattalía y Ferrero, nos llegamos al lugar a Urquiza 94 y vemos a una persona que estaba sentada con el rostro y la remera con sangre, paso por un pasillo a la cocina y al comedor y vuelvo al frente con el ánimo de recabar más datos. Hablo con el damnificado en ese momento, y le explico que se calmara pero que necesitaba su colaboración para esclarecer este delito. El señor se calma, estaba muy nervioso y me relata el hecho. Dice yo estaba cerrando el portón después de guardar el auto y dos personas me encañonan y me empujan adentro de mi casa. Uno tenía un cuchillo y se va con mi esposa Natalia. Yo le voy preguntando y él me va relatando (yo le explico que había un operativo cerrojo para tratar de haber a estas personas) me dice que tenían estatura mediana, que estaban encapuchados, no pudiendo describirlos. Dice que se van al frente. Salgo y doy la orden que buscaran un elemento que estuviera o pudiera estar vinculado a este hecho. Por si las personas se habían deshecho de algún elemento. En la vereda buscamos sangre o huellas de zapatillas y al no tener ningún tipo de marca, generalizamos la zona y realizamos inspección en todo el lugar con resultado negativo. Ingreso nuevamente a la casa a hablar con el damnificado, más tranquilo, no recuerda nada, sí que se trabó en lucha en el comedor con uno de los sujetos. Que Natalia logra zafar y él continúa luchando y escucha que el otro sujeto dice qué hago qué hago y el que estaba con él le dice matala, matala, él quiso como reaccionar y lo golpean, cuando reacciona ve a Natalia tirada y entonces comienza a llamar al 101 y como no puede comunicarse, llama a su padre y luego va al comercio que hay en la esquina y va una persona al lugar. Cuando ingreso al lugar veo un gran charco de sangre. El imputado estaba vestido con una remera y un pantalón claros, cuando hablaba se soplaba la nariz y le salía sangre, con zapatillas marca Nike. Le vi sangre en el frente de la remera. La primera mancha de sangre estaba en el living a mi izquierda, cuando entro. Siguiendo hay una puerta que da a un pasillo y  ahí también había sangre. El marco, las paredes que dan a un pasillo, todo salpicado de sangre y después donde estaba Natalia también un gran charco de sangre, en la pared, etc. En el living había dos sillas corridas o movidas, en el comedor estaba todo como amontonado, era como un desorden ordenado, como lo llamamos nosotros. Nosotros vemos cuando un desorden está realizado adrede, si ocurre un robo por ejemplo el desorden es diferente. Había unos adornos o algo así como un desayunador, donde había cosas rotas. Algunas cosas tiradas y rotas. La puerta del garaje estaba cerrada. La otra puerta que da al patio también estaba con llave y enfrente había un tendedero con ropa bien parado, transversal. A posterior, cuando retiraron el cuerpo, el padre le pregunta referente al perro y él le dice llevátelo a casa porque no está acostumbrado a dormir afuera. El cuenta que llega a su domicilio frente al portón, abre el  portón e ingresa el vehículo, cierra el portón y cuando está cerrando la última hoja, llegan dos personas y lo encañonan y se dirigen al fondo de la vivienda. Uno de ellos que tenía un cuchillo se va con Natalia. Lo abordan cuando está por cerrar el portón, el que tenía el arma de fuego lo encañona a él y el que se va con el cuchillo se va con Natalia y les exigen dinero y dólares. Manifiesta que le roban la suma de pesos quince mil pesos más o menos que él tenía para pagarle al suegro. Natalia con su agresor se van a la habitación matrimonial y retira el dinero de unos cajones. En la habitación matrimonial estaba la cama matrimonial con un lado distendido, un placard grande con todas las puertas cerradas, ningún cajón ni puertas abiertas del placard ni de las mesas de luz. A él le veo una lesión en la nariz, nada más. Otro tipo de lesión no le vi ni lo revisé tampoco, solamente la nariz o el labio, no sé, porque era notorio, Bertotti constantemente se limpiaba con la remera. Pude ver otra prenda, la chaquetilla que se encontraba debajo del desayunador, en el suelo, en la parte rota del desayunador. Lo que se rompió del desayunador cayó sobre la chaquetilla. No vi nada raro, estaba ahí abajo estirada. Una vez que les traen el dinero, les piden más dinero y ahí le dice que Natalia zafa y se dirige hacia el living y él forcejea con el muchacho que lo tiene y comienzan a forcejear. Forcejean con el que tiene el arma primero y cuando va el otro le pegan a él en la cabeza y después patadas por todos lados. El golpe que lo deja medio nublado en la cabeza, que él sentía después patadas por todos lados y después se van. Cuando puede levantarse él la observa a Natalia, ve gran cantidad de sangre y llama a la policía, no se puede comunicar y lo llama al padre y después vuelven a llamar a la policía. Cuentan lo sucedido, el asalto y llaman a una ambulancia. Revisé bien la parte externa de la vivienda y nunca encontré nada, ningún tipo de huella de sangre más que en esos lugares, en la pared, donde estaba ella tirada, en la bacha que había agua con sangre. Arriba del desayunador estaba el teléfono inalámbrico bien colgado, sin manchas de sangre ni nada. En los hechos de robo por lo general lo cortan o le pegan un tirón al cable para que no se puedan comunicar, es casi instintivo, casi siempre lo cortan. En la escena del hecho había huellas, una nos llamó la atención porque determinamos de quién era, por el gran charco de sangre de la entrada, como para saber de qué persona estábamos hablando, para hacer un allanamiento, debemos saber qué calzado buscar. Yo lo comparo con mi huella y al tener cerca al damnificado, observo y veo la zapatilla Nike por eso recuerdo la marca y al ver la zapatilla y el tamaño veo que era parecido. También veo otra huella más pequeña, que era la de Natalia, por lo que pudimos ver. Hablamos con el vecino colindante, una señora que entrevistamos y manifestó haber estado en el patio cortando una parra que tenía, que estuvo más o menos en ese lapso en el patio, y dijo que no escuchó nada raro y se entera después cuando ve una multitud fuera de la casa, porque ella no escuchó nada. En ese momento no tenemos ningún testigo que hubiera visto algo que sucediera en ese lugar. Del otro lado la familia Barman que no escuchó nada. Con posterioridad el Dr. Alberione nos impartía directivas para chequear cosas, ver testigos y situaciones. Nos llaman unas personas de una mueblería Luna que estaban trabajando y habían encontrado algo en un techo colindante que daba a un baldío, quienes lo encontraron eran las personas que hacían arreglos en el techo, se dieron con una sevillana y un par de guantes. Un Sr. Galarza que estaba junto a su hijo, relata que hacían un trabajo como todos los días y encontraron ese material. Les preguntamos y respondieron que hacía varios días que trabajaban en ese lugar y antes no lo habían visto, lo cual era imposible porque a media tarde se sentaban justo en ese borde a tomar una gaseosa y a comer algo, la tendrían que haber visto seguro. Subimos y la vimos enseguida, si hubiera estado antes seguro lo hubiéramos visto. No existían ningún tipo de huellas y era imposible salir por el patio porque la puerta estaba cerrada. Al día siguiente con las primeras luces del día se hizo nuevamente el recorrido, se amplió el rastrillaje un poco más. Ya con la luz del día se pudo ver un poco más. Con respecto al garaje no recuerda que hubiera estado puesta la llave en el portón, cree que sí pero no recuerda. El Sr. Bertotti no se presentó a relatar el hecho, nosotros tomamos conocimiento del hecho y yo por acta realizo una declaración para posteriormente poder llevar a cabo todas las medidas. Estuvimos haciendo todas las investigaciones y luego presto declaración. 19.40 o 19.50 del día del hecho tomamos conocimiento, al día siguiente creo que ocho de la mañana realizo la primer declaración. Bertotti me dijo que tenía ese dinero para devolverle al suegro, lo cual yo volqué en la segunda declaración, no así en la primera. Chirana es comisario, superior mío y estaba en el lugar porque venía conmigo en el auto. Yo soy Oficial principal, superior de Mattalía y de Ferrero, por lo que ellos responden a mis órdenes. Los tres estábamos en ese lugar y buscábamos pruebas en el lugar, los que ingresaron por el turno posteriormente, buscaban en la periferia. Yo con Mattalía y Ferrero realizamos un barrido en los techos y en la periferia, vamos hasta la esquina por ejemplo. Chirana calculo que ingresó al lugar pero no lo recuerdo, como es mi superior no me fijo qué hace él. No puedo decir que ingresó conmigo a la escena del crimen o no. Mattalía sí ingresó al lugar del crimen. Cuando yo interrogo a Bertotti no sé quién estaba atrás mío o no, yo me focalizo en la persona que me está hablando. Estaban Almirón y Cabrera que habían llegado antes al lugar. Yo estaba focalizado en Bertotti, trataba de calmarlo y de hacer un blanqueo de lo que había pasado. De lo que sucede a mi alrededor no puedo decirle. Entraron al lugar si, pero mientras yo estuve, pregunté yo solo, eso sí. Nos retiramos todos juntos, una vez que se cerró la puerta, se retiraron Chirana y Mattalía conmigo. Yo fijándome en la huella, busco una zapatilla para comparar con la huella y la comparo con la zapatilla de Bertotti y digo es la zapatilla de Bertotti, pero buscábamos otra zapatilla que no fuera de él. Para qué la voy a resguardar si la zapatilla estaba ahí. Cuando ingreso al lugar me permite pasar un policía Almirón. No recuerdo, no sé cuánto tiempo antes hacía que estaba Almirón cuando yo llegué. Sé que no se modificó nada porque el policía que estaba ahí resguardaba el lugar. No se hace nada hasta que se den las órdenes. No sé cuánto tiempo después llegó la Sra. Fiscal Dra. Faillá. La vecina interrogada habrá tenido aproximadamente entre cuarenta y cincuenta años de edad. Al estar separada la división en Fiscalía y turnos, todos los hechos de esa semana son tareas investigativas mías y de mi grupo. Era una semana de feria, por eso fui comisionado por una fiscalía de feria. Pero sabía que la causa iba a corresponder al Dr. Alberione por el turno. Están la casa de Bertotti, la casa Barman, el baldío y la mueblería, entre el baldío y la mueblería estaba la sevillana, o el elemento secuestrado. Todo fue registrado esa noche y a la mañana siguiente, el baldío especialmente al día siguiente porque tenía yuyos altos y los techos también. Todos los resultados fueron negativos. No di orden para limpiar nada, ni la cocina ni donde había sangre, porque además nosotros no podemos. No existían rastros de sangre en los picaportes ni de afuera ni de adentro. Nos dieron negativos los rastrillajes en techos, baldíos vecinos, etc. Reconozco que las cosas estaban como indican las fotografías de fs. 15/23. En la fotografía de arriba en la fs. 15 y en la inferior, hay una manchas de sangre, éste es el ingreso. En la fs. 16 es la huella de la zapatilla y abajo está un velador y un retrato que estaba ahí. En la fs. 17 en la parte inferior, la huella de sangre estaba así, son de los médicos que estaban ahí que iban y venían. Los números que estaban colocados que se ven en la fotografía son puestos por los forenses, para indicar algo. En la foto 19 inferior se ve el cuerpo de Natalia Vercesi, se ve el tendedero contra la puerta que da al patio. Lo que se ve más claramente en la fs. 21. Lo que muestran las fotografías de fs. 23 y siguientes es que no se movió el cuerpo nada, hasta que no se dieron las directivas. No se secuestró la prenda de Bertotti porque es obvio, nosotros íbamos a un asalto y homicidio realizado por dos personas ajenas al lugar, para qué voy a secuestrar la prenda de vestir de él si yo necesito pruebas de las dos personas que ingresaron, no necesito la prenda de él con su sangre –continuamente él se limpiaba la nariz y la boca con la remera-.
     3) Julián Andrés Medina: “Antes de la detención de Forti estuve reunido con él, horas antes, como yo trabajo de periodista tenía fuentes que podía ser alguien de las 800,indagué y di con Leonardo Forti como una persona probable que había estado dentro de la casa de Urquiza Nº 94, lo busco, no estaba en la ciudad, no pude dar con él, lo encontré el domingo a las 11 de la mañana, estaba muy nervioso, amigos me dijeron que estaba a punto de suicidarse, nos juntamos en  mi casa, le pregunto si estaba implicado en el caso y me dijo que sí, pero que no había hecho nada, lloraba, me dijo que le crea, le aconsejé dos cosas o entregate a la justicia o andate de acá, tengo el teléfono del fiscal porque lo conozco y le dije que lo llame. Llegó el padre porque era importante que él esté, ambos decidimos llamar a Alberione. El llegó a mi casa, charla con ambos, él le dijo si vos me vas a decir la verdad la justicia te va a ayudar. El fiscal le pidió que vayan a tribunales y le dijo que se tenía que buscar a un abogado, Forti me pidió que lo acompañara, llegamos también junto con el padre, tratamos de hablar con el Dr. Ruiz, yo tenía el celular, y no lo pudimos contactar, ellos también conocían al Dr. Corón Montiel, lo llamaron, llego a tribunales, entro a declarar con el Secretario Oreste Gaido, yo no entré. El me pidió que le diga a la madre que él iba a pagar por lo que hizo pero no por matar porque no lo hizo, que le diga a la madre y a la tía que les pedía perdón, eso era importante para él. Mi búsqueda comenzó una semana antes del domingo que lo encontré. También investigamos las hipótesis del robo, que eran unos que se habían escapado de la penitenciaria local, y vimos todas estas hipótesis. Julio Martino es mi compañero de trabajo. A las 11:15 lo vi a Forti en mi casa, Río Segundo 746 es mi domicilio. Antes había conversado con Forti en un partido de Sportivo Belgrano, charlé con él, me pidió que lo filmase, más o menos dos meses antes del domingo del encuentro. Creo que Forti vivía con los padres, los conocía de vista a los padres, mi señora conocía a la madre. Sandra Juárez se llama mi esposa. Ella fue quien fue a buscar al padre de Forti, la reunión duró no más de 40 minutos. Hace 4 o 5 años que vengo a la fiscalía o lo llamaba por teléfono a Alberione por mi trabajo, lo llame a su celular Le hablé a Alberione a las 11:40. Lo llamé y le dije que había conversado con Forti y que era unas de las personas que había estado dentro de Urquiza 94 y que se quería entregar porque lo iban a culpar de algo de no había hecho, estaba asustado y que corría riesgo su vida. Me preguntó si estaba seguro de lo que le decía y le dije que sí, vino a mi casa en una camioneta multicarga, y lo hizo solo, le di la dirección. Primero dije yo lo del abogado y luego el fiscal, le dijo si él tenia algún abogado y el padre dijo que sí y salta el nombre de Mario Ruiz y yo dije que también lo conocía, que si querían lo llamaba, después desde mi teléfono se hicieron varios llamados, a Ruiz a su domicilio, celular y oficina. No conseguimos comunicarnos con Ruiz y el padre dijo que su abogado de confianza también era Corón Montiel. Averiguamos que estaba jugando a las bochas en un club en un campeonato, yo vine hasta aquí y me quedo con Leonardo Forti, no sé quién buscó a Corón pero llegó a los 20 minutos, y ahí entra a la fiscalía nº 3, secretaria privada. Vine a la fiscalía acompañado de Carlos Forti. Se retira Alberione con Leo Forti en su camioneta y yo iba atrás con el padre en mi vehículo. Salimos de  mi casa tipo 12 o 12:10. Mientras esperaba la llegada del doctor Leo me cuenta parte de lo sucedido, pero yo no estuve durante la declaración. Solo vi gente de seguridad cuando ingreso a tribunales. Yo me senté en esa especie de galería, en un banco afuera de la oficina. Por un rato no se habló, lloraban el padre y el hijo, Alberione creo que estaba en su despacho. Leo lloraba mucho, le dije que no me cuente más porque total lo iba a contar mil veces, que se quede tranquilo y que diga la verdad. El padre le decía por qué hiciste esto. Leonardo le pide al padre que lo deje tranquilo un rato y el padre se va y ahí me quedé solo con Leo y ahí me pide que le diga a la madre y a la tía que viven con él, que le cuente lo que él hizo, que entro a la casa pero que nunca mató a nadie, que sabía que por un tiempo no las iba ver, que si bien les falló él no la había matado y que iba a pagar y cuando esto termine iba a cambiar. El dijo muchas más cosas del dolor que sentía, me pedía ayuda, porque si bien lo conocía yo no tenia confianza, hablaba dos minutos y lloraba diez, yo no sabía cómo manejarme. Después viene el Dr. Corón más o menos a la media hora. Corón se puso a hablar con Forti padre, no escuché lo que hablaron, me fumé un pucho en el salón grande, cuando vuelvo al banquito me dicen que va a declarar, yo dije que la decisión era de ellos pero si podía ayudar en algo que me avisaran, entonces en la recepción de la fiscalía se pusieron hablar el fiscal, Forti padre e hijo y el abogado. El abogado va con Forti hijo a la secretaria privada a declarar. Ahí me puse a hablar con el padre, que estaba destrozado, lloraba sin parar. Y esperamos a que saliera Leonardo Forti de declarar. Fue eterno, no sé si por la ansiedad o por lo largo de la declaración, me llamaban de mi casa. Leonardo sale de la fiscalía, se abraza con el padre, lloran y Leo me pidió que le diga al fiscal si yo lo podía llevar a abrazar a la madre. Al menos pasó una hora más desde que Forti salió de la fiscalía y yo llegué a mi casa. Yo le pregunté al fiscal y él me dijo que no podía llevar a Forti porque estaba en pleno proceso, lo que me dijo fue que si quería busque a la madre y la lleve a la comisaría. Después de la declaración ingresa un policía Mattalía que lo lleva a la comisaría, y otros policías que no les conozco el apellido. La fiscalía le comunica a Forti oficialmente que quedaba detenido, él no quería ir a la comisaría, insistía con ir a ver a la madre, lloraba, se tiró al piso, lo levanté, y lo acompañé hasta la salida de los tribunales en el estacionamiento, y ahí lo esposan, yo lo convenzo hasta afuera donde lo esperaba  el patrullero. Ibamos todos para el mismo lado, Forti y yo y mas atrás Alberione y el secretario. Luego de eso lo llevé al padre de Forti hasta la casa. Le dije que si quería yo llevaba a su esposa a la comisaría porque ellos no tenían auto, y me dijo que no, que gracias por todo, que demasiado había hecho. Cuando llegamos a tribunales Gaido ya estaba aquí. Por lo que lo conocía a Forti, era un pibe más del barrio, había ido a mi casa un par de veces, para ver si tenía algún trabajo para él, repartir diarios o sacar fotos. Los amigos de él cuando yo investigaba me dijeron que Forti estaba últimamente muy mal, que tomaba mucho alcohol, que no dormía y cuando se dormía se despertaba gritando. Que consumía cualquier cosa, pastillas, marihuana, que estaba muy nervioso. Que algo le había contado a sus amigos pero no le creyeron. Ese domingo Alberione no me interrogó como testigo. Con posterioridad tampoco fui a declarar a sede policial. Creo que no se me interrogó porque yo publiqué varias veces en mi diario temas judiciales y nunca se me interrogó, entonces acá tampoco. En otras oportunidades llevé gente no a tribunales  sino a la policía por delitos por ejemplo de violación, tanto del violador como de las víctimas. Ningún otro fiscal vino a mi casa nunca. En todo lo que contó Forti nunca se le denotaba violencia. Cuando él se quebró en mi casa, me dijo que el no la mato pero que estuvo en la casa, decía muchas veces yo no la maté, yo no la maté. Soy director del diario El Tiempo. Cinco años y medio hace que se creó El Tiempo acá y doce afuera. Acá sentado (en tribunales) me dijo Forti soy un pelotudo, entre a la casa, de pelotudo, yo no hice nada, le pegué a los dos y me fui, me voy a comer todo este garrón por pelotudo. Forti antes de declarar habló a solas con Corón y su padre. Antes de localizarlo a Forti yo escuché que tenía miedo que lo maten  o que se iba a suicidar. Había habido muchos intentos de suicidios en las 800, eran chicos como él, jóvenes adictos pobres. Yo por otras fuentes sabía que Bertotti podía atentar contra la vida de Forti porque él estaba muy comprometido. Yo al principio creía que Forti la había matado, y también creí que había otra persona en la casa, porque Bertotti solo no lo podía hacer porque necesitaba que alguien le pegue para simular el asalto.
4) Rita Zulema Ercole, madre de la víctima: "Yo no conocía a Forti, el imputado, sólo conocía al hermano. Yo estuve con mi hija tomando mates, fuimos a comprar una almohada, me dejó en el negocio, y me llamó después para que le pase a buscar una crema que había encargado en la farmacia, me crucé a buscarla a la farmacia del frente y cuando se la iba a llevar vino mi marido con Juanchi Borgogno y me dicen lo que había pasado. Fui al  lugar, después a mi casa y tipo 9 de la noche más o menos vino Alejandro y me dijo "perdón, no pude hacer nada, no la pude salvar". Yo no entré a la casa ese día. Obvio me desmayé y todo cuando me enteré de la noticia. Después cuando detienen a Forti, le pregunté a Alejandro qué pasó y me dijo que ese chico no lo conocía pero al hermano sí llamado Diego y que Diego le pidió prestado $ 150 por la calle Hermanos Casalis y me dijo que él había ido a la casa de Forti porque había ido a buscar los $ 150 que le había prestado. Eso fue el domingo a la noche cuando lo detienen a Forti y después no lo vi más, creo que había viajado a Córdoba, el día de su detención llamó para ver a la nena y le dije que por orden de la fiscalía no podía verla, entones me pidió que fuera para su casa, cuando llegué estaba él y la mamá, me empezó a relatar su historia, que había ido a la casa de Forti por un negocio que había hecho, que tenia que ir a buscar la ganancia, luego me dijo que a buscar la plata que él le había prestado, luego me dijo que tenía que llevarle una plata porque Forti tenía que pagar unas cosas de la droga sino lo mataban, luego me dijo que Forti estaba redrogado, que se le había subido al auto, que lo había amenazado pero a ella le extrañó que le dijese que él no había visto el arma. Que él le dijo a Forti no tengo el dinero acá lo tengo en mi casa y Forti le dijo bueno llevame a tu casa, y luego pasó lo que pasó y no me dio explicaciones de lo que pasó adentro. Después yo me puse mal, me fui y no le pregunté más nada. En esos quince días después del hecho vino a mi casa muchas veces, él reiteraba que no se acordaba por dónde regresó a su casa. Había estado de un paciente Zopeto. Luego su mamá vino dos o tres veces o habló por teléfono para pedirnos que declaremos que Alejandro le había pedido que llevara antes a la nena, porque Natalia estaba sola, y no salía y ni iba a trabajar por el tema de la gripe A. Y ahora pensando nos damos cuenta por qué insistía en que declare eso. De todas maneras ellos a la nena no la llevaron antes. Esa noche en el velorio la madre me dijo "pensar que Alejandro me dijo que le llevara antes a la nena". J. se llama mi nieta, iba todos los miércoles de los abuelos paternos. Ellos no la devolvieron antes porque el hecho fue a las siete, más o menos, y aun no habían devuelto a la nena. Era porque Natalia estaba adentro por la gripe A, y como estaba sola Natalia quería que vaya antes la nena. El único día que no iba la empleada eran los miércoles porque la nena no estaba, cuidaba a la nena a la mañana pero los miércoles a la tarde no iba porque la nena iba de los abuelos. Hacía dos años que la empleada cuidaba a la nena. Nunca vi nada raro entre ellos, nos juntábamos como familia. La primera versión de Alejandro para con nosotros fue del robo. Yo me enteré de la muerte terrible, de la forma, a los dos o tres días, yo creía otra cosa. Un año y medio antes, más o menos, de que se casara con mi hija conocí a Bertotti. La niña  nació el 14 de febrero de 2005, después mi hija tuvo otro embarazo y lo perdió a los dos meses, en el 2008,  no recuerdo el mes de la pérdida. Fue un embarazo buscado, mi hija estaba de 6 meses de embarazo cuando la mataron y fue un embarazo querido por la pareja.  A mi juicio la relación era buena con discusión como cualquier persona. Natalia era más impulsiva, de reaccionar, de insultar, con la nena era más recta y él era demasiado calmo. Con mi hija estábamos todo el día, trabajábamos juntas, si tenía algún compromiso primero me preguntaba a mí para que le tenga a la nena y después a la familia de él. Creo que la última fiesta que fueron fue en octubre a un casamiento de una amiga de Natalia. Nos visitamos en los domicilios, cenábamos juntos, o salíamos a cenar, me dejaba la nena para hacer algún mandado. Los domingos también a veces nos reuníamos. Esa tarde de la muerte estuve tomando mates en la casa de ella, y antes de eso fui el miércoles a la mañana. En el living, en una mesa negra, había una foto de ella con Bertotti, no sé bien, creo que la foto era de un viaje a la sierras que habían hecho, no recuerdo. El tenía tres trabajos. El trabajaba en el San Justo, en el Hospital y en Sinapsis, en tres lugares. En el Hospital trabajaba de 7 a 13 hrs. A la tarde iba al sanatorio y creo a Sinapsis en distintos días, pero no sé cómo eran los horarios. Ella era más confidente con el padre que conmigo; conmigo también pero con el  padre más. No sé si existió un hecho de violencia física entre el matrimonio. Ella fue por recomendación de un médico a que Bertotti la atendiera, ahí lo conoció y después se empezaron a relacionarse más, después me entero que él dejo a una chica de muchos años, no la conozco pero sí a su familia, es de apellido Griffa. Cuando me contó mi marido -que estaba con Juanchi Borgogno- me dijo asaltaron a los chicos, yo creí que era a mis nietos, por parte de mi hijo. Y me dijo que él estaba golpeado y que con ella no se pudo hacer nada. Cuando me entero del arma encontrada él me llama, me  dijo ahora se va saber quién es el verdadero asesino. Yo fui al día siguiente al lugar del encuentro para preguntar y me dijeron que estaba a la vista. Tengo entendido que cuando tenían plata se la daban a mi marido que tiene caja fuerte. Y después de lo sucedido me entero que mi marido le había prestado plata, no sé cuánto, para pagar un lote que habían comprado y Natalia le dijo a mi marido varias veces que Alejandro no había podido juntar la plata, que lo aguantara. Yo traía a mi nieta a ver al padre a tribunales y siempre le dije a Alejandro por favor decí la verdad y él dijo ya la voy a decir, decí quién era la segunda persona y él decía "no sé quién era, si estaba encapuchada”. A Forti lo conocía porque trabajaba al lado de nuestro negocio pero no él que está preso sino al hermano. Vine a la fiscalía tres veces, a Alberione lo conozco por el hecho. Alberione nos citó para informarnos cómo iba la investigación, nos preguntaba cosas que iban apareciendo. Otras veces nosotros quisimos hablar con él, y nos recibió. No recuerdo por qué tema lo consultamos nosotros".  
     5) Víctor Juan Vercesi, padre de la víctima: "Yo no tenía ni idea que existía Forti, no lo conocía. Lo que puedo decir es lo que ya declaré. Salí del negocio a las 19, fui al café como siempre, a cuatro cuadras, me senté en la mesa con amigos, suena el celular, era Alejandro tipo 19, 19.15 y me dijo vení nos asaltaron y nos pegaron mal, me fui en la camioneta, y llegué rápido, estaba Alejandro afuera y me dijo no llega la ambulancia qué hacemos y ahí escuchamos la sirena, entraron los paramédicos y atrás yo y cuando la vi dije está muerta, después salí y no entre más, después entré y hablé con Alejandro en el living, no me acuerdo de qué, yo estaba muy skoqueado. Después del hecho Alejandro venía casi todas las noches a comer a casa, pero no se hablaba casi del tema porque estaba la nena J.. Y cuando aparece este sujeto Forti, me cuenta que cuando volvía a su casa se le subió al auto y le decía dame la plata, dame la plata, esto fue después de que lo detienen a Forti. Eso que me cuanta fue después de ver al ultimo paciente, un tal Zopeto, y que recibe una llamada y que fue a la casa de Forti y cuando llegó se le subió al auto, casi seguro que con un revólver, y lo amenazó llevame a tu casa a buscar la plata. No me dijo a qué plata se refería. Todo ese tiempo después de la muerte de mi hija yo no receptaba, escuchaba pero estaba en otra cosa. Les presté plata para pagar un lote, fueron  10.000 dólares, les acepté la devolución de unos 500 dólares por mes para que se den cuenta que eran jóvenes y debían ahorrar, pero no les exigía la devolución. Cuando me da la explicación de Forti él no estaba detenido. Fui a la cárcel dos veces, charlamos pero nada trascendente, me pidió que vaya, le dije que me cuente la verdad y me dijo que ya la iba a decir. Después de la versión del asalto sólo aclaró que eran dos personas encapuchadas, con guantes, no me dijo ni pregunté por dónde entraron. Mi relación con él empezó antes de casarse, el casamiento vino más o menos rápido. De la fecha del matrimonio no me acuerdo pero creo seis o siete años. La hija del matrimonio fue querida por los dos. Mi hija había perdido un embarazo, luego Alejandro la llevó a Córdoba a la clínica Chutro a hacer un tratamiento, y luego quedó nuevamente embarazada. El embarazo último también fue querido por el matrimonio por lo que yo sabía. Nos frecuentábamos bastante. Los viernes cenábamos juntos afuera, y los sábados si no tenían compromisos ellos, venían a casa y el domingo los tradicionales asados. Yo siempre lo consideré un matrimonio normal, con proyectos, alegrías, discusiones. Mi hija era un poco hiriente para decir las cosas, cuando no le gustaba algo se sacaba, y a él nunca le sentí levantar la voz, 
en mi presencia. Conmigo Natalia era más sincera que con la madre, confiaba mucho en mí, mi hija me hubiera dicho si hubo agresiones entre ellos, trabajábamos juntos y me lo hubiera dicho, estoy seguro que no hubo violencia física en la pareja. Me retiré del lugar cuando prácticamente todos se habían ido, Alejandro me dijo que me lleve el perro, que no estaba acostumbrado a dormir afuera. No sé qué hora era, yo estaba perdido, al boleo, yo creo que a las 9 de la noche me fui. La policía se había ido prácticamente toda, también estaba Alejandro y algún amigo no me acuerdo quien. El padre de él llegó después de mí, yo llegué primero, vuelvo de ver el lugar donde estaba mi hija y ahí veo al padre de Alejandro, adentro de la casa, estábamos reunidos en el living, la policía iba y venía, yo salí y entre varias veces. No sé la cantidad pero 6, 7 u 8 policías había, no sé. No conocía a ninguno de los policías. No sé a qué hora se retiró el papá de Alejandro. Estaba un amigo a lo ultimo pero no sé quien. En mi presencia ningún policía interrogó a Alejandro. Alejandro y Natalia me iban devolviendo por mes en dólares, lo que iban juntando, a veces 500, a veces nada, porque no llegaban a juntar y yo les decía que no había problemas. Más o menos el préstamo fue ocho o diez meses antes del hecho, quizás menos. Alejandro después de que apareció Forti me dijo que iba a necesitar un abogado, yo lo acompañé a Córdoba a hablar con el Dr. Buteler, fue en esos días, no sé si un lunes, no me acuerdo. Bernarte recomendó a Buteler. Alejandro se reunió acá antes con el Dr. Bernarte no sé cuántas veces. En mi visita a la cárcel no me dijo nada de la droga. Mi celular es 15503360, a donde me llamó Alejandro el día del hecho, no me fijé de dónde me llamó él. Borgogno no estaba conmigo en el café, pero cuando fuimos a buscar a mi mujer para contarle lo sucedido él me acompaño. Cuando tenían algún dinero, por ejemplo cuando cambiaron el auto, me lo daban a mí para que lo guarde en la caja fuerte de mi negocio, no me acuerdo cuánto era. Nos enteramos por la radio del arma que se encontró, esa tardecita llamó Alejandro para hablar con J. y atendí yo y me dijo por fin se empiezan a aclarar las cosas. No fui el primero en entrar, estaba algún policía, no me acuerdo, y un vecino. Ese día Bertotti tenía una polera clarita, y un ambo de trabajo todo lleno de sangre, se tapaba con un pañuelo, yo me salí de lugar, no sé qué hable con él. No me entero por Bertotti de la muerte de mi hija, sino cuando la veo. En ese momento le sangraba la nariz y luego se le pone negro el ojo a Alejandro. Yo no sabia si ellos tenían el dinero que se decía en la casa que fue motivo del robo. Después me llamaron a declarar, no recuerdo la fecha. También  tuvimos una reunión con el fiscal y mi señora. Y también estaba el ayudante que iba y venia, siempre hablamos en relación al hecho y a Bertotti, la declaración fue posterior  a esta charla. La casa donde vivían era mía y yo se las prestaba. A veces la ayudaba a Natalia a pagar alguna cuota para cosas de ellas. Al auto propio de ella lo guardaban en el galpón de mi taller. Creo que el auto Wolksvagen de él estaba pagado, y el de mi hija lo sacó en cuotas. La plata que me dieron para guardar fue por la venta de un auto, la diferencia creo fue eso lo que me dieron para guardar. Para mí él se sintió aliviado cuando apareció el arma. Yo creí que esto iba a ayudar a aclarar las cosas pero no fue así".
     6) Policía Luis Roberto Cabrera: Yo recibí una llamada de un masculino al 101, me dijo que habían sido asaltados, que mande policía y emergencias, le dije que se calme y le pregunté el nombre, me dijo Bertotti. A los 20 minutos voy al lugar y la fiscal me ordena que me quede en la puerta, luego entro y controlo que no entre nadie, estaba Bertotti sentado, me lo muestra la fiscal, con su padre y su suegro. El se ponía mal, y me acuerdo que dijo nunca me voy a olvidar la cara de ella como pidiéndome ayuda. Había una mancha de sangre cerca de la ventana con una pisada grande y una chica. Se pone mal y pide que se vaya la policía que se quería bañar. En un momento, Bertotti saca del patio un perro bóxer y se lo entrega a su suegro. Yo trabajaba en el comando cuando recibo la llamada tipo 19 horas. Me pide policías y ambulancia, que los habían asaltado dos personas, le dije que se calmara y me dijo mi señora está en el suelo, creo que muerta, me da el domicilio y el apellido, mando al servicio de emergencias y comisiono a Almirón al lugar del hecho. Había mucha gente en el lugar, yo llego a los veinte minutos del llamado, antes había mandado gente, a los 15 minutos de haber estado en la puerta ingreso y me pongo en el living al lado de la  puerta y controlaba que no entrara gente, salvo los que tenían que trabajar, nunca fui al lugar donde se encontraba la occisa. Las pisadas que estaban en el living, pisadas de sangre, una más chica y otra más grande. Los sujetos salieron por el garaje le dijo al suegro y al ratito le dijo no, salieron por el frente. Me quedé en el lugar hasta que retiraron a la occisa, no recuerdo cuánto tiempo pasó. Cuando termina el procedimiento policial Bertotti le entrega un perro marrón bóxer, creo, al suegro. Después de esto no tengo más participación en el hecho. No verifiqué si el garaje estaba abierto o no. No recuerdo haber declarado con posterioridad al hecho. Recibo la llamada en el 101. Comisiono al subcomisario Almirón, además de atender el teléfono yo estaba como coordinador. Cuando llegué al lugar ya estaba la fiscal de turno la Dra.  Faillá. Ella me indicó cuál era mi tarea. Estaba en el lugar el oficial Díaz, Mattalía y no me acuerdo quiénes más porque estaban trabajando lejos, yo estaba en la puerta. No me acuerdo a qué hora me fui. Estas tres personas estaban sentados en un sillón: Bertotti, el padre y el suegro. No vi que lo interrogara nadie a Bertotti. No recuerdo cuándo fue el hecho y por ende cuántos días después declaré. Hace 31 años que revisto en la policía, e hice tareas investigativas. No recuerdo la ropa que vestía Bertotti. Yo llegué mucho después, ya estaban los parientes y otros policías. No recuerdo quién llevó el cuerpo, un servicio de emergencias, pero no sé cuál".
     7)Susana Rita Suárez, es la madre del imputado Forti: "Es muy poco lo que yo tengo que decir, el Sr. Bertotti se presentó dos o más oportunidades en mi casa, yo lo atendí una sola vez con mi hijo Luciano en el cual buscaba a Leonardo y le preguntamos para qué y nos contestó que era porque le había prestado trescientos pesos y un reloj y entonces le dije que yo era una empleada doméstica que no le iba a poder devolverle ese dinero y que yo no había visto un reloj en mi casa. Mi hijo Luciano también le dijo que le iba a preguntar a Leonardo. Siempre se hacía pasar por Fernando Gaviglio, en un primer momento yo dije que no lo conocía, pero por la noche cuando lo pasaron por televisión reconocí que era el que se hacía pasar por Fernando Gaviglio. Recibí algunas llamadas telefónicas preguntando por Leonardo o por Diego, pero nada más. Yo no tengo conocimiento de nada más. A preguntas del fiscal, no puede recordar cuándo se presento este señor en su casa, fue antes de este hecho pero no recuerda cuánto antes. El domingo a la noche cuando se entregó mi hijo nosotros no sabíamos quién era Alejandro Bertotti, cuando lo pasan el lunes a la noche por televisión, ahí lo reconocí que era el señor que iba a mi casa. Cuando este señor fue a mi casa no encontró a mi hijo. Eso fue nada más. Una vez que yo lo atendí, recuerdo que fue a la mañana, once u once y algo de la mañana. Tengo una hermana discapacitada que lo vio más de una vez, ella sí lo vio más de una vez. Mi esposo habló con el una vez, yo lo se pero lo dirá él después. Llamaba al teléfono fijo, como Fernando Gaviglio, no se de que teléfono llamaba él. Cuando el venía yo le decía te viene a buscar Fernando Gaviglio y él no me contestaba nada, nunca hablamos de eso.  Yo trabajo en el Sanatorio San Justo, limpio consultorios y no tenía idea que el trabajaba ahí. Sé poco sobre la detención de mi hijo, el se habla con Julián Medina y de ahí en mas el que estuvo en contacto fue mi marido. No entregue ningún elemento al fiscal, hay sí un papel con un número de celular y atrás había algo de un banco, no se bien que era. Ese papel estaba arriba de un mueble en el dormitorio de Leonardo. No se de quien es ese número de teléfono. Hubo más llamadas que atendieron Luciano o mi hermana que está siempre en casa. Lo reconozco por la televisión después de la detención de mi hijo. La visita de él a mi casa fue unos meses antes no años. Con mi hijo no hablé sobre el tema. De mi casa se fue a hablar con Medina, estábamos en mi casa mi hermana, Luciano y yo. Vino a mi casa la Sra. de Julián y me vino a decir que Leonardo estaba metido en algo feo y que vaya hablar con Julián yo lo desperté y el se fue de Julián, pero no le pregunte que era lo feo. Vino mi marido y me dijo que Leo estaba involucrado en el hecho y que el Sr. Fiscal lo iba a interrogar. La Sra. se fue y mi marido no se encontraba y cuando lo encontré le dije Leo esta de Julián anda que quieren hablar con vos. Tengo 5 hijos, 4 varones y  una mujer. Preguntaba por Diego o por Leonardo cuando llamaba por teléfono, a veces preguntaba más por Diego otras por Leonardo, venían muchos amigos, no me acuerdo ni prestaba atención a las llamadas. Mi marido, luego de llegar de la casa de Julián Medina  me dijo que Leonardo estaba involucrado en el asesinato de Natalia Vercesi. Esa fue la primera vez que me enteré de que mi hijo estaba involucrado. Después de la detención mi otro hijo no me contó nada. Hace doce años que trabajo en la casa de familia de una doctora, y tiene el consultorio en el sanatorio, se llama Polero y es odontóloga, hará siete u ocho años que le limpio el consultorio a la Dra. Polero. El consultorio de la Dra. Polero está en frente del consultorio del Sr. Bertotti. Además trabajo en la casa de una familia Cerutti, en julio estaba trabajando ahí también, que tienen una veterinaria, martes y viernes trabajo ahí y de la Dra. Polero y lunes, miércoles y viernes de Cerutti, trabajaba de seis y media de la mañana hasta las doce en julio del 2009. (Se le exhibe un papel con un número de teléfono celular manuscrito, siendo el número 15662709), a lo que manifiesta “Ese es el papel que yo entregué”. Lunes, miércoles y viernes por la tarde trabajaba de la Dra. Polero y sábado a la mañana voy a limpiar el consultorio, no tengo un horario, tres y media hasta siete y media ocho más o menos, según el  trabajo. Mi hijo tenía amigos del barrio pero no recuerdo los nombres, fisonomía ni nada, no veo muy bien, sí escuché a uno que le dicen "Cancún", amigo de mi hijo. No conozco a una persona llamada Darío, sí escuché hablar de Polo Pucheta, que es amigo de mi hijo. A una persona apodada Coco, la escuché nombrar. Yo tengo cinco hijos, viven tres en mi casa. Tengo tres dormitorios. Diego y Luciano comparten la misma habitación. Si recuerdo este hecho antes de tener noticias de que mi hijo estaba involucrado en él. No recuerdo, concretamente, si mi hijo alguna vez me pidió que lavara alguna ropa. Yo lavo la ropa de todos mis hijos. Un  día mi hijo se fue a bañar y me dijo que se había hecho encima y que le lavara la ropa. Todos los días yo lavo la ropa a las siete y media u ocho, a la hora que llego del trabajo. De la detención de mi hijo me enteré después, cuando volvió mi marido, yo no recuerdo qué me dijo, vino y me dijo que quedó detenido. No le puedo decir todo lo que me dijo porque no lo recuerdo. La persona que vi en televisión está en la sala, lo señala (Bertotti). Al papel lo saqué de una canastita. Mi hijo tenía problemas de adicción. Yo sabía, uno se da cuenta, pero no de hacer problemas en la casa, un chico bueno, cariñoso, nunca hablé con él de este problema, nunca tuvo ningún tratamiento, ¿con qué dinero? Yo entregué un papel con un número de teléfono de un celular y atrás había algo de un banco, a ese papel lo tomé de una canastita que estaba arriba de un mueble de la habitación de Leonardo, había un número de teléfono pero no sé de quién era. Después reconoció el papel que se le exhibió. Ninguno de mi familia tiene cuenta en el Banco Macro. Sé que ése es el consultorio de Alejandro Bertotti porque afuera tiene un cartel que dice Alejandro Bertotti. Cuando lo visito a mi hijo no hablamos del tema, el día que lo detuvieron lo pude ver a la noche, en jefatura, tampoco me dijo nada. Nada más nos abrazamos y lloramos. A la noche lo fuimos a ver los  tres, con mi marido y mi hijo".
     8) Carlos Luis Forti, es el padre del imputado Forti: "No conocía a Bertotti de antes. Yo ese domingo hago como de costumbre, salgo temprano, leo el diario y voy a hacer mandados para mi señora. Después voy a jugar al club a las bochas. Le digo a mi señora que me voy al Club Colón y a las doce volví. Como era un campeonato de bochas de categoría muy baja, me fui al Club Unión Social a ver el partido y a las doce menos diez más o menos me voy a casa y lo veo a Luciano, estaba mi señora en mi casa y me dice que me había buscado por todos lados y le digo por qué, qué hice de malo y me dice que el Leo tiene problemas, y me dice que está en lo de Julián, yo no sabía que el Sr. Medina vivía a una cuadra de mi casa. Voy a la casa de Julián y Julián me estaba esperando afuera. Me comenta que Leo tenía un problema con el caso Vercesi y en el comedor estaba el Leo sentado contra la pared, me ve a mí y se pone a llorar, yo también y no le pregunté por qué, no le recriminé ni nada, dentro de nuestras posibilidades nunca les faltó nada. El Leo me dice que me vaya que se iba a ir a las vías y cuando pasara el tren se iba a tirar. No tenía alternativa, no podía dejar afuera a mi hijo porque estaba muy desesperado, se quería matar. Julián sale afuera, yo lo abrazo y le explico que es lo mejor, él me dice que Leo quiere entrar a la casa con la frente alta, no bajar la cabeza. Salgo para decirle a Julián, y ya estaba hablando con el Dr. Alberione. Se ve que ya estaba hablando antes con él porque le estaba explicando cómo llegar a su casa. Decidimos venir a tribunales. El Dr. Alberione estaba en una camioneta blanca multicarga, mi hijo se fue con Alberione y yo me fui con Julián Medina, llegamos acá y estaba el Sr. Gaido y policía de investigaciones, Ferrero, Mattalía, que son los que yo conozco de antes. El Dr. Alberione me pregunta qué abogados tengo porque había que poner un abogado, yo le digo que no tengo porque jamás necesité de un abogado. Tratamos de comunicarnos con el Dr. Ruiz y no lo podíamos ubicar, yo estaba muy desesperado y lloraba y le dije que yo lo conocía a Sergio Corón y al no poder comunicarse con Ruiz, me dice que lo llamemos a Corón, y entonces yo le dije que sí, que eso le decía yo y el fiscal no entendía lo que yo hablaba. Tengo con Corón una amistad de hace 25 o 30 años. Salen ellos a buscarlo a Sergio Corón y yo me siento en la galería en el suelo con Leo. El Dr. Alberione trata de ubicarlo y le dicen que está en el club Estudiantes y le explico cómo llegar porque yo nací en ese barrio. Salen a buscarlo. Leo va a la oficina con Gaido. Lo ubican a Sergio que viene con la ropa blanca, porque estaba jugando a las bochas. Le explico lo que le pasaba a mi hijo. Él me dice que no sabe nada, entramos a una oficina Leo, Sergio y yo, y Sergio le dice contame lo que pasó. Leo le cuenta, Sergio le dice que lo va a defender pero que no le mienta. Yo ahora me tengo que ir pero mañana te vuelvo a ver y vemos qué pasa. Le dice que puede o no declarar, Leo sí quiere declarar. Yo me quedé afuera con Mattalía y le dije que lo único que yo quería era que no le pegaran, que no le hicieran mal. En la policía me dieron todas las garantías de que iba a estar bien. Mi hijo quería ir a mi casa, a saludar a mi señora, y le dijeron que era imposible, que él tenía que ir a la jefatura, que por el momento iba a estar ahí, hasta el lunes, que no se hiciera problema porque a la madre la iba a poder ver, y entonces la podría ver el domingo a la tarde que había una visita especial. Yo lo abracé llorando y nos despedimos. Medina me sugirió que el abogado podría ser el Dr. Ruiz. Independientemente de esto el Sr. Fiscal Alberione me dijo también que el abogado podría ser el Dr. Ruiz. Yo no conocía a Bertotti pero sí al padre de cuando eran chicos. La primera vez me preguntaron lo mismo, si lo conocía a Bertotti o no, y yo decía que no. Después de entregarlo a Leo, vemos la foto en la televisión y nos damos cuenta que sí conocíamos a Bertotti, sí lo conocíamos, nada más que él cuando vino jamás dijo que era Bertotti sino que vino con otro nombre y otro apellido: Fernando Gaviglio. No sé quién es Fernando Gaviglio, pero supongo, porque mi suegra y mi suegro tenían una amistad muy grande porque trabajaron muchos años en una casa de la familia Cima - Gaviglio casada con Marité Cima, vive cerca de Vercesi, por eso supongo que inventó ese nombre, pero no sé si existe o no Fernando Gaviglio. Yo lo vi en mi casa, cuando yo salgo él se retira, entonces le pregunté a mi señora qué quería y ella me dijo está buscando a Leo y ella me dijo que él le dijo que le había prestado 300 pesos y un reloj al Leo y que lo quería  de vuelta. Yo le dije cómo le va a prestar eso a un pendejo que no labura. Y otra vez que vino dijo que le quería dar un trabajito para el Leo, una changuita en el Centro Médico y cuando le dije al Leo él me dijo después voy y yo le dije mirá las ganas que tenés de laburar que pensás ir después. Siempre que Bertotti vino, vino a pie. Yo a mi hijo lo presenté un domingo y a mí me citaron el lunes. Ese domingo fui a comprar algo al almacén a la noche, y para una camioneta doble cabina y me preguntó si yo vivía ahí, y yo le dije que sí, entonces me dijo asesino de mierda, me quiso agredir, yo llegué a entrar y él me gritaba que me iba a matar y a romper toda la casa. Diego me dijo vení quedate acá, es el hermano de Natalia, entonces luego agarré la moto para hacer la denuncia. No podía hablar, lloraba, la declaración duró mucho, me permitían parar, fumar un pucho, les pedí por favor que me dejaran ir,  y me retiré a las cinco de la tarde del lunes. Yo lo visitaba en la cárcel a mi hijo. Me comentó que tuvo una propuesta de Bertotti por dinero si cambiaba la declaración y así el zafaba y a Bertotti le bajaban la pena. Leo le dijo no sé, hablá con mi papá o con mi abogado, y yo le dije que me llamen a mí, y pensaba decirles si me dan $ 100.000 yo les vendía la libertad de mi hijo y pensé citarlo en un café para así filmar todo, le comento a Julián Medina que era cierto el comentario y que yo tenía un plan y si él tenía alguien conocido para hacerlo, para que me preste filmadora o grabador, y me sentí defraudado porque Julián Medina al día siguiente lo publicó en el diario El Tiempo, así que esto quedó en la nada. En otra oportunidad también Bertotti le preguntó qué necesitaba a cambio para que él cambie la declaración y Leo le dijo nada, mis viejos me dan todo. Luego pasó lo del compañero de celda, que le quería sacar las huellas, Leo me lo cuenta y yo rápido le voy a decir a Alberione, él me toma la denuncia y ahí le cuento lo del dinero ofrecido, Alberione me pregunta si Domínguez iba a declarar y le digo que sí, que era incondicional, entonces Alberione lo cita y lo hace venir a tribunales, Julián Domínguez declara el tema del ofrecimiento, le preguntan quién era el fajinero que le había ofrecido eso y bajan al fajinero –me enteré el otro día que era un tal Zamudio- y el fajinero dice que sí, que eso era así. El Fiscal me preguntó cuántos fueron los ofrecimientos, en definitiva fueron tres, o sea dos ofrecimientos y éste último episodio. Respecto al hecho de la muerte de Natalia Vercesi, el Leo tengo entendido que recibió un dinero, un dinero grande para nuestras posibilidades. Pero en ningún momento hizo ostentación de ese dinero porque no llegó nunca a comprarse una remera o un par de zapatillas. Una noche estaba el Leo con su novia y cuando se van mi señora me da catorce pesos y me dijo que se los había dado el Leo porque al día siguiente quería comer un asado. Yo compré un asado que me salió cuarenta. El sábado yo voy a trabajar –a veces trabajo como mozo-, y me tengo que volver porque no se trabajaba por el tema de la gripe a. Yo me acuesto amargado porque me quedaban unas cuotas sin pagar de la moto, y me quedé sin trabajo. Vino el Leo y me preguntó, le dije que estaba mal porque tenía que pagar unas cuotas de la moto que eran de doscientos veinte pesos. Vino y me dijo tomá, son unos ahorros que tengo, y me dio setenta pesos. En esos días el Leo había ido a sacar unos árboles y a limpiar unos yuyos en el barrio La Milka. Yo le dije que se quedara con esa plata, y él me dijo que no había problema, que usara esos setenta pesos. Leo contó cuando vino Sergio Corón qué dinero había cobrado, y yo dije qué hiciste con esa plata. Tengo entendido que eran cinco mil quinientos pesos. Yo escuché cuando Leo se lo dijo a Corón, yo no sabía nada del dinero, a mi no me lo dijo escuché cuando se lo decía a Corón, y ahí le dije qué hiciste con la plata y él me dijo me la gasté y ahí le dije sos loco vos. La idea de la plata, de los $ 100.000, no lo hablé con nadie, le dije a Leo solamente que me llamen a mí, y ésa era la idea, pero no lo hice porque cuando se lo conté a Medina, el lo publicó, entonces era obvio que nadie me iba a llamar. Mi hijo al momento del hecho y ahora tiene muchos amigos, los nombres no sé, Pucheta, Castro Emanuel, no sé no me acuerdo los nombres ni dónde viven los amigos. También iban a casa a buscar a Luciano pero no sé cómo son ni quiénes son. Yo afuera de dos cuadras de mi casa ya no se mas nada. Mi hijo me dijo que el Sr. Bertotti le hizo la propuesta monetaria, no sé cómo se habrán cruzado dentro de la cárcel pero se la hizo, mi hijo esta en el pabellón número 7, solo falté dos sábados a visitarlo, nunca le falte, solo falte por trabajo y el lo entendió. Leo en jefatura estuvo dos meses o dos meses y medio, no sé. Mi hijo estuvo siempre en el pabellón siete, Bertotti no está ahí, no sé en cuál está Bertotti, sabia que estaba en el tres, pero no se si todavía esta en el tres o no. El Sr. Gabriel Vercesi cada vez que me ve me provoca, me dijo de todo el lunes en Urquiza 94, que quede constancia, porque si alguna vez me pasa algo, que sepan que siempre me amenaza. No me enteré si después de las huellas pasó algo más por parte de Bertotti”.
     9) Diego Gastón Forti, es hermano del imputado Forti: “Conocía a Bertotti antes del hecho porque teníamos un amigo en común. Lo vi en Bv. 25 de Mayo y Pellegrini, en la vereda, no recuerdo la fecha, hace mucho, me pidió número de teléfono, como no tengo celular le di el fijo, a los dos o tres días me llamó y me dijo que tenía un problema. Y a los dos o tres días me llamó de nuevo y me dijo si podía seguir a una persona y que quería apretarlo. Me dijo que era un muchacho que tenía la Farmacia Villafañe, ya ahí nos encontramos en la vereda del Sanatorio San Justo. Ahí me empezó a dar los datos, que el día miércoles él jugaba al paddle en un club, yo al día de hoy no lo conozco porque no lo seguí ni nada. Nunca habíamos hablado de dinero, pero sí iba a haber una moneda. Me entregó una vez doscientos pesos y otra vez trescientos pesos. Lo conocía de antes porque iba al Pablo VI con un amigo en común, lo conozco desde los catorce o quince años. Esto fue en enero o febrero del año dos mil nueve más o menos. Lo conocía a Bertotti por un amigo común, Leandro Marlatto, era un amigo común de la época del secundario, ellos iban al Pablo VI, yo no. La amistad siguió, hasta los dieciocho años más o menos, subsistió la amistad, en la época escolar, después cada uno hizo su rumbo, nos saludábamos y demás pero nada más. No lo había visto hasta que ese día, una mañana en la vereda de Bv. 25 de Mayo y Pellegrini, donde está la Farmacia Villafañe, primero me pregunta si tenía trabajo, qué estaba haciendo, y que tenía un trabajo para mí, un trabajito, me dijo que todavía lo estaba pensado porque era un poco fuerte, que después me iba a llamar. Le dije que me estaba asustando y me dijo que él también se estaba asustando. Ahí me pidió el número de celular y le dije que no tenía y le di el número de mi casa. Lo siguiente fue que a los dos o tres días me llama a mi casa que se quería encontrar conmigo en la vereda del Sanatorio San Justo. A las ocho de la noche, cuando salía de trabajar del consultorio de él. El encuentro se produce y me comienza a hablar, creía que la mujer lo engañaba con otra persona, y que él estaba pensando en hacer algo pero todavía no estaba decidido. Yo le dije que cualquier cosa me llamara, y me retiré del lugar. Una semana después me llamó a mi casa, al fijo, y otra vez me dijo que nos encontráramos en Larrea y Caseros, él fue en el auto y ahí me dio el dato, que era Villafañe, el dueño de la farmacia que estaba en Pellegrini y Bv. 25 de Mayo, me comentó que quería asustarlo, apretarlo. Me dijo que Villafañe lo engañaba con la mujer, que él conocía a la mujer de Villafañe porque eran compañeros de trabajo en el Hospital y que se juntaban las dos parejas a comer, y resultó que Villafañe lo engañaba con su mujer, y me dio datos. Me dijo que iba a jugar al paddle a un club por calle independencia y que tenía un Ford Escort rojo y que vivía por calle Entre Ríos, yo le decía que bueno, que lo iba a hacer, él quería que vaya a asustarlo o apretarlo. Que lo siguiera y que iba a estudiar la situación. Yo lo iba a llamar y ahí se terminó la conversación. A la semana lo volví a llamar desde Larrea y Caseros, desde unas cabinas –era la primera vez que lo llamaba, no lo llamé desde mi casa porque no se podía llamar a celulares- y le pedí algo de plata. Nos encontramos en ese mismo lugar a la noche y me dio doscientos pesos. Me preguntaba si lo había seguido y le dije que sí pero en realidad nunca lo seguí porque él tiene auto y yo iba caminando. Nunca pensé en cumplir lo que me estaba pidiendo, pero le decía que sí por el dinero. Nos volvimos a encontrar un par de veces más. Una vez me llamó él a mi casa al teléfono fijo y se hacía pasar por Fernando cuando no lo atendía yo, cuando lo atendía otro de la familia. Siempre lo mismo, me preguntaba si lo había seguido y que cómo lo iba a apretar. La idea era apretarlo cuando saliera de jugar al paddle. En ese momento no había entrega de dinero. Siempre en el mismo lugar, nos volvimos a encontrar en Caseros y López y Planes. Ahí conoció a mi hermano. Me dio doscientos pesos y me dijo que después me iba a volver a llamar. Nunca más lo llamé. Mi hermano no sabía de qué hablábamos, nada más vio que el señor me dio doscientos pesos y entonces yo le di una moneda a mi hermano. El me seguía llamando, pero yo no lo atendía más. No sabía de la vinculación con mi hermano hasta que mi  hermano se entrega. Cuando se entregó mi hermano sabía que había pasado el hecho pero nunca pensé que estaba mi hermano, yo ya me había olvidado de lo que había pasado antes. Del hecho me enteré ese mismo día porque yo trabajaba en una pizzería y llegó un repartidor y contó lo que había pasado en  Urquiza e Iturraspe. No me imaginé otra cosa, porque el señor había dicho que era eso. La amenaza era contra Villafañe, no contra su señora. A veces, cuando estaba nervioso, decía tengo ganas de matarla. Él comentaba que lo engañaba con ese señor, pero nunca pensé que era así, creía que era por nervios. Incorporada su declaración anterior, reconoció que Bertotti dijo que tenía ganas de matar a su esposa, y a esa manifestación la hizo en presencia de su hermano, etando los tres dentro del auto. David Merlo es amigo suyo y juega a la pelota, sabe que tuvo un golpe en una rodilla. Sabe que tuvo atención médica. El se lo había recomendado al doctor (señalando a Bertotti). Merlo se tenía que comunicar por teléfono para que lo atendiera en el consultorio. Yo le di el número de celular del doctor. Conozco a Matías Tomatis, yo lo fui a ver y le dije que había rumores en el barrio que él sabía mucho más de lo que había declarado y que no se hiciera problemas en hablar que lo íbamos a cuidar. Sí tuve problemas con Gabriel Vercesi, hubo agresiones verbales, me decía te voy a romper la cabeza. Nunca fui a la quinta de Vercesi. Fui a la casa de Matías Tomatis porque había escuchado rumores, lo conoce porque iba al colegio con él (otra vez señalando a Bertotti). En el momento tuve conocimiento que Bertotti le habría contado algo más a Tomatis. Mi número de teléfono es 433540, es un número fijo. No recuerdo el número de celular de Bertotti, lo había anotado en un papelito de banco. Reconoce el papel con el número anotado por él como de Bertotti, siendo el nro. 15662769. Bertotti tenía un Bora color azul. Me dolió mucho más que sorprenderme la detención de mi hermano”.
     10) Roberto Horacio Bertotti, padre del imputado Bertotti: “Era un día miércoles, ese día comienzo a trabajar a las ocho de la mañana en una empresa de seguro como siempre. Los días miércoles Alejandro traía la nieta a pasar la tarde. Ese día cuando llego estaba mi señora con la nena y me dice que la íbamos a tener hasta las diecinueve horas más o menos, porque Alejandro estaba preocupado por la epidemia de la gripe a y la señora estaba intranquila, entonces le pidió a mi señora que la regresáramos a las siete, antes de lo previsto que eran las ocho cuando yo me iba a un gimnasio. Estábamos por salir un ratito antes de las siete y suena el teléfono y mi señora me dice que atienda, que era Alejandro. Por favor atendé. Alejandro me dice, entraron a mi casa, por favor llamá a la policía. No pude comunicarme con la policía y entonces me fui para allá, son entre diez y quince cuadras, a las siete y diez o siete y cuarto llegué, ya estaba la policía, Alejandro, también estaba Víctor Vercesi. Le pregunto y estaba como en estado de shock, hablé unas palabras con Víctor, le pregunté por Natalia y Alejandro como que no me quería decir, me dijo que la estaban revisando. Entré por el sector del living y no recorrí ni fui por otro lado. Se presenta una fiscal, una doctora, que me dijo que estaba a cargo de la investigación. Me dice que estaba a cargo. Había fotógrafos, médicos, un montón de gente. Llegó el Dr. Balsa, que es el pediatra de mi nieta, en esa conversación yo seguí estando ahí y nunca salí a la vereda. Siempre estuve en ese sector y no salí de la casa. En un momento dado la doctora baja un portarretrato con la foto del matrimonio y me dice que iban a sacar fotos. Mi hijo estaba mal, tenía un poco de sangre en el pecho y le salía sangre de la nariz, lo habían curado de un servicio de emergencia, le habían puesto como unos tapones. No se cuánto tiempo había pasado ya, como una o dos horas. Se acerca la doctora que estaba a cargo de la investigación y le pregunto si va a seguir mañana la investigación, ella me dice que creía que esa noche se iba a terminar todo. Yo le explico que necesitaba retirar medicamentos y ropa de mi nieta y de mi hijo. Ella me dijo que me iba a avisar cuando hubieran terminado. Cuando ella vino más tarde y me dijo terminamos, pueden limpiar, ahí estaba la preocupación de Alejandro por su hija, entonces el Dr. Balsa llamó a su mujer que era psiquiatra para que orientara por el momento unas palabras para darle a la criatura  una explicación. Le dije a la doctora que a lo mejor al día siguiente hacíamos limpiar, si conseguíamos a alguien. Me dijo que bueno, que les avisara a quien fuera a limpiar que iban a ir policías a revisar el frente y el patio y demás lugares porque era de noche y ya estaba bastante oscuro. Como en mi casa no había nadie que limpiara, y en la casa de mi hija sí iba una persona una vez por semana, por eso hablé con mi yerno y él me dijo que no habría problema. Entonces, como esa persona no se animaba a ir sola, él se ofreció a acompañarla. A la hora de estar ellos limpiando, van policías a hacer la verificación como me había dicho la doctora. Después de estar un rato de hacer la inspección, ellos se van. Cuando llegué al lugar estaba mi hijo Alejandro y me dijo me entraron a robar. No pude avisar a la policía. Cuando lo veo a Alejandro, él estaba shokeado, estaba mal. En algún momento se presenta una doctora que me dice que estaba a cargo. En el lugar había una fotografía grande de la pareja y la doctora la baja porque dice que iban a sacar fotos. Cuando ella vino más tarde me dijo terminamos, pueden limpiar. En todo momento desde que llegué hasta que me retiré siempre estuve en el mismo lugar. Alejandro tenía sangre en una remera mangas largas, de color claro, que siempre la usaba debajo de una chaquetilla, no tenía la chaquetilla, tenía la remera. Las zapatillas que eran negras, el pantalón, en ningún lado tenía sangre, solamente en la remera. Me dijo que lo habían golpeado, por eso a la noche fuimos al Sanatorio San Justo y le hicieron una radiografía y se vio una quebradura en la nariz. Habitualmente la llevaba a la nena a las veinte horas. Ese día tenía el auto afuera porque sabía que tenía que llevarla a mi nieta a las veinte horas como lo hacía habitualmente. Alejandro conoció a Natalia un año antes de casarse. Antes tenía otra relación, se había puesto de novio con una chica llamada Silvina Griffa en cuarto año del colegio secundario, con la cual estuvo de novio siete u ocho años. Ella es actualmente fonoaudióloga, se fueron a Córdoba y después de eso terminaron su relación. Cada uno hizo su vida. Su hijo ya se había dejado con esta chica cuando se puso de novio con Natalia. El trato con ella era normal,  fue cambiando la periodicidad, los primeros cuatro años venían todos los domingos a almorzar a casa, compartimos viajes de vacaciones. También Víctor fue invitado como nos invitaban algunas veces. Ellos fueron con el matrimonio Vercesi a Mar del Plata, creo que dos veces. Después el padre de Natalia estaba separado, y edifica una propiedad en una quinta, y empieza a distanciarse porque iban a la quinta del padre a comer, y yo le decía aprovechá porque mi casa no te va a dar esa comodidad de la pileta, el sol. Incluso el año anterior nos vienen Natalia y Alejandro a hablar para decirnos si no queríamos acompañarlos a pasear a Brasil en esas vacaciones. Los padres de Natalia también iban a ir, pero después ellos no fueron. Natalia conocía el lugar porque había ido con sus padres y entonces alquiló el lugar desde el 1 de febrero hasta el 14 de febrero, que era el cumpleaños de Natalia y de la nieta. La relación entre mi hijo y Natalia era normal. Sí era exigente la madre en el sentido de los horarios, por ejemplo, cuando teníamos que llevar a la nieta. Nunca escuché ni vi nada que reflejara algún tipo de agresión. El carácter de Natalia era no sé si ponerle fuerte, pero sí me decía Alejandro que a veces algunas cuentas de algunos pacientes que se atrasaban, él le decía que iba Natalia y las cobraba, era exigente. El trabajaba en el Hospital desde las siete de la mañana hasta las trece o trece y treinta horas, a la tarde trabajaba en el Sanatorio San Justo y el otro, más grande, en el de calle Avellaneda, del Dr. González. Estaba de sol a sol ocupado. Paraba una horita en el medio de la siesta y después continuaba hasta la noche. Esa noche Alejandro se quedó conmigo en el mismo sector de la casa, en el living de la casa. Después incluso vino la mujer del Dr. Balsa, no recuerdo el apellido, creo que están separados. Fue después la que le dio terapia a la nena hasta diciembre del año pasado. Estaban viendo cómo decirle a la nena. Yo recuerdo que se habían retirado todos, había llegado mi otro hijo de Córdoba, y Alejandro se bañó. Después fuimos a mi casa, y antes fuimos a la farmacia frente al San Justo y compramos un jarabe para la nena que tosía. Salimos de la casa y la casa se cerró. No quedó nadie más en la casa. Yo no puedo decir cuántos policías había, porque había fácilmente veinte personas adentro de la casa. Muchos no tenían ropa de policía, estaban de civil, excepto dos policías que estaban en la vereda. Yo no vi que ningún policía hablara con mi hijo. La tarde después del sepelio de Natalia, mi hijo y la nena necesitaban ropa. Con mi otro hijo Guillermo fuimos al domicilio a retirar ropa para mi hijo y mi nieta, entramos a buscar en la casa. Después me tocaron el timbre en mi casa el Dr. Alberione, un señor Astegiano y tres policías, me preguntan si estaba Alejandro, les dije que no, pero lo llamé, vino Alejandro y lo llaman al Dr. Vignolo, porque lo quería revisar. El Dr. Alberione estaba a la izquierda, a la derecha estaba el Dr. Astegiano y el otro policía se fue para la parte de la cocina como buscando algo. En ese momento me dice Astegiano éstas son las pertenencias intimas de Natalia: aritos, reloj, etc. Entones el Dr. Alberione dice que no, que eso tenía que quedar en la fiscalía, entonces se lo entregamos a Alberione. Después llegó el Dr. Vignolo. Le pregunté al policía qué buscaba y me dice que estaba viendo si había algún resto. Entonces le dije que buscáramos en los residuos que todavía estaban afuera. Alejandro me comentó que Natalia había comprado dólares para un viaje a México. También Alejandro relató que en la casa que había al lado había escuchado una explosión, que después vio que era un vidrio que se había roto y que un tipo salía de la casa de los Barman. En ese momento llama a la dueña de la casa que estaba en el supermercado Anselmi, de apellido Barman. Esto se lo había dicho Alejandro a Víctor Vercesi. Después de esto le llega a Alejandro un mensaje que dice que no dijera nada porque le iba a pasar algo a su señora embarazada o a la nena. Víctor le dice que hiciera la denuncia en la policía y entonces Alejandro va. Tengo entendido que el Dr. Giecco lo llama uno de los viernes que venia a tribunales a ver a la nena. Entonces le muestra fotos de delincuentes, y no reconoce a nadie, pero ve su foto ahí. Con un dolor muy grande. Ahí le comenta Giecco de las llamadas del telecentro de Larrea y Caseros. El fiscal Alberione nos dijo que si Alejandro se acordaba de algo en cualquier momento o día, que fuera a la policía a hacer una exposición. Entonces Alejandro me dice, recuerdo algunas cosas que me parece que no las dije en mi declaración. Entonces yo le dije bueno, almorzamos y te acompaño a la policía. Esto fue espontáneamente. Cuando llegamos nos habían dicho que había que avisarle al Dr. Alberione. Así les pedimos que por favor le avisaran que Alejandro iba a hacer una declaración. Viene un policía y lo lleva a Alejandro a otra pieza y a mí me dicen que me tenía que ir al patio. Cuando yo estoy diez o quince minutos, vienen y me dicen vos también vas a tener que dar un testimonio. Ahí me trata mal, me dice no te pongás duro. Yo le dije que no tenía ningún problema. Le pregunto dónde está mi hijo, y me dicen que después de declarar iba a estar con mi hijo. Me preguntan dónde estaba al momento del hecho. Me dicen qué había hecho, dónde estaba el auto. Ya hacía una hora y media o dos que yo estaba ahí y les pregunto por mi hijo, les digo ¿qué pasa? En ese momento viene Alberione y sigue y se mete. Ahí pasan cinco minutos y Alejandro salió. No me pegaron, me maltrataron, me dijeron de todo, fue una apretada, no sé si ése es el término. Que a raíz de que fue a ampliar su declaración lo tuvieron dos horas declarando y lo apretaron para que dijera que había sido algo pasional y que cuando llega a la casa de Forti,  Forti habla unas palabras, y se mete al auto, estaba alterado y le pide la plata que le debe. Alejandro le dice que no tenía nada. Entonces Forti le dice vamos a buscarla a tu casa, siempre con un revólver, y lo lleva a su casa, siempre amenazándolo con su hija. Él estaba mal y esto fue algo que le dijo su abogado, el Dr. Bernarte, que le dijera a los padres de Natalia. El teléfono fijo de mi casa es 423694, yo no tengo celular. Mi señora me dijo atendé que es el Alejandro, le pasó algo, él me dice llamá a la policía, no me puedo comunicar, me entraron, Natalia está tirada en el suelo. Después mi señora me dijo que primero en la policía el teléfono estaba ocupado, pero después se pudo comunicar. No recuerdo los números de teléfono de Alejandro por el tiempo, pero llama desde su casa, a las diecinueve o diecinueve y cinco. Cuando he ido a la cárcel no he tenido problemas. Primero Alejandro estaba en la planta baja, y después lo pasaron a otro. Voy nada más que a planta baja. Hay un salón con un quiosco. Cuando hablé de Gonzalo, se trata de Gonzalo Cerutti, mi yerno. Cuando llego a la casa de Alejandro, éste me dice que entraron dos personas con un revólver. Se habían llevado una plata que estaba en el desayunador. No me dijo quién les había entregado el dinero. Las dos personas estaban armadas, una con un revólver y otra con un arma blanca. Que ingresaron por el garaje cuando él ingresaba a su casa. El garaje era estrecho, por lo cual cuando entraba el auto a la casa no se podían abrir bien las puertas del auto. O sea que se sale con dificultad. En el tapial del patio yo vi una pisada, no sé si era de alguien que estuvo por ahí o si era de los policías que estaban revisando en ese lugar. Le pregunto por dónde habían salido y Alejandro me respondió que estaba aturdido, golpeado, por eso no sabe. Lo de la huella de la pared yo antes no lo había dicho, pero lo digo ahora porque creo que puede servir”.
     11) Gabriel  Fernando Vercesi, hermano de la víctima: “Me entero por teléfono, tipo ocho menos veinte me dice mi señora que hubo un hecho cerca de donde vive mi hermana, llamo por teléfono y obviamente no atiende. Me voy para allá y cuando llego voy hasta la casa, me entero todo del tema del robo, la versión que habían dado, me quedé hasta las nueve de la noche más o menos. Me cuentan lo que todos sabemos del robo. Entré pero no llegué hasta el fondo y después salí porque no me gustó lo que vi. Estuve con Alejandro también. Primero el hermano de Alejandro, Guillermo, me dijo personalmente que Alejandro le tuvo que entregar plata a Forti porque estaba amenazada mi ahijada del viernes al sábado, a las doce de la noche más o menos, que Bertotti se lo tuvo que llevar, y el domingo el hermano y el padre me dijeron otra vez lo mismo, que por amenazas a mi  ahijada le habían tenido que llevar dinero a Forti, lo dijeron delante de mi mujer. Bertotti me explicó que habían entrado los dos delincuentes por el garaje, la versión de siempre. A esta versión se la dio en su casa, o en la de sus padres, no recuerda. A esto se lo dijo alguna vez más, pero siempre había mucha gente. Supuestamente estaba amenazada mi ahijada si no llevaban el dinero, ella estaba amenazada de muerte. A esta versión la recibí mal por mi ahijada. Miedo de que le pasara algo. Pensé en sacarla de la ciudad, pero no sabíamos a qué nos enfrentábamos. No me dijo de dónde había sacado ese dinero, ni cuánto era. No hablaba mucho de ese  tema. Al dinero del robo supuestamente lo había sacado Natalia de la pieza, después pedían más dinero. La versión de Bertotti era que había dos personas encapuchadas que golpean el portón y entran cuando él termina de guardar el auto, piden dinero, había uno con un cuchillo que la lleva a Natalia a la pieza a buscar el dinero y otro con un arma de fuego que lo agarra a él. Lo tienen en el suelo a él y cuando vienen de la pieza le siguen pidiendo más dinero y ahí  mi hermana se desespera y sale corriendo, y aparentemente la apuñalan en el living de la casa. De los medios de comunicación escuché muchas veces relatos de los hechos, con variaciones en el hecho ocurrido obviamente. Conozco a Diego Forti. Tuve una discusión con él, él me dijo que le preguntara a Matías Tomatis cómo había muerto su hermana. Me dijo “no hablés más por televisión; no digas que mi hermano miente”. Me dijo que yo estaba marcado como mi hermana, que me iba a pasar lo mismo, me amenazaba. Con Forti tuvimos dos o tres encuentros y discutimos. Le pregunté por qué había iniciado el negocio, de qué era, pero le molesta que le pregunte por el hecho. Conozco a Daniel Vigneta, es amigo mío, sabe que cerca de su casa Forti había robado un kiosco con un cuello de botella, y que la señora que fue asaltada en ese kiosco lo reconoció a Forti en la televisión después de lo de su hermana. No recuerdo si fue un cuchillo o un cuello de botella, así me dijeron primero y alguien después me dijo que era un cuello de botella, pero no recuerdo”.
     12) Luciano Gabriel Forti, es el hermano menor del imputado Forti: “Un día después de almorzar, golpean la puerta y era una persona que lo buscaba al Leo, mi hermano. Yo le digo que no está y la llamo a mi mamá y salimos los dos afuera, mi mamá le pregunta cómo se llama y el le dice Fernando Gaviglio, y él le dice que el Leo le había hecho un trabajo y le había dado trescientos pesos y que le había sacado un reloj muy importante para el. Yo le dije que iba a hacer lo imposible por conseguirlo pero que a la plata se olvide porque seguro que el Leo ya se la había gastado. En eso él recibe una llamada telefónica y se va para el lado de las vías. Eso pasó más o menos un mes antes del hecho. Yo era la única vez que lo había visto en mi vida. Cuando salió en la tele yo vi que era Alejandro Bertotti y no Fernando Gaviglio y le dije a mi mamá. Otra vez lo vi a mi hermano que se bajaba de un auto azul que estaba bueno y mi hermano me saluda, en la esquina del supermercado. La otra vez que lo vi a mi hermano, nos abrazamos y lloramos y él me dijo que cuando yo lo había visto en la esquina del supermercado bajando de un auto, ese auto era de él. Fue la única vez que vi a Fernando Gaviglio en mi casa, y sé que mi mamá lo vio también una vez ahí. Una vez al medio día yo atendí el teléfono y era Fernando que lo buscaba al Leo o al Diego. Varias veces yo lo atendía por teléfono a Fernando Gaviglio. Algunas veces mi hermano Diego me decía que no lo atienda. Cuando volvió mi papá a mi casa, me enteré de la detención. A mí no me contó nada, sino que el Leo estaba detenido y fuimos todos a verlo. Antes de este caso no presté declaración. Vine una vez después del caso, sin que me citaran. Es cierto que en mi declaración anterior, que se me lee, dije que lo vi dos veces en mi casa a Fernando Gaviglio. Pero ahora recuerdo que solamente lo atendí una vez. No recuerdo pero a lo mejor fueron dos veces, no recuerdo bien.  No declaré antes todo esto de haberlo visto a mi hermano bajar de un auto frente al supermercado, porque en aquel momento no me acordé. Tampoco me acordé de haberlo atendido varias veces y no una. Cuando lo veo en la tele me sorprendió porque a mí me había dicho que se llamaba Fernando Gaviglio y en la tele veo que se llamaba Alejandro Bertotti”.
     13) Policía Eduardo Almirón: "Yo me encontraba patrullando por inmediaciones de la rural y de base me comisionan para que vaya a Urquiza Nº 94, me dicen que había un asalto, que vaya y que había también un servicio de emergencia avisado. Llego y lo veo a Bertotti en la vereda con un vecino y Bertotti me dice andá a ver que mataron a mi señora. Entro y veo sangre por todos lados, me voy al fondo y la veo a la señora bañada en sangre. Cuando le veo la panza le pregunto si estaba embarazada y me dice que sí, que estaba embarazada. Llamo para que activen rápido a la ambulancia, salgo a la vereda y llega la ambulancia enseguida y entra la doctora. Vengo hasta el living y yo quería que vengan otros móviles. El Sr. Bertotti me dice que al cerrar la tercer puerta del garaje entran dos encapuchados y lo empujan, los dos tenían ropa oscura, el más alto tenía un arma de fuego y el más bajo tenía un cuchillo. El más alto lo lleva hasta el comedor y lo pone en el piso y el más bajo se va con la señora, la lleva al dormitorio. Cuando sale del dormitorio a la señora le da un ataque de nervios y se va para el living, regresan de nuevo y Bertotti la ve ensangrentada a la señora y entonces se traba en lucha con el que lo tenía, que tenía el arma de fuego y después me dice que quedó inconsciente, que no se acuerda más de nada. Yo le pregunté cuánto dinero te sacaron y él me dijo entre doce y quince mil pesos. Estaban las cosas desordenadas cerca del cuerpo pero no vi huellas, ni otra cosa. Estuve una hora, una hora y media después. Yo me fui porque supuestamente en la ruta uno, donde empiezan los eucaliptus, habría dos personas en actitud sospechosa. Yo le pregunté por dónde se habían ido estas dos personas y él no sabía decirme. Habían llegado el Dr. Balsa y su señora, y el papá de él también estaba ahí. A medida que yo le preguntaba, ellos estaban ahí. Le pregunto si le quedan datos para darme. A los datos que me dio Bertotti me los dio en ese momento en que yo estuve en el living de la casa. Le pregunté si le habían sacado algo y me dice entre doce y quince mil pesos, y no me dijo dónde estaba ese dinero. (Se le lee una declaración anterior) Recuerdo ahora que Bertotti me contó dónde estaba el dinero. Solamente le pregunté cuánto era el faltante. No recuerdo haber ingresado al garaje. Había un desayunador, había una madera en el suelo y al lado había una chaquetilla de médico. No recuerdo cómo estaba vestido Bertotti. En el garaje queda un pequeño pasillito para pasar y estantes colocados en la pared del frente del auto. El chofer del móvil era Bertero, que quedó a cargo de la puerta del lugar, para que no ingresara nadie al lugar.  No recuerdo el horario ni cuánto tiempo estuve ahí, habrán sido una hora y media o dos, más o menos. Llegó personal de investigaciones, el oficial Díaz, el principal Mattalía. Yo me preocupé por estar ahí y sacar la mayor cantidad de datos posible. Llegó la Dra. Faillá al lugar, donde le comenté todo lo que me había contado el Sr. Bertotti y el Dr. Pizarro y no recuerdo quién más llegó al lugar. La Sra. Fiscal no demoró mucho en llegar, media hora más o menos. Yo imaginaba que si salieron por el frente, con la cantidad de sangre que había en el lugar, debería haber manchas o huellas de sangre, pero no había nada. No recuerdo cómo vestía Bertotti, sí que estaba ensangrentado, manchado con sangre. Pero no recuerdo el color de las zapatillas. El lugar estaba desordenado tal cual se ve en las fotografías. Noté una marca de zapatilla y tomé todos los recaudos para no tocar nada y no borrar ninguna marca. Yo no vi que subieran a los techos pero sí escuché que le ordenaron a Ferrero que subiera a los techos. No recuerdo que hubiera ingresado un fotógrafo ni tampoco el Dr. Vignolo. Recuerdo que había pocillos y cosas rotas, pero no recuerdo que hubiera una pileta con agua, como si se hubiera lavado algo con sangre. A Bertotti no lo observé golpeado. Lo único que vi era que tenía sangre en la nariz y que no quería que lo atendieran, asistencia médica que yo le ofrecí. Las zapatilas que tenía puestas Bertotti tenían unas partes blancas".
     14) Policía Ariel Emilio Fuentes, perito en criminalística: "A mí me informa el jefe que estaba trabajando conmigo en el hecho de la maestra desaparecida de Santa Fe y me dice que tenemos que ir a un hecho de robo a calle Urquiza. Arribamos a ese lugar siendo las diecinueve horas y algunos minutos, cuando llegamos veo que hay mucha gente afuera de la vivienda, ingresamos y observo apenas se abre la puerta, y veo a una persona sentada en una mesa ratona y a una persona parada. Desconozco quiénes eran y pregunto y me dicen que era el dueño de casa y su papá. Observo un charco grande que estaba al lado de una ventana que da a la calle y después veo un reguero que va por el pasillo hasta el comedor. En la zona muy cercana al charco veo una huella de un calzado relativamente pequeño. Sigo para el living y veo sangre en el marco de la puerta y un goteo significativo, sigo el reguero y llego hasta donde está la víctima. Veo un desorden importante en el lugar y comienzo a trabajar cerca de la víctima, en lo que hace a tareas investigativas, de huellas, fotografías y rastros. Comienzo a trabajar con el Dr. Pizarro, que no recuerdo si ya estaba ahí o si llegó en ese momento. Logro observar cabellos en las manos de la víctima y heridas cortantes, y tomamos los recaudos para fotografiar y tomar las muestras pertinentes de los pelos de las manos de la victima. En ese lugar hay un desayunador con una barra que sobresale que estaba roto. Levantamos un trapo que se ve debajo de ese desayunador y vemos que se trata de una chaquetilla. Comenzamos a trabajar sobre huellas de objetos cotidianos, no encontramos nada. Yo saqué fotografías hasta que llegó el fotógrafo policial y algunas le fui indicando. Yo numeré las fotografías. Se le exhiben las fotografías y reconoce las huellas a que hace referencia. Hay dos huellas, una grande que no se distingue bien la morfología, pero de la huella más chica sí se puede ver que sería a mi criterio como técnico, como un calzado de la víctima. En la zona del talón se observa un círculo, que en otra fotografía se observa el talón del pie. La víctima gasta más un calzado que el otro por eso yo puedo saber con exactitud que esa huella era de la víctima. La chaquetilla estaba rasgada como fruto de una violencia, como producto de un forcejeo. Tenía marcas de color rojo, que serían compatibles con la sangre. La chaquetilla estaba como tirada. En el lugar del hecho no hablé con Bertotti. Unos minutitos después llegó el Dr. Vignolo. Al patio no salí. Vi en la puerta del patio un tendedero atravesado, pero en pie. Con respecto al living, se ve claramente que hay dos etapas de la escena, una primaria en el living y otra secundaria en la zona de la cocina. Cuando yo hago un examen visual en el living, noto que en la ventana que da a la calle hay como un visillo abierto, como si alguien hubiera estado mirando por la ventana y ahí abajo había un charco de sangre, en ese lugar no hay gotas satélite, que son las que se producen cuando el corte es de arriba. Por lo que ahí el corte primero de ese lugar se hace en el suelo. Ahí el victimario la alza o la toma hacia atrás y la lleva a la zona de la segunda etapa. Los pies estaban sobre el mismo lado. Porque en el marco se ven manchas de escurrimiento, o sea que hubo un contacto sobre el marco de la puerta. Al haber más goteo me da la pauta que estuvo un tiempito más en ese lugar porque hay más goteo que en el otro tramo del trayecto. Después se ve el otro charco y se nota por la sangre, las salpicaduras, que hubo más movimientos de la víctima o del victimario. No pude determinar con precisión dónde se produjeron la mayoría de las lesiones, pero sí sabemos que si está boca arriba y después presenta lesiones en la espalda, sabemos que las lesiones fueron realizadas en la primera etapa o en el trayecto. La segunda pisada, la grande, no tenía mucha sangre, se puede observar sólo la de los dedos y del talón, me falta la parte del medio que no está, pero al tener el comienzo y el final podemos individualizar que se trata de un calzado grande, más o menos 45 o 43. La punta de la zapatilla tiene sangre porque a mi criterio fue trasladada de pie la victima, por eso la sangre está sólo en la punta y no en otra parte. De pie puede ser trasladada, o en la persecución o estando inconsciente. Advertí un desorden importante en la zona, donde estaba la victima. Yo ingresé a la casa directamente, y no había ningún funcionario judicial, a la Dra. Faillá la vi cuando me fui, afuera, en la vereda. La huella pequeña tiene una referencia métrica, que permitió calcular en forma aproximada el número de la huella más grande. Se utilizaron conversiones, se utilizan zapatillas modelos, no es preciso el número, puede o no ser. En la huella grande no sacamos la foto con la referencia métrica, pero se podría haber hecho. En la victima se encontraron cabellos que fueron secuestrados, también se secuestró la chaquetilla. A la búsqueda de las huellas la hice yo. Los elementos secuestrados fueron resguardados en tubos de ensayo. Datos dactilares no se buscaron pero para sacar datos genéticos se secuestraron los pelos, otra cosa no. Nosotros buscamos indicios fuertes, entre los más fuertes, encontramos los pelos y la chaquetilla con posibles manchas de sangre y con eso nos pareció suficiente. No consideré necesario recolectar la sangre desparramada, la fiscal no me dio ninguna directiva. No sé quién ordenó formar el acordonamiento. A un policía que estaba ahí le dije que lo mantengan al acordonamiento. No sé cuántas personas había en el lugar. Se tendría que haber evitado el ingreso de personas para evitar que pisen. El Dr. Pizarro estaba ahí, él trabajaba sobre la victima. Creo que las escuchas telefónicas que transcribí son de Bertotti con el hermano, pero no me acuerdo el nombre, otra con la suegra y otra con un periodista. Sólo hice transcripción no análisis de las escuchas. La chaquetilla tiene cortes en la espalda y en el hombro, también tiene manchas de sangre; no recuerdo si los cortes de la espalda estaban o se hicieron para analizar algo. Afuera se buscó pero no se encontraron manchas de sangre ni pisadas ni huellas, no pudimos recolectar nada. Me parecía que el tendedero estaba sin ropa, si sé que cruzado pero creía que sin ropa, pero viendo la foto reconozco que estaba con ropa. Yo investigaba un robo por dichos de compañeros. Después del estudio que realicé. De todas las maneras la búsqueda siempre es objetiva, no importa el delito que sea. Sobre la limpieza de la sangre en la panza, yo puedo dar mi opinión, pero no hay respaldo en libros, la criminalística es muy nueva en este aspecto. Yo pienso que puede ser para borrar algo, o arrepentimiento del agresor, me llamó la atención porqué después de tanta sangre sólo se limpió la panza. Yo después de ver todo me inclino por un crimen pasional. Conforme el informe químico donde se analiza la chaquetilla, la misma tenía el grupo sanguíneo de Natalia Vercesi".
15) Silvia Magdalena Almada, médica: "Pertenezco al servicio médico de Ucemed, en guardia. Nos avisan que hay una persona herida, herido con arma de fuego en un intento de robo, entramos yo, el chofer Zanella y me acerco a la víctima, le bajo la polera y tenía un corte en el cuello, con un gran charco de sangre, obvio no tenía pulso, al ver que estaba embarazada veo si el feto tenía latidos, y como no los tenía dejo todo como estaba y me voy con mis compañeros que estaban asistiendo a Bertotti, que tenía un corte en la nariz. El llamado fue a las 7.15 y en uno o dos minutos llegamos porque estamos a una distancia cerca del lugar. Cuando llegamos ya había gente, no conocía a nadie, habrán habido más o menos cuatro personas, algunos vestidos de policía, no me acuerdo cuantos, estas personas estaban distribuidas entre la entrada de la casa y la cocina, había gente afuera y adentro. Cuando llegamos había gente creo que de la policía alrededor del cuerpo de la víctima, Bertotti también estuvo un ratito y nosotros tres. No recuerdo cuando llegué dónde estaba Bertotti, pero recuerdo que cuando nosotros nos acercamos al cuerpo, Bertotti también lo hizo junto con las otras personas. Solo vi sangre hasta el trayecto que estaba la persona y donde estaba ella alrededor del cuello y del hombro había un charco de sangre, no vi otra cosa más que a la persona. Cuando hay perdida de sangre masiva es muy poco el tiempo extra de vida que tiene el feto, yo busqué latidos en el abdomen y no encontré nada. Había gente observando, todo el movimiento. Con Bertotti y con nosotros cerca del cuerpo no me acuerdo si había algún uniformado. Yo llegué al lugar con dos personas, una de ellas es enfermera, primero estuvo asistiéndome a mí, fuimos los tres hacia la persona y luego ella fue a curar a Bertotti. Por perdida masiva de sangre no le podría decir pero el feto sobrevive unos pocos minutos. No usé ningún instrumento para palpar el estómago para ver si el feto vivía. Entramos los tres juntos, no presté atención si en la entrada había sangre, no recuerdo quién dijo que la chica estaba embarazada, alguien lo dijo pero no sé quién; Bertotti creo que no dijo nada. La sangre era arterial y venosa, la herida era muy profunda, eso es lo que yo observo cuando veo la herida debajo de la polera. La sangre demora entre 5 a 15 minutos en coagularse. Claudia Aponte recibe el llamada de emergencia. Se le exhiben a la testigo las fotografías obrantes en el expediente a fs. 15 a 23. Las fotos que recuerdo son las que está Natalia, las otras no, y sí recuerdo la del tendedero. No vi la mancha cerca de la ventana. No vi que el abdomen estuviera manchado de sangre. No hice limpieza del abdomen para palparlo. No usé nada. Se le exhibe la foto de fs. 19, dice estaba todo como está en la fotografía. Es muy normal que la gente llame a dos servicios, cuando la gente ve que pasa algo llama a emergencias, creo que fue la policía quien nos llamó pero no sé. Antes que yo no creo que la haya visto otro médico o enfermero, no sé, nadie me dijo nada si ya la habían visto. No contacté ninguna otra lesión, y en el abdomen tampoco. Yo me limito a constatar la muerte. La víctima no tenía pulso, no había sangrado, la sangre ya estaba coagulada, no había latidos carotídeos. Nosotros no firmamos certificados de defunción".
     16) Andrea Carla Olocco, enfermera: "Más o menos a las 19.15 recibimos un llamado, y nos avisan de un posible herido de arma de fuego, en un robo, no sabíamos si en un domicilio o en la vía publica, llegamos a los dos minutos, en la entrada había un policía, entramos por la puerta chica del frente, había varias manchas de sangre, pasamos por el living y llegamos a la cocina, había una femenina tirada en el suelo, la doctora constata si había signos vitales, tenía un gran corte en el cuello, tenía los ojos entreabiertos, tenía en la mano del anillo una alianza, el dedo cruzado, como si se lo hubieran querido cortar para sacar el anillo. Había sangre oscura, ya coagulada. Había sangre al costado de ella, no en el abdomen. También palpo el abdomen y no había signos de vida. Después le practicamos una curación en la nariz al Sr. Bertotti, eso fue en el living, y después nos retiramos, había cosas tiradas en el suelo, cosas de cerámica. Creo que hubo otro servicio de emergencia que vino después que nosotros, pero se retiraron de inmediato porque ya estábamos nosotros. Al señor Bertotti le hicimos una curación plana, o sea simple, le dimos un apósito, o gasa, era un herida cortante en la nariz y no vimos otra lesión, lo curamos con Pervinox y agua oxigenada. No nos manifestó ningún otro dolor o lesiones, que yo recuerde. No recuerdo si el policía de la entrada estaba de civil o uniformado, lo vi por la calle pero no sé el nombre. Yo no conocía al Sr. Bertotti. Cuando curábamos a Bertotti había otras personas, no me acuerdo, estaban el papá de la chica, yo no lo conocía, me entero después que era el papá. El Sr. Bertotti entró con posterioridad a donde estábamos nosotros con la chica, y nos decía que era su esposa y que estaba embarazada. Bertotti decía que lo habían asaltado, que eran dos personas que habían ingresado a su domicilio y estaban encapuchados. Eso lo dijo en el living. Se lo decía a la policía, estaban el padre de Natalia y nosotros, lo decía en voz alta. El dijo algo como que ella gritaba mucho, que se había puesto nerviosa, que no la podían hacer callar y que a él lo tenían como con algo, con un arma. El decía que le pedían más plata y que el más plata no tenía. No recuerdo si hablaba de cantidad. En la cocina había agua con sangre, en la bacha. La bacha estaba en la mesada de la cocina. La llave monocomando estaba como caída, rota dentro de la bacha, y ahí había agua con sangre. A pedido de las partes se le exhiben fotografías, observa fotos y manifiesta: él estaba sentado sobre la mesita ratona durante la curación, no en el sillón. Yo sólo observo lo del dedo con el anillo, no toqué la mano ni el dedo. Había cosas tiradas, un portarretrato en el suelo. Eso lo vi del lado de la cocina, donde esta el desayunador, que estaba como roto, es como una madera que estaba en el suelo. Se le exhiben las fojas 23, 25 y 34 y las fotografías del anillo y las reconoce. Nunca trabajé en la clínica San Justo. La tercera persona de nuestro equipo era el chofer, el Sr. Zanella. El colabora en buscar el maletín para las curaciones que le hicimos al Sr. Bertotti. No recuerdo cuantos policías había en el lugar. Claudia Aponte recibe la llamada. No sabíamos que íbamos a ver a una persona que estaba embarazada. Con la curación que le hicimos a Bertotti creo que se terminó su sangrado. No le vi manchas de sangre en las manos, brazos ni ropa. No me llamó la atención. Se lo veía nervioso".
     17) Víctor Hugo Zanella, enfermero: "Estábamos en la base, la despachadora nos dice que hay un hecho criminal y un herido de bala. Ahí vi a Bertotti, a un señor mayor y creo dos más que son policías. Yo le tomé los datos a Bertotti por la herida nasal que tenía, él le estaba diciendo a la policía que le habían robado dos encapuchados y nada más, me dediqué a curarle. La doctora, cuando le quiere tomar el pulso a la mujer, le corre la cara y me dice mira lo que tiene y ahí había mucha sangre. Había un pequeño desorden, cosas tiradas. Bertotti no manifestó nada mientras lo curábamos. Más o menos el llamado fue a las 19 o 19.15, lo recibe una enfermera pero el traslado nos lo hace la despachadora, teníamos idea de un robo. Los policías estaban uno en la puerta y otro adentro en la escena, después estuvieron los dos adentro de la escena. Uno estaba conmigo en el comedor, que era quien nos seguía y le pregunté por la chiquita porque vi una foto que había ahí, y me dijo que ya habían examinado y no había nadie más. Y el otro estaba en el living, no se acercó nunca a donde estábamos nosotros. Los únicos que iban y venían eran Bertotti y el señor mayor, desde el living hasta donde estaba la víctima. Ya cuando estábamos saliendo porque habíamos terminado, la policía lo lleva a Bertotti al living y lo sientan para hablar, ya había más policías, estaban llegando. Cuando le hicimos la curación iban llegando más policías y le preguntaban las características de los delincuentes. Es más, les dijimos que cuando terminen le vayan a hacer una placa de nariz a Bertotti. La policía le preguntaba, él comentaba, era un ida y vuelta. El hombre mayor estuvo siempre ahí, en la curación y con la policía. Era una herida cortante en la nariz, superficial, con una posible fractura. La herida había sangrado pero muy poco. No constatamos ninguna otra herida ni él nos la manifestó. Yo escuché que Bertotti decía que habían entrado dos encapuchados y que había sido un robo. Nosotros lo vimos en la escena y no lo vimos más, así que no sé si se le hizo placa. La fotografía que vi con la nena estaba sobre la mesa del comedor. No presté atención cuando entré si había manchas de sangre. El habló de los encapuchados mientras le hacíamos la curación. No escuché nada sobre dinero. Cuando llegamos nos encontramos con una escena, de dos lesionados, una era una víctima fatal, y ningún herido con arma de fuego. Lo único que yo hice fue levantar la remera para presentar el abdomen, no limpié su abdomen. No vi nada más, me quedé junto a los pies de la víctima. Había un pequeño desorden. No sé como es Bertotti, pero él a comparación de otra gente que atendí en emergencias con episodios de muerte lo noté tranquilo. No sé si el otro servicio de emergencias entró o no. No sabría decir si vino alguna médica psiquiátrica".
     18) Mariano Pispieiro, médico policial: "Esa tarde yo estaba en el Sanatorio Argentino haciendo consultorio, me llaman al celular del Comando, que me llegue a Urquiza nº 94 porque había un hecho de sangre con muerte, que vaya como médico policial. Ingreso a la vivienda, había personal policial, había un living donde estaba Bertotti, el Dr. Balsa, el padre de Bertotti, había un charco de sangre cerca de la ventana, juguetes desparramados. Bertotti le estaba diciendo a Balsa cómo había sido el hecho, yo no hable ahí con Bertotti, pero escuché que decía que habían ingresado dos individuos encapuchados, que ingresaron por el garaje, que habían llevado a su esposa a la habitación, hablaba de unos dólares que le pedían a su mujer. Cuando volvía del dormitorio, ella estaba muy nerviosa y el que la tenía le decía qué  hago que grita y estaba nervioso y el que estaba con Bertotti le dice matála, matála. Ahí Bertotti dice que él no la había podido ayudar, que no había podido hacer nada. Nosotros estábamos haciendo como un relevamiento. La puerta del garaje estaba cerrada. Del lado izquierdo había como un mueblecito con una computadora, yo venía viendo como un reguero de sangre, había un charco grande en la ventana, íbamos siguiendo las manchas de sangre, un charco de sangre frente a la ventana, había dos pisadas, una más grande y otra más chica. Por el tipo de reguero que llegaba hasta el techo, ahí estaba salpicado en distintas direcciones el marco de la puerta que daba de ese hall o living al comedor. También estaba manchada la puerta y el techo que da al garaje y la parte posterior de la puerta como quien mira a la calle. A partir de ahí el patrón de manchas de sangre cambia y ya hay goteo, cambia a un patrón arterial, cuando se ve que hay sangre por encima de la altura de la persona, uno ve que hay sangre que está siendo impulsada por el corazón, entonces uno estima que es sangre arterial no venosa. Había también salpicada una puerta ventana que estaba a la izquierda y unas cortinas, un calefactor también estaba regado con sangre. Había como un camino con manchas de sangre que iba hacia donde ya pude ver a la víctima que estaba entre la cocina y el lavadero. Ahí se ve un camino de sangre donde ya están los dos patrones, de reguero y arterial. Otra de las cosas que también me llamó la atención y se hizo una secuencia fotográfica de todo esto, fue como que había un rastro de pisada importante y el resto eran como deslizamientos, como si una persona fuera bailando por los deslizamientos. Yo creo que por las huellas y por el tipo de huellas no pudo ir por sus propios medios ni tampoco ha sido arrastrada, es como si hubiera sido levantada y no hubiera tocado el suelo. A la derecha estaba un aparador, una mesa desordenada como corrida, como un tarro, como unas cosas corridas donde ahí yo creo que fue el oficial Díaz o Ferrero me preguntaron si en ese lugar podrían haberse peleado dos personas a lo que yo les contesté que podrían haberse peleado pero no una pelea franca por cómo se tendría que haber dado el desorden, había inclusive papeles en la mesa. A mi izquierda había una barra, como un desayunador donde las cosas de ese desayunador había cosas como caídas o tiradas. Había cajas de medicamentos, polivitamínicos, cosas en el suelo desparramadas. Una parte de ese desayunador estaba en el suelo y estaba la chaqueta celeste abajo. Lo que me llamó la atención que en la parte de abajo del desayunador no había sangre. Sí había sangre en los objetos y en la parte de arriba del desayunador que había quedado en pie con gotas o manchas de sangre en distintas direcciones. Como si siguiera la víctima en pie. Esto me llamó la atención porque cuando movemos la chaquetilla había manchas en el suelo, o sea que la víctima regó de sangre arriba, eso después se rompió y cayó sobre la chaquetilla. Eso es lo que me llama la atención, que la chaquetilla estaba en el suelo con la parte del desayunador encima. O sea que sin acción de la víctima (que había pasado antes por ese lugar regando sangre) eso cayó sobre la chaquetilla. Mi percepción es que primero estaba la chaquetilla en el suelo y después se cae el desayunador encima. Ambas cosas pueden ser. La chaquetilla que estaba en el suelo estaba extendida, y si un objeto se cae con otro objeto encima, el objeto que sería la chaquetilla debería haberse desplazado más, pero en este caso estaba la mayor parte de la chaquetilla debajo. Había unas marcas o huellas por fricción de sangre en la pared. Hacia abajo, como entrando a la cocina, estaba la víctima. Me paro como mirando a la cocina, estaba la pared y el lavadero a mi derecha. Sigo la marca de la sangre de este patrón de manchas y ahí me encuentro con manchas que estaban en un mueble en el lavadero, no encuentro manchas de sangre como de quien va a la izquierda. En la cocina como elemento de cocina había también manchas por fricción y en un mueble que estaba arriba también había manchas por fricción. Arriba había también dos bachas. En una de las bachas me parece que la izquierda tenía hasta la mitad de agua con sangre como si alguien se hubiera lavado las manos o algo con sangre. En el frente de la cocina, del artefacto, había sangre como fricción, como si alguien se hubiese apoyado para limpiarse, la víctima estaba hacia el otro lado, boca arriba, con la cabeza mirando a una puerta que había atrás, que había un tendedero metálico adelante. Lo que puedo decir es que cuando la víctima cae sobre el lugar final, todavía seguía con vida, porque cuando cae todavía había manchas o salpicaduras de sangre arterial sobre la pared. De un lado estaba el mueble del lavadero, de la pared que estaba al frente. Había una mancha en la pared donde estaba el antebrazo de la víctima y había sangre ya coagulada alrededor de la víctima. Ya había estado el servicio de emergencia, creo que cuando yo llegaba se estaban retirando. Yo a la víctima no la toqué en ningún momento porque llega el Dr. Vignolo. Simplemente hice el examen externo de la víctima. La víctima, de la cabeza a la pared, tenía una facie de pánico. Tenía una remera que estaba levantada, no le podía ver el cuello. Lo pude ver después cuando la movilizó el Dr. Vignolo. Tenía la remera levantada por debajo de los senos. Tenía múltiples heridas en las manos, con el brazo semi inclinado hacia arriba, la misma mano que dejó el movimiento de fricción en la pared. El abdomen estaba como si lo hubieran limpiado, y al lado había un repasador blanco con un estampado, manchado con sangre. Me llamó la atención esta cuestión del abdomen, como si se hubiera limpiado, a simple vista sin heridas, como si lo hubieran limpiado con el repasador que estaba al lado. Tenía un pantalón y una polera alta blanca y zapatillas. Las heridas que yo veía eran las de las manos, que estaban a la vista. No hay un patrón como si dos personas se hubieran peleado, hay un desorden organizado No hay un patrón irregular de objetos desparramados para todos lados, los objetos están como si los hubieran empujado. No como se ve en otras escenas de crímenes.  El calzado puede estar entre los números 44 y 45, más o menos. La herida en el cuello para mí se realizó en esa zona, en el pasillo, por la fuerza que tiene la sección de la arteria y la altura que toma el chorro hacia arriba. Hasta el techo, en la puerta y el techo. La puerta estaba regada de sangre y en el pasillo y en esta zona estaba todo regado de sangre. Ahí es cuando cambia el patrón de sangrado. De goteo pasa a ser una gota como con una colita, víctima parada, levantada, donde recibe ahí el mayor corte en una arteria, porque se ve la sangre en todas direcciones. Para mí esa herida tiene un corte con retoma, o sea cola de ratón, para mí, de adelante hacia atrás, la retoma y la cola de ratón. De atrás hace un movimiento y luego vuelve y hace un nuevo movimiento de corte. Las heridas en las manos no son para sacar el anillo sino como defensa de la víctima, como cuando alguien intenta dar manotazos para defenderse. Las heridas en las manos son múltiples. La víctima seguía con vida, porque las manchas que se ven por detrás del patrón, siguen las manchas que sigue el patrón arterial por la forma de gota alargada, aunque con menos fuerza que las primeras. Por el impulso y forma que toma la sangre, que cambió el patrón de goteo a reguero, la mancha de sangre esta por encima de la víctima, porque llega casi al techo, por la altura es una lesión arterial, supuestamente la víctima estaba adelante del agresor, parada, mirando hacia adelante, el agresor a su espalda y la herida fue de abajo hacia arriba, de adelante hacia atrás con retoma, al principio varias heridas para después hacerse una para la cara posterior. Yo no estuve en la autopsia, el forense hace un análisis más profundo de esto. Las lesiones múltiples en las manos para mí son de defensa, incluida la del anillo. Para mí no fueron para quitarle el anillo. Las puertas del desayunador estaban cerradas, delante había una sillita donde comen los bebés, la sillita estaba cerrada, plegada y apoyada sobre el desayunador del lado de la cocina. Al patio no salí, porque la sangre regaba la pared, cerca de la víctima, y no había machas de sangre que iban hacia el patio; lo que había era un tendedero cruzado en la puerta que iba al patio. Es más, no estoy seguro pero creo que un policía intentó abrir la puerta y estaba cerrada. Lo que sí estoy seguro es que el tendedero estaba cruzado delante de la puerta. Entré al dormitorio matrimonial, estaba todo ordenado, las puertas de los placares cerradas, no había huellas ni manchas, las huellas y las manchas tenían un patrón claro desde donde estaba la víctima hasta el living. Cuando entré a la vivienda y vi esa mancha de sangre, me paré y vi levemente hacia afuera y no había manchas, en el baño entré y estaba todo ordenado, en la pieza de la nena también entré y estaba todo ordenado, en la pieza matrimonial estaba la mitad de la cama destendida, prolijamente, también fui al garaje junto con Ferrero, la puerta del garaje estaba cerrada, o sea las hojas del portón, no me acuerdo si estaba la llave puesta, el auto estaba cerrado con llave. No había sangre en el garaje. El capó estaba frío, había lugar para pasar, yo pasé con Ferrero. Si bien el auto estaba cerrado, teóricamente se podía abrir bien la puerta del auto. Para mí la puerta que va al garaje estaba cerrada al momento del hecho por el reguero de sangre. Cuando se retiró el cuerpo yo me quedé en la casa. El Sr. Bertotti le planteó a Vignolo que no le haga la autopsia, que pobrecita demasiado le habían hecho, y Vignolo le dijo que en estos casos es obligatoria la autopsia; yo lo escuché. Para movilizarnos libremente dos personas por el garaje había espacio pero no era tan cómodo ni amplio. Eso quise decir con que no había mucho espacio. Llegamos primeros junto con las personas de investigación. Es cierto que ahora agregué que entramos por el garaje, pero la explicación es que algo se me puede escapar en relación a mi declaración anterior, quizás en su momento no me lo preguntaron, pero creo que coinciden en lo sustancial mis declaraciones. El tenía una lesión en la región nasal, pero yo no ahondé ahí, porque el Dr. Pizarro se encargó de la certificación de la lesión, pero a simple vista se notaba la lesión, ahí no lo revisé, sí lo hice cuando lo detienen antes de ingresar al establecimiento penitenciario. Lo arterial refiere a reguero, lo venoso refiere a goteo. La gota sigue deslizándose, por eso dije que estaba con vida, con menos presión, pero seguía viva. En la parte de la cocina se ve una huella, había otras pisadas pero por afuera de todo el hecho, había dos en la escena. La escena donde estaba el cuerpo no es compatible con un lugar donde hubiese existido una lucha. Creo que el desorden no tiene patrón de lucha. El agresor tiene que haber sido mayor, con altura y más fuerza que la víctima para poder levantarla, la mancha de sangre en la punta de la zapatilla de la víctima y no en otro lado, indica que se la levantó por debajo del brazo y con una mano y se la tira donde se la encontró. El traslado para mí va desde el living, se pasa por el pasillo y quedó donde se la encontró. Después de que la víctima dejó el reguero de sangre no se desordenó nada. El cajón al que me refiero en mi declaración de fs. 126 es el de la foto de fs. 18 inferior. La facie o cara de pánico se toma como que la víctima ve venir la muerte, es común por ejemplo en accidentes en la vía publica, son fases, por ejemplo, de pánico, descontrol de esfínteres, etc."
     19) Policía Marcelo Nicolás Valero: "Mi participación en este hecho surge porque por mi trabajo, a veces llega a mí información que evaluada en el momento, si uno tiene un interés, al tomar conocimiento de cierta información vine a hablar con el Fiscal de turno para ponerlo al tanto. Yo transmití que el Sr. Forti tendría una relación con el hecho y el Sr. Fiscal me comisiona para que investigue. Yo declaré los días 22, 24 y 25 de julio sobre el hecho. Declaro en base a esto y las averiguaciones que realizo son que este chico había comentado con sus amigos que había tenido una participación en el hecho por lo que habría cobrado un dinero que a través de gente de confianza habría depositado. El Sr. Fiscal me comisiona para que citara a esta persona. Ahí termina mi comisión. No recuerdo el monto. Sí para que tuviera el dinero, él habría recurrido a un señor Silva, a quien yo tuve que citar a pedido del Fiscal. Por comentarios de su entorno yo averigüé que él estaba mal, incluso había viajado en ese momento. Yo sé que los chicos de las ochocientas tienen grandes problemas con la droga. Este chico inclusive lo vi un día que estaba alojado en alcaidía, porque yo fui a saludar a mi hijo que trabaja ahí, pero nada más. Fui a citar al Sr. Silva, lo entrevisté sin ahondar mucho en el tema, pero le dije que lo tenía que citar por este tema. Puchetta y otro menor Pineda habían salido a comentar en el barrio lo que Forti les había contado, que había tenido participación en el hecho. El comentario era que este chico había tenido participación en el hecho, y que era por cierto dinero. Hasta ahí nomás. A ese dinero se lo había pagado el marido de la fallecida, este señor (señala a Bertotti). El comentario también era que este señor era de asidua concurrencia al barrio, en su auto, un Volkswagen azul que no recuerdo el modelo, buscaba a este chico Forti, se había entrevistado con él. Por ser policía y tener conocimiento de un hecho de estas características, yo tengo que dar aviso a la Justicia. Me entrevisté con Silva en su domicilio, previo a algunas declaraciones, pero no recuerdo ahora el nombre de la calle. Sí recuerdo que es en el barrio Roque Sáenz Peña, en Gerónimo del Barco o Larrea. Le expliqué que tenía que acercarse a Tribunales a declarar por este chico Forti. Le di una referencia. No sabría decir si Silva compareció a Tribunales o no. No recuerdo si le manifesté al instructor que había hecho esta referencia a Silva o no. La forma que me anoticié que Forti tenía participación en el hecho fue a través de un llamado anónimo de una persona de sexo masculino en horas de la mañana, llama a mi oficina y me da aviso que Forti tenía participación en ese hecho. Inmediatamente me vine a la oficina del Fiscal y me dice que tome todos los recaudos del caso. Recuerdo ahora que eso no está declarado en mis declaraciones anteriores. No entrevisté a Puchetta ni a Pineda. Me manejaba con las directivas que me daba el Fiscal. Sé que los Forti son más de dos hermanos pero no sé cuántos".
     20) Mario Germán Vignolo, médico forense: "Esa tarde estaba enfermo, con gripe, a eso de las siete recibo un llamado, o siete y cuarto, recibo un llamado que había un hecho y que parecía que había muertos, frente a la Fábrica Militar. Estaba la Dra. Faillá, personal policial, el Dr. Pizpieiro. Esos días se buscaba a una maestra santafesina desaparecida. Cuando llegué al lugar se estaba retirando el servicio de emergencias, y afuera había muchos curiosos. Lo conozco a Alejandro por el Hospital, es empleado del Hospital y entró en mi gestión. Cuando ingreso me dicen a grandes rasgos lo que pasó y después me lo relata él. Primero hago una inspección general y después hablo con él, le pregunto sos vos, preguntándole si a él le había pasado esto y me dice que habían entrado por el garaje dos personas que lo habían encañonado e ingresan con él, la reducen a la mujer y les piden el dinero. No recuerdo bien pero me parece que la mujer había ido a buscar el dinero, me parece que algo de quince mil pesos, siente que la mujer gritaba y entonces él forcejea con la persona que lo tenía a él y le pega unas trompadas y cuando puede soltarse ve que la mujer estaba muerta, y los ladrones ya se habían escapado. El estaba sentado en un sofá a la entrada, a la izquierda. Yo vuelvo y empecé a examinar el lugar, al rato cae alguien y dice que habían encontrado el cadáver de la maestra, ese comentario nos detuvo un momento. Después seguimos, volvemos al living donde aparentemente había pasado todo, porque ahí había un gran charco de sangre, al lado había dos huellas, ahí la sangre estaba bien circunscripta, era venosa, más oscura y estaba bien circunscripta, para el otro lado era sangre arterial, chicoteada, más clara y con proyección, estaba para la pared, la puerta y el techo. Hay goteo pero no signos de arrastre. Incluso las zapatillas de ella tienen más sangre en la parte anterior. Evidentemente era llevada, tomada de atrás como una muñeca, porque había salpicaduras y no dos huellas de sangre. Seguimos para atrás del desayunador y ella estaba atrás, ella estaba con el dedo medio extendido (en esa posición porque se había cortado el tensor) y la mirada de pánico sobre ese dedo. En la pared había manchas de movimiento cadavérico. Tenía la remera levantada y el abdomen como si se hubiera hecho un barrido en forma espiralada. No vi nada pero como si una persona se hubiera apoyado las vestimentas con sangre en el lavatorio, donde se había lavado algo con sangre. Ahí había desorden, también en el desayunador que estaba roto. Ahí hicimos un relevamiento. Se veía que habían limpiado, como sacado sangre para el lado del patio donde en la puerta había un tendederito. En el living había una mesita y una silla como tumbados. Después me retiré y me fui a hacer la autopsia. La posible secuencia, con fundamento científico es que ella ha sido sorprendida detrás de la ventana en ese living donde fue herida en la yugular y después se la lleva para la otra parte, donde se ha sido herida en la carótida y en el trayecto se le han realizado el resto de los cortes seguramente. En total eran veinticuatro cortes. Muchos cortes fueron realizados en las manos, la herida más importante es la del dedo anular. Los cortes más importantes fueron los del cuello, hay un degüello total, en la carótida y en la yugular. En la zona del abdomen no hay cortes. Sólo un corte pellizca el útero pero no alcanza a ingresar. También tiene un golpe temporal que se va hacia la zona temporal, más de costado que hacia atrás. Producido por un elemento contundente, un palo, un caño. Se le exhiben las fotos para que haga las indicaciones que considere. La cama estaba distendida del lado izquierdo. En ese momento estaban el padre de Alejandro, el Dr. Balsa, el Dr. Maiztegui. Respecto de las manchas, observa las primeras manchas y explica cómo se habría realizado ese primer corte. De lo que no hay duda es de que ésa es sangre venosa, no necesariamente tendría que estar acostada. Sí puede haber estado sentada o cercana al piso, no necesariamente acostada. Es muy notable el color de la sangre, en el primer charco es sangre oscura y en el segundo lugar a los dos metros es carotídea y la sangre es lanzada hacia arriba. Científicamente puede ser de hasta tres metros la distancia de eyección.  Las lesiones que presenta en la espalda pueden haberse inferido fronto frontal (frente a frente) o el victimario en posición posterior a la víctima. No son heridas mortales. Algunas de las lesiones son intra vita, estando en vida, porque está coagulada. Los cortes en la zona de la espalda arriba son vitales, las posteriores son post mortem, lo cual se infiere porque no hay coágulo. O sea que el agresor continuó asestando puñaladas estando la víctima agónica o muerta. Puede haber sido una sola persona con una sola arma. Las lesiones suprapectorales y en la mama son profundas pero no mortales y la axilar es post mortem. Si el tamaño de la víctima es inferior al del victimario, puede haber habido agresión con una mano derecha o izquierda. Pueden haber sido dos los agresores, al haber un golpe y además las heridas cortantes y mortales, o sea que hubo dos armas, un elemento contundente y un cuchillo, y podrían haber sido dos los agresores. El corte fue realizado de izquierda a derecha y levemente hacia arriba. Y que hubo fuerza, intencionalidad en el victimario. El segundo corte es más grande, es como que se cruzan los dos cortes. Uno de abajo hacia arriba y otro desde el costado al otro lado. Se ve que con la mano izquierda es con la que más se defendió por los cortes en el dedo anular. Se ve también que hay un corte como con un sacabocado en la tráquea, como bien incisivo. El feto era viable, con asistencia, pero totalmente viable. Las dos lesiones que provocan la muerte son las del cuello y no todos los demás cortes. Se le exhibe el arma encontrada, y manifiesta que puede haberse utilizado perfectamente, o sea ésta tiene diez centímetros y yo describo lesiones de un arma de doce centímetros y puede haber sido la de diez centímetros porque el efecto acordeón produce una lesión más grande. De los cuchillos que se me exhiben, digo que no porque tienen serrucho, aunque otro cuchillo con serrucho más fino podría haber sido. Da la impresión de haber sido un arma afilada. Particularmente ninguna de las exhibidas me convence del todo. Sería más alguna de filo doble. Se ve en las fotos que en las lesiones las heridas tienen los dos lados iguales, como si fueran dos convexos que se juntan. Las dos puntas son iguales. Puede ser también que se hubiera utilizado un cuchillo pequeño, pero no lo creo posible. Las lesiones de la garganta son con retorno, lo que puede indicar una resistencia de la víctima. Los cortes realizados en la tráquea no han sido realizados necesariamente por alguien que tiene conocimientos de medicina. Una lesión témporo occipital izquierda, donde había un enrojecimiento por la contusión, luego devino en hematoma. Pueden haber intervenido dos personas. Lo que sí puedo afirmar es que hubo dos armas, una contusa y una de filo. La de filo sería solamente una. La causa de muerte ha sido shock hipovolémico. La sangre, ante el corte de la arteria, va a saltar unidireccionalmente y va a perder presión a medida que se va perdiendo. Va a ir unidireccionalmente dependiendo cómo esté ubicado el cuerpo. Cuando hablo del traslado, posiblemente ha habido una compresión en la lesión. Sin lugar a dudas el victimario tiene que tener sangre en el cuerpo, sería prácticamente imposible que no tuviera sangre en los brazos, o sea en las prendas. Recuerdo que Alejandro me dijo que le robaron algo de quince mil pesos, algo que estaba en una lata o algo de eso. Cuando yo lo vi, Alejandro tenía sangre en la ropa como si hubiera sido por una epítasis que tenía en la nariz, o sea un goteo. Esa noche había unos amigos e él, los Dres. Balsa, Maiztegui, Martelli, inclusive la Dra. Lazraqui. El Dr. Balsa me pregunta  si podría evitarse la realización de la autopsia, porque Alejandro no quería agregar más sufrimiento, pero me acerqué personalmente a Alejandro y le dije que estaba obligado a hacerlo, por lo que no podía actuar de otra manera. Aclaro que esto habitualmente sucede en situaciones como ésta. Los ojos de Natalia demostraban pánico. Esa noche a Alejandro no lo revisé, lo vi pero no tuve orden de examinarlo ni nada. Al día siguiente estaba en cama y recuerdo que hablé con Rosso para saber a qué hora era la sepultura. Cuando vuelvo del cementerio me habla Alberione y me dice que me vaya hasta la casa de Bertotti a revisarlo. Yo iba con el Dr. Pizarro y al examen lo hicimos juntos en el dormitorio, creo que lo firmó Pizarro. Una semana después lo revisé en tribunales. Tenía un hematoma periorbitaria izquierda, una equimosis retro auricular y una inflamación en la nariz. No recuerdo que haya habido una lesión en otra parte del cuerpo. Diez días después no tenía nada. Manifestaba dolores en el tórax pero no se exteriorizaban. Las lesiones son más compatibles con una piña en la cara que con lucha. Seguramente por golpes de puño. Las únicas lesiones que se visualizaban son las de la cara, si bien manifestaba otros dolores de tórax, sólo se visualizaban ésas. Lo de Bertotti era compatible con un golpe de puño, no de un elemento contundente, la lesión hubiera sido más grande, la lesión retro auricular puede haberse realizado con un elemento contuso pero muy suave. Casi descarta de plano que hubieran sido golpes con un palo los que tenía Alejandro, tampoco autoinflingidas. A mi modo de ver fueron lesiones superficiales realizadas con un puño. Con respeto a Forti, lo examiné cuando lo detuvieron. Nada más".
     21) Javier Isidro Maiztegui, médico cardiólogo: "Me informo a través de una secretaria del sanatorio que había habido un robo en la casa de Bertotti, fui hasta allá con otro médico, no pude entrar porque estaba todo cerrado. Afuera estaba Rita Vercesi, que es paciente mía, estaba muy mal, llantos, nervios, al rato me voy al sanatorio, luego nos llaman para atender al Sr. Bertotti, entonces le dijimos que lo traigan al sanatorio, lo primero que hicimos fue llevarlo a radiología para realizarle placas facial y craneal, tenía un sangrado mínimo en la nariz, pero eso lo iba a observar en un  momento la Dra. Felizia que es la especialista, se le hacen las radiografías pertinentes, le tomo la presión arterial, estaba dentro de los parámetros normales, salvo el golpe facial y el hematoma en el ojo, que creo que no comprometía el ojo, sí la nariz y cara, de ahí queda en manos del especialista. Yo no vi las radiografías. El no podía expresar muchas palabras, balbuceaba, lloraba mientras lo revisábamos. No era el momento para hacerle preguntas, me parecía. El Dr. Balsa creo que se comunica vía telefónica, y es quien nos pide una evaluación clínica en el paciente. Bertotti llega por sus propios medios acompañado de Balsa, no sé en cuánto tiempo, no sabría decirle. El técnico radiólogo era Marcos, pero no conozco el apellido, siempre le dije Marcos. En ese momento intervino el técnico y al informe lo hace el médico radiólogo. Hematoma en arco superciliar izquierdo, región maxilar izquierda, y la cara anterior de la nariz, tabique, y ahí convocamos a un especialista para que analice eso. No observé ningún otro tipo de lesiones. Le tomamos la presión arterial, los pulmones, algún examen neurológico mínimo, ejemplo: dolor de cabeza, vómitos, todo dio negativo. No se lo desvistió para revisarlo, no recuerdo si él refirió alguno otra lesión. El mensaje se corre en el sanatorio a través de una secretaria, que es la del Dr. Balsa, éso es lo que yo escuché, yo no hablé con la señora del Dr. Balsa. Todos estábamos muy angustiados, convulsionados, sexo femenino y masculino. El estado era un estado de asombro, de angustia. Hace muchos años lo conozco a Alejandro, lo conozco desde que empezó su actividad profesional en el sanatorio, es más, fui paciente de él. Él es tranquilo, laboralmente no hubo desencuentros, responsable en sus actividades, respetuoso, compartimos reuniones en el sanatorio, no somos amigos, una persona común y corriente, no tuve quejas de él, era más bien callado, de pocas palabras, lo que comentaba siempre era con respeto. El Dr.  Balsa nos dice que lo revisemos por el tema de sangrado en la nariz, que le preocupaba. No intervino que yo recuerde un oftalmólogo esa noche. Desde mi conocimiento médico estaba shockeado. Martelli, Balsa y yo prestamos nuestros servicios médicos ahí. Frente al servicio de radiología, tengo el consultorio yo, el jefe de radiología es el Dr.  Polero. La Dra. Polero, que es dentista, tiene el consultorio en otra área frente a Bertotti. Yo creo que el Dr. Balsa entró a la casa, yo no. Del sanatorio a la casa hay menos de dos cuadras. El fue a mi casa los días posteriores para que mi señora le vea la cara, y no se habló del hecho. La tensión y ritmo cardiaco estaban bien. Yo estuve afuera de la casa con la mamá de Natalia, y vi cuando se llevan el cuerpo, había muchos comentarios, por ejemplo, que él estaba muy herido, cosa que cuando lo veo no era así, pero eran todos comentarios. Se comentaba en la puerta de la casa que había sido un robo, con dos personas y violencia y que habían matado a Natalia, no sé quién lo comentó, había unas ochenta personas afuera, y no sé si me quedo corto. Con el revuelo  en el sanatorio las chicas lloraban, no se sabía qué había pasado, pero que era algo grave en la casa de Alejandro".
     22) Aurelio José Mícori: "Yo era vecino de Bertotti. Tengo un negocio de venta y colocación de caños de escapes ahí. Esa tarde apareció Alejandro exaltado y me dijo “pelado, vení que me asaltaron y creo que me mataron a la Nati”. Entramos primero él y yo después, había un gran charco de sangre, y me dijo vení, acá está, y yo me acerco a Natalia y le dije está muerta, y el ahí se desesperó, me dijo esto no me puede estar pasando a mí, y me estaba yendo para afuera y llegaron los primeros  policías, luego el padre de Natalia y luego el servicio de emergencia, después no entré más a la casa. Días posteriores lo vi cuando venía a la casa y me venía a hablar. Lo que él me dijo es que lo abordaron cuando entraba a la casa, que eran dos personas, que uno lo agarró con una pistola y el otro tenía a Natalia, y yo le pregunté por el perro y él me dijo que le dijeron sacame el perro porque te mato. Le pregunto por el perro porque es un perro grande, imponía respeto, me parecía bastante bravo, es un bóxer. Me dijo que entraron con capuchas. No me acuerdo si habló de alguna otra arma, ya pasó un año y medio, pero me parece que me dijo que uno lo tenía agarrado a él con el arma y el otro se le fue a Natalia para robarle. No se habló de cómo habían matado Natalia. Lo que me cuenta del robo fue inmediato esa noche, y después el viernes más o menos me fue contando lo otro. Teníamos una relación de vecino, pero más allegados que otros vecinos porque salíamos a pedalear juntos y más de una vez comimos juntos con Víctor el padre de Natalia, que nos conocemos de toda la vida. A la casa habré entrado dos veces. Ese día Alejandro tenía algo claro arriba, blanco, no sé, algo claro y un pantalón oscuro, no recuerdo si mangas largas o cortas. Además de la gran macha de sangre en el living veo una silla rota en el living, le faltaba una pata, la tenía quebrada, la silla estaba tumbada. En el pasillo también había sangre, hasta donde estaba Natalia. Ella estaba al lado de un desayunador, mirando hacia arriba con los brazos tendidos, me acerqué al cuerpo y le dije está muerta y después me avoqué a él, por eso no vi más nada. El dijo “pelado, esto no me puede estar pasando a mí”, lo agarré, traté de calmarlo y llegó la policía. Primero entró un policía y después seguido entró otro. Yo salí, un policía entró y Alejandro entró con ese policía, él le dijo quiero que me traigan a una ambulancia no a la policía, si mal no recuerdo yo quedé en la puerta con el otro policía. Lo que dijo Alejandro fue que lo abordaron cuando estaba cerrando el portón del garaje, eso sí me lo acuerdo. La relación con la familia era buenísima. No toqué nada, ningún elemento. A mi juicio él se enteró que estaba muerta cuando yo se lo dije, y yo le dije Ale está muerta. Lo dije con sólo mirarla. Me agaché y se lo dije. El desplazamiento por la casa yo lo hacía como en puntas de pie. Alejandro era una persona normal, nunca tuvo ningún altercado como para saber el carácter. El tenía sangre en la nariz, en la cara, en la boca. En las oportunidades que yo pasaba o me acercaba a la nena de ellos, el perro se acercaba como intimidando, no me mordió. El detalle de pasearlo con la correa no me acuerdo, pero sí lo veía a Alejandro con el perro. No me acuerdo el calzado de él. Cuando entré a la escena, fui por un auxilio, y vi a esa chica que era como mi hija. Lo que vi fue de horror, de terror, no pensé en un robo ni en nada. Cuando íbamos corriendo hacia su casa, le dije llamo a la ambulancia, él me dijo no, ya la llamé. Cuando Alejandro llegó a mi taller eran 7.10, me acuerdo porque era cerca de la hora de cierre. Entré en punta de pie, en el pasillo,  como saltando para no pisar la sangre. No sé por qué Alejandro me vino a buscar a mí. Yo creo que si te están apuntando con un arma y te dicen sacá el perro, yo lo saco. Creo que me buscó para que le dé una ayuda, para llevar el cuerpo, no sé, a eso se lo tendrían que preguntar a él. Cuando íbamos corriendo a la casa e ingreso no sentí nada en particular, no sentí al perro, no lo vi. Estando detenido no lo fui a visitar a la cárcel”.
     23) Sergio Hugo Barman: "No conozco a Forti. Era vecino de Bertotti. No escuché nada, yo pasé caminando por frente a la casa, porque llevé la camioneta la lavar, cuando busco  la camioneta paso por al frente, lo veo afuera a Ale, me abraza, llora, me dijo que le entraron a robar y habían matado a Natalia, me dijo cómo hago para decírselo a mi hija. Había policías, ambulancia y los dos padres. Estaciono mi camioneta normalmente y como estaba él llorando afuera con los dos papás, de él y de Natalia voy a preguntarle qué había pasado. Eran buenos vecinos, después de ese día no lo vi más porque esa madrugada yo no iba de viaje y me fui. Yo a su casa no entré nunca, él a la mía sí, unas dos veces, a ver a mi hijo que estaba golpeado. Yo llevé la camioneta tipo seis menos cuarto, y la retiro siete y cuarto. Ese fue el único diálogo que mantuve con él. Cuando regresé de mi viaje no recuerdo si hablé con el alguna otra vez. Cuando llego ese día, había policías, estaba la ambulancia, no ingresé al interior de su casa. Él entró a mi casa por su profesión. Nos separa una pared, alguna vez se escuchó algún grito, pero nada. No sé de quién era el grito, o si hubo llantos. Sé que Alejandro tenia un perro bóxer. Lo sabia sacar a pasear al perro. No sé si con correa o no, creo que con correa. Donde estaba el arma que se encontró con posterioridad había que pasar por mi techo, un baldío y después subir al lugar donde estaba el arma. Los alambres de púas los puse después del hecho, antes no había nada, ningún impedimento, solo subir y bajar al baldío. El hecho fue un día antes de las vacaciones de invierno, porque yo había programado mis vacaciones. Cuando hablé con él le vi sólo un golpe en la nariz y un par de gotas de sangre en el buzo. No recuerdo el pantalón ni el calzado, color ni nada. Tengo dos perros doberman, toreaban con el perro de Ale. Yo tenía miedo a los comentarios, es más dijeron por comentarios que el robo era para mí, por eso puse las medidas de seguridad, alambrados y extendí la alarma. Yo en ese momento no estaba, pero mi señora me dijo que rompieron una ventana, rompieron un vidrio y Alejandro que vio salir a una persona, llama a la policía y cuando mi señora y mi hija vuelven ven a dos policías en moto. Yo no estaba pero sí pude constatar la rotura del vidrio. Según el policía Díaz pusimos los alambres porque mi señora se quejó de ver a Bertotti en los techos, pero a eso no lo sé, pregúntenle a ella. Es cierto que tengo en mi patio una pileta de natación. Nadie de mi casa mi comentó que los perros de mi casa estuvieran molestos. Si hubiera habido gente en mi techo los perros se ponen locos".
     24) Juan Eduardo Borgogno: "No lo conozco a Forti; a Bertotti lo conozco desde los cuatro años, somos amigos, jugamos al básquet juntos. Yo estaba en la oficina trabajando tipo 7:00 y me llama un amigo y me dice que había pasado por la casa de Alejandro y que había policías afuera, quien me llama es Gabriel Bono, que reparte helados en la ciudad, entonces lo llamé dos veces a Alejandro y como no me atiende me voy hasta la casa, ahí lo veo al padre de Alejandro quien me dijo que parecía que les habían entrado a robar y que habían matado a Natalia, luego sale de la casa Víctor y dijo es un desastre lo que hicieron, mataron a Natalia y Víctor tenia que ir a decirle a Rita y yo lo acompañé, ella estaba en un kiosco de quiniela y le dijo que le habían entrado a robar a los chicos y que habían matado a Natalia, ella se descompensó, yo me quedé un rato y después me fui otra vez al lugar, ahí me llamaron amigos que me veían por televisión, había  policías, después fuimos al San Justo, le hicieron un placa, estaba Matías Tomatis, algún médico que no se quien es dijo que tenía una fractura en la nariz, el me abrazó, lloraba, me dijo no sabés lo que le hicieron a Natalia. El también dijo que quería ir de sus suegros. Del tema no se hablaba, estábamos todos muy consternados. Llegó Nelly, la mama de Alejandro, y en el velatorio me dijo que la nena quería una mamadera y ropa y se fueron con Guillermo, el hermano, a buscar las cosas. Lo seguí viendo siempre, tenemos una relación familiar, la nena venía a mi casa, o íbamos a verla de Rita, cuando nos juntábamos tratábamos de hablar de otra cosa, era tocar algo que todos estábamos tan doloridos, lo único que me dijo es que fue un robo. Yo lo visité en la cárcel, a mí los sábados se me complica por el trabajo, es más hace de agosto que no lo visito, además yo estuve quebrado. El lunes anterior fue mi cumpleaños, le dije a Alejandro venite a comer un asado y me dijo que no porque Natalia no quería salir por el tema de la gripe a, y le dije es de hombres solamente, y después vino tipo veintidós y quiso irse tipo veinticuatro. Él se quería ir y yo le dije que se quede por un fernet más, que yo había contratado a un humorista. Se quedó no sé cuánto tiempo más. Lunes a la noche, para martes a la madrugada. La fiesta  fue en el salón de Organización Cacho. El martes me llamó y me dijo ahora te despierto yo y vos que no me dejabas ir a dormir. No me acuerdo la hora que fue la madre de Alejandro a la sala velatoria de Rosso a decir las cosas que necesitaba para la nena. Volvieron con la ropa y la mamadera, deben haber ido Alejandro, Guillermo y la madre. Salimos a las cuatro de la mañana de la sala velatoria a tomar un café a la YPF que está cerca por 9 de Julio y Córdoba. También vino Matías Tomatis, en realidad no me acuerdo bien la hora. En ese café lo único que nos contó fue que había sido un robo y que no pudo hacer nada por Natalia, con Matías no quisimos preguntar más. También dijo que a él lo habían golpeado. Empezamos a tener una relación más fluida entre las familias, nos fuimos de vacaciones juntos. Nunca vimos nada que nos sorprendiera, de malos tratos ni de nada. Todas las sorpresas son ahora. No me enteré de nada más. En las visitas a la cárcel no hablábamos del hecho. La noche que festejamos mi cumpleaños no recuerdo nada en particular. Un sábado anterior fuimos a ver un partido pero no podíamos juntarnos y salir por el tema de la gripe a, Natalia no quería. No conozco a Leonardo Forti pero sí a Diego Forti. Más o menos dos meses antes del hecho estábamos tomando un café en la estación de servicio de la Sol y pasó justo Diego, y Alejandro dijo que le había prestado ciento cincuenta pesos a Diego. En cuanto al lugar de la fiesta de cumpleaños, nunca recibí quejas por falta de señal de celular en el salón. Alejandro no comentó nada de Leo ni de la madre de Diego Forti. No conozco a Karina Vanesa Sánchez. La relación afectiva entre Natalia y Alejandro no recuerdo cuándo comenzó. Sí la empresa de mi familia le hizo la fiesta y todo, pero no recuerdo cuándo comenzaron ni cuánto tiempo estuvieron de novios. En la Fiscalía me preguntaron si yo era el padre del hijo, y yo me reía y les dije si querían que me hicieran un ADN. También me preguntaron si yo la veía a Natalia como una chica fácil y les dije que no. Natalia tenía un carácter un poquito más fuerte que Alejandro. Alejandro era más sumiso, más callado. A Alejandro lo llevaron al San Justo, yo estaba afuera, creo que lo llevó el cuñado, nosotros fuimos por nuestra cuenta. Matías Tomatis estaba adentro de la sala de rayos x, también es casado y forma parte del grupo de amigos. Nos reuníamos con Víctor y la familia en la quinta a comer asados. Matías era amigo de la infancia también. Sé que iba a la cárcel. Bertotti nunca me hizo referencia con relación a que él no contestara el celular o que hubiese algún problema, no, nunca me dijo nada ni vi nada. El fiscal insiste porque lo mismo sucedió otras dos veces. Solamente una vez Natalia llamó a Alejandro porque escuchaba ruidos en el techo y entonces Alejandro se fue enseguida. Natalia era celosa porque cuando Alejandro salía con nosotros, ella lo llamaba siempre. En cuanto a las vacaciones, en enero anterior habíamos ido a Ingleses en Brasil, habíamos ido mi señora y yo con mis tres hijos, Bertotti y la señora con la nena, y durante esos días nunca vi problemas de convivencia entre ellos. Nunca le presté el celular a Alejandro. De la cárcel me hablaba varias veces. Yo le dije que dijera la verdad, porque si estaba callando algo por miedo o algo, que dijera la verdad. A lo mejor él no hablaba o no decía algo por miedo o algo así".
     25) Gonzalo Adelmo Cerutti: "Yo tomo conocimiento en mi domicilio, estaba con mi esposa, justo nosotros nos estábamos adhiriendo a una asistencia médica de la Cruz Verde, estaba la promotora ahí, y llama la mamá de Ale, y ella me pide si podía ir a ver qué había pasado y yo voy solo, a la casa de Alejandro y ahí lo veo a mi suegro, al papá, y me dijo que Natalia estaba muerta. Me quedé un rato más ahí afuera, después empezó a haber gente, mi señora me llamaba para ver qué había pasado, ahí afuera le pido el teléfono a un conocido para llamar a mi señora y le cuento lo que había pasado. Yo me quedo un rato más ahí afuera, a mi suegro lo llaman para que ingrese, y yo me voy a mi domicilio porque mi señora estaba mal. La llevo a mi señora de mi suegra y vuelvo a la casa de Alejandro. Me quedo afuera, ya había mucha gente afuera. Hasta ahí nada más me habían contado lo de Natalia. Después ahí ingreso a la casa, obviamente había manchas de sangre, mucho desorden, llego hasta la cocina, el comedor, y me quedo hablando con mi suegro, no recuerdo puntualmente de qué habíamos hablado. Surge que la fiscal le había dicho que podíamos limpiar la casa. Con Alejandro no hablé, que estaba en la vereda, estaba shockeado, golpeado, con la remera manchada, no tuve contacto con él. Solamente hablé con mi suegro unas palabras. Mi suegro me dice que ya le habían dicho que se podía limpiar la casa. Salió la conversación que en mi casa trabajaba una señora Betty Mansilla que podría limpiar la casa. Yo la llamo para ver si podía limpiar la casa porque no era limpiar tierra, había mucha sangre. Le comunico a mi suegro y me dice que bueno, que posiblemente también fuera algún policía a ver si encontraban algo más. Yo le digo que fuera cuando quisiera, ella me dijo mañana voy, yo le dije cuando puedas porque al día siguiente era feriado, y como no se animaba a ir sola, yo le dije que la podía acompañar. Esa noche, Alejandro nos dice que se quiere ir al sanatorio a que lo vean, lo llevo al sanatorio y no recuerdo quién es el profesional que lo atiende, lo ven y él me pide si podía ir a la casa de los suegros, él subió un rato ahí y yo me quedo un rato con unos amigos de Alejandro. Cuando salimos de la casa Alejandro estaba mal pero ni habló. Cuando fuimos de los suegros, creo que cruzamos la calle, después yo guardo el auto de Alejandro en un galpón de los Vercesi que estaba a dos cuadras. Después con Alejandro fuimos a mi casa y ahí Alejandro estaba bastante mal, susurraba "pobre Natalia". Después yo me voy y cuando vuelvo ya se había ido con el padre. Bastante antes yo le vuelvo hablar a Betty porque no estaba seguro que le hubiera quedado claro que había mucha sangre y me dice que no tiene problemas. Yo me voy después con mi señora al velatorio. Al día siguiente voy con  Betty a la casa y ella empezó la limpieza. A la mañana me llama mi señora, me pide si la puedo llevar de nuevo al velatorio, la busco a mi señora y la llevo al velatorio. Cuando vuelvo a la casa había estacionada una camioneta en la vereda, eran policías que tenían que inspeccionar, los hago pasar. Algunos ingresaron afuera, otros a la casa, en el frente y en el techo. Sinceramente no sé en qué lugares estuvieron adentro de la casa. No recuerdo. Esta gente se retira, terminamos de limpiar, había una bolsa que tenía todo lo que habíamos levantado, y la dejamos adentro. Había una ropa y ella insistió en llevarla para lavarla. Ella la levantó y la puso en una bolsa y la cargamos en el auto y nos fuimos. Fuimos a mi casa porque ella ahí tenía la moto. Ella se fue, y a la tardecita noche nos llama mi cuñado Guillermo preguntándonos por la ropa que había porque la estaba buscando la policía. Le dije que la ropa la tenía Betty, que ya la llamaba. Le hablo a Betty y ya había lavado la ropa. Le hablo a Guillermo y le dije que Betty ya había lavado la ropa. Estando detenido Alejandro lo visito, pero no hablamos del tema. Betty no trabaja más en mi casa. Sé que fue a hacer bobinados con un cuñado. Ella siguió trabajando un tiempo en mi casa, era tercerizada en Sachs y también trabajaba en un servicio de limpieza. Ella me comentó que estaba asignada en Codini. Trabajaba en una empresa que no recuerdo cómo se llamaba. Preparan comida y hacen limpieza. Que yo sepa no tiene parientes en Francia. Nosotros no tenemos parientes en Francia. La autorización para limpiar se la dieron a mi suegro. Me dijo que la Fiscal le había dicho que ya se podía limpiar. Esa noche no volví a la casa. Había que buscar un medicamento a la nena pero no me acuerdo. Yo no me acuerdo. No sé quién fue. La limpieza demoró unas cuatro horas más o menos, no sé con exactitud, llegamos entre las siete u ocho de la mañana y antes del medio día nos fuimos. Ahí había ropa de la nena, ropa de Alejandro, yo no sabía si Alejandro se iba a quedar o no con la nena en la casa. La prisa para limpiar la casa era por el panorama que había, no se podía dejar la casa como estaba, pero no necesariamente la casa se tenía que limpiar enseguida. A la autorización para limpiar me la dio mi suegro, él hablaba con Alejandro y me dijo que había que limpiar. Cuando ingresé al interior de la casa había amigos de Alejandro pero no había policías ni adentro ni afuera de la casa. Ya se habían retirado. La primera vez no pude ingresar porque había policías y la segunda vez ya no estaban. Esa noche la casa quedó deshabitada, no sé quién cerró la casa esa noche. Yo ingreso a la casa con la llave que me dio Alejandro. No recuerdo o no me dijeron nada los policías que vieron que la señora estaba limpiando. No me dieron ninguna orden que dejara de hacerlo. Nosotros simplemente dejamos la bolsa adentro de la casa, pero nadie nos dijo nada. Mi relación con mi esposa comenzó en el 2005, a Natalia la conocí en el 2006 más o menos. Teníamos trato familiar, a veces comíamos en su casa o en la nuestra. Alejandro era de hablar más y Natalia era más reservada. Natalia era muy callada con nosotros. Alejandro era más de hablar. La relación en el matrimonio era normal. A Betty Mansilla la conozco por ese nombre, no por Ana Mansilla. La veía todos los días en la fábrica, no sé cómo se llama el marido. La llamé por teléfono esa noche, pero no recuerdo la hora. Después de un tiempo ella me contó que no se impresionaba porque había trabajado en una carnicería y por eso sabía cómo se lavaba la sangre. Yo la llamé para limpiar la casa, cuando nos íbamos, ella fue al baño y encontró ropa sucia y ella me dijo que se la llevaba a lavar. Yo le dije que hiciera como quisiera. Cuando limpiábamos, no sé qué habremos usado, será un líquido para limpiar el piso. Me llevé cosas de mi casa, porque no sabía qué iba a tener para limpiar en la casa. Al ver las fotografías de fs. 15/23, las mira y dice que la casa estaba así cuando él entró. Cuando entré la sangre estaba semi-seca. La casa a la noche cuando ingresé estaba igual que a la mañana cuando fui con la señora Betty. Yo le comenté a Alejandro que íbamos a limpiar la casa, fue en el sanatorio cuando le estaban haciendo las placas y demás, y él me dio la llave de la casa, porque teníamos conocimiento de que el Fiscal había autorizado que se limpiara. Inclusive uno de los doctores le dijo si quería que le mandasen a unas mucamas del sanatorio a limpiar, pero le dijimos que ya teníamos una persona. A la llave la tuve yo toda la noche. A la mañana, cuando yo regresé, los policías fueron a la casa. La bolsa quedó adentro por decisión nuestra, no a pedido de los policías. Cuando la policía vino, estaba todo en su lugar, incluso la ropa, porque Betty la saca del baño antes de irnos, fue a lavarse las manos y vio la ropa y entonces se la llevó. Después la lavó y nos la trajo a nosotros y nosotros se la dimos a mi suegra. No sé qué ropa era porque estaba en una bolsa negra. No la vi. No sé quiénes eran los empleados policiales. El hallazgo de la ropa manchada con sangre en el baño fue después que los policías se fueron. No sé por qué no preservamos la ropa al igual que la basura. Betty había querido sacar la basura fuera de la casa, pero yo le dije que no, que era mejor preservarla por las dudas se necesitase dejándola adentro, y así hicimos, pero con la ropa no, Betty se la llevó y la lavó enseguida". 
     26) Nancy María Lamberti: "Yo a las 18:45 más o menos fui de mi primo Barman a buscar unos papeles de un alquiler. La señora no estaba y un chico me dice que vuelva más tarde. En realidad fui a cobrar un dinero de un alquiler a la casa del Sr. Barman, me bajo, toco timbre, el nene desde adentro me dice mi mamá no está, entonces me fui para volver mas tarde. Estaciono frente a la casa del Sr. Barman donde ahora hay unas palmeras y antes había un árbol. No estaciono sobre la ruta sino sobre la vereda. No puedo precisar el tiempo que estuve. Mientras yo estuve ahí no pude escuchar ni ver nada al lado. No vi persona alguna ni sospechosa arrimarse al lugar. Más o menos a la hora y media tomé conocimiento del hecho. No supe ni sé si el hecho pasó después de que yo me fui, o durante o después. Al ser remisera y estar en la calle, me enteré del hecho por eso. Yo fui a buscar a mi prima a la casa de Barman. Yo tenía un Fiat Palio. Mi prima me llama a la hora y media y me pregunta si yo cuando estuve afuera de su casa vi algo, porque el hecho pasó más o menos a esa hora. El hijito me dijo que su mamá no estaba y que volvía después de las ocho".
     27) Daniel Fernando Martelli, médico cirujano: "A Forti no lo conocía. Esa tarde estaba atendiendo mi consultorio, me entero por mi secretaria, que estaba bastante conmocionada, ella me dice que habían apuñalado a Bertotti y matado a su mujer. Entonces me fui a la casa, que queda cerca del sanatorio. Había mucha gente, al conocido que vi fue a Víctor Vercesi, me dijo que Bertotti estaba golpeado pero no herido y que a Natalia la habían matado. Le dije lo mismo a un policía que me ofrecía a llevar a Bertotti al sanatorio. Bertotti siempre decía lo mismo. Me acerco hasta la puerta pero no entro, ahí veo a Balsa y me fui al sanatorio a esperarlos. Al buen rato llegan Bertotti y Balsa, lo revisamos en la sala de rayos, que si bien es oscura le revisamos que no haya nada serio, buscamos al especialista en garganta y oído y al oftalmólogo para que lo vean. Había fractura de nariz y lesiones externas. Tenía un hematoma en el ojo, a veces esos golpes pueden causar lesión en retina, pero no había lesión. La lesión que se observó de nariz no necesitaba tratamiento urgente. El repitió muchas veces que habían matado a Natalia, que no pudo hacer nada y que ella le pedía ayuda. Dijo que eran dos personas, que la persiguieron por toda la casa, y que ella gritaba y que a él lo tenían inmovilizado. A la noche nos encontramos en la sala velatoria y al día siguiente también. Después no lo vi más. Yo no entré, llegué hasta la puerta. Me parece que a la radiografía se la toma el técnico radiólogo Marcos Bonetto. Le levanto la ropa, le controlo los movimientos superiores e inferiores, de la cintura para arriba, no lo desvestimos, ni adelante ni atrás, no constatamos lesión en el dorso, realizamos palpación de abdomen y de tórax y no surgió nada. Tenía fractura de nariz de un solo lado, no recuerdo de cuál, hematoma peri-orbitario; ése fue mi diagnóstico. Del oftalmólogo surge que no tenía lesiones internas en el aparato de la visión. La radiografía se toma e inmediatamente se revela. Vi las radiografías en ese momento, por eso convocamos a un especialista en garganta, nariz y oído. Las que se me exhiben son radiografías de cráneo, senos para-nasales y hueso propio de la nariz; se advierte una fractura lineal no desplazada. Él me dijo que lo habían golpeado varias veces, no me dijo con qué.  Pueden corroborar perfectamente con la lesión que tenia en ese momento. Las placas que se me exhiben corresponden con el diagnóstico que Bertotti tenía en ese momento. El papelito adhesivo no es manuscrito, es el sello del instituto. Las placas se pueden identificar así o con el nombre escrito a mano sobre la placa. Pablo Alassia fue el oculista y Maricel Felizia la otra especialista, que es la esposa del Dr. Maiztegui, estaba muy conmovida, no estaba yo al lado pero me acerqué y vi que en un momento le acercan una silla. El Dr. Balsa sí entró, nosotros no pudimos ni quisimos. Cuando me llaman a mí, que me arrimo hasta la puerta del frente hablo con el Dr.  Balsa. Yo cuando Bertotti llegó al sanatorio estaba adentro, entraron por el portón de atrás. Desde la casa de Bertotti al sanatorio hay una cuadra. Cuando llegué había mucha gente, estaba el Dr.  Maiztegui. Mientras esperábamos con Bertotti y sus familiares a los otros especialistas, les pregunté, les dije que si querían podíamos mandar a alguna mucama o persona de limpieza y me dijeron que no gracias, que iba a ir otra persona. Ese ofrecimiento fue después de la placa. Siempre tomando la idea que nuestro personal está acostumbrado. No recuerdo si alguien había autorizado a limpiar la casa. Mi ofrecimiento fue de buena voluntad. Surgió de parte mía la propuesta. No se habló de permisos o autorizaciones para limpiar. Se le exhiben los guantes mencionados en el punto 29 (reservados en secretaría), para saber si son los que habitualmente usan los médicos. Son guantes del Sanatorio San Justo. Hay varios tipos de guantes, varias marcas. Son guantes de cirugía, son un tipo de guantes de los que se usan, no siempre compramos las mismas marcas ni a los mismos distribuidores. Hay varios guantes, no estériles, para consultorio, para examen. Los guantes vienen grandes, medianos y chicos. Hay guantes nacionales e importados, nosotros compramos de acuerdo a la cotización, y los adquirimos de proveedores. Bertotti puede haber estado sangrando al momento del control. El Sr. Fiscal solicita se le exhiba la foto con el guante y la sevillana secuestrados en el lugar. El testigo responde: El guante de látex no es rugoso".
     28) Luis Carlos Balsa, médico pediatra: "Nunca lo vi a Forti. Estaba en el consultorio trabajando con una paciente, y me sonó el celular y era Alejandro llorando y me decía que le digo a la Juli y yo le dije qué pasa con la Juli y me parece que me dijo mataron a la Nati, corté y salí corriendo a su casa, vive ahí a la vuelta, no me acuerdo quién pero cuando llegué alguien me abrió la puerta, entré y había sangre, estaba el papá de Alejandro, en el fondo había mucha gente, no sé quiénes eran, yo entré, lo abrace a él, y él me decía qué le digo a la Juli, yo no sabía qué contestarle por lo que veía ahí. Estaba su padre, el suegro, estábamos en el sillón del living yo, me quede ahí, Ante su pregunta la llamé a mi ex-mujer que es psiquiatra infantil. Cuando Ale me llama por teléfono, me dijo qué le digo a la Juli, y creo que ahí me dice que mataron a Natalia. En el sillón del living me dijo que él iba a ir a la clínica, que estacionó el auto en la vereda, que después resolvió entrar el auto, que la Nati estaba planchando y ahí se le metieron dos personas cuando estaba cerrando el portón, cerró las dos primeras hojas del portón y cuando estaba por cerrar la tercera uno lo apuntó y se le metieron y yo le pregunté por el perro y me dijo que una de esas personas le dijo llevá el perro al patio, me dijo que le habían solicitado dinero y que él se los dio, y que le pedían más, no puedo precisar la cifra, me la dijo pero no me acuerdo. El lloraba, y también me decía la veo a la Nati apoyada en el marco de la puerta y que me gritaba hacé algo, Ale, hace algo, y que ella estaba como desesperada y que a él lo tenían apuntando con un arma y que la otra persona se la había agarrado con la Nati. Yo le digo cómo no reaccionaste, y él me dijo que se había agarrado en lucha con uno de los ladrones y que le habían pegado una patada en la cara y que después no se acuerda más. Emanaba sangre por nariz y tenía un hematoma en el ojo. Yo nunca me moví del living. El después se fue a cambiar y bañar, y le seguía saliendo sangre por la nariz, entonces le dije vamos que te vea un médico. A mí me llamo por teléfono, no me acuerdo si el Dr.  Maiztegui o Martelli, que estaban afuera, y uno de ellos me dijo que si Alejandro necesitaba atención lo llevemos a la clínica. Escuché que Vignolo le dijo a Alejandro que había que hacerle la autopsia para saber porqué había muerto realmente. Alejandro le dijo como compungido no no; no quería que se haga la autopsia. Entonces Vignolo le explica las razones de por qué había que hacérsela y Ale no insistió. Vamos hasta la clínica, él no quería salir porque había mucha gente afuera. Estaba el papá, el suegro, el cuñado, el amigo Tomatis, y me dijeron vamos en el auto, y me dijeron que yo manejara el auto, y yo dije que no. Yo me fui caminando y el cuñado manejó el auto, y lo dejó en el patio de la clínica, yo no participé en la revisación. A simple vista tenía la nariz hinchada, le salía sangre, y tenía un hematoma en ojo, creo que izquierdo. Yo después me voy a mi consultorio porque había dejado todo abierto de ahí me fui a mi casa y más tarde fui a la sala velatoria. No me acuerdo si hablé con él, con Vignolo sí y también con otra gente, con él sí comenté algo, pero sobre qué no me acuerdo. Con posterioridad lo volví a ver a Ale pero no me dio otra versión de los hechos. No me acuerdo ahora el importe que me dijo que le robaron, pero si dije ese importe en mi declaración es porque en ese momento estaba seguro de ese importe, si no lo hubiera dicho. No puedo precisar la hora que fui al sanatorio. Sí sé que estaban los Dres. Martelli y Maiztegui, y la esposa del segundo, que es la Dra. Maricel Felizia, quizás también estaba y lo revisó. No me acuerdo exactamente las palabras que usó Alejandro para pedir que no se haga la autopsia, pero que no se negó a la autopsia estoy seguro. Me llamó Alejandro a mi celular desde su celular. En la calle no observé manchas de sangre y en la vereda no sé ni me fijé. Observa fotos y dice que para entrar tuve que saltar o abrir las piernas por la gran mancha de sangre que había en la entrada, adentro, en el living”.
     29) Pablo Jesús Gudiño, concubino de la testigo Beatriz Ana Mansilla: "Mi mujer no está en el país. Está por tres meses en Francia, se cumplen los tres meses a fin de mayo, no sé la ciudad pero sé que es al límite con Francia. Se fue porque acá se quedó sin trabajo. La familia Dupraz, Claudia, era de acá, se casó, tuvo familia allá, y le ofreció que vaya como niñera, ellos se hacían cargo de los gastos de todo y agarró viaje. La Sra. Dupraz se casó con un francés, viven por Colón a media cuadra de la ruta los padres de ella, acá. Cuando yo llego ese día me comentó que había sucedido un hecho y que le habían ofrecido ir a limpiar la casa. Sólo me dijo lo que vio, sangre y todo eso y otra cosa no. Le avisaron esa noche que vaya a limpiar, y ella fue a las ocho de la mañana del otro día. Ella trajo a casa alguna ropa con sangre y automáticamente la lavó, y luego al día siguiente la devolvió. Yo no la vi a esa ropa, no estaba cuando ella llegó. Creo que era algo blanco, pero no puedo especificar qué era. La lavó y al día siguiente, cuando fue a trabajar, la devolvió. Mi mujer vuelve el treinta y uno de mayo. Ella tiene cincuenta y seis años, tenemos un hijo de ambos y ella tiene una hija anterior pero vive con su pareja. Se quedó sin trabajo quince días antes de viajar a Francia; renunció. Por problemas de falta de pago, arreglaron y renunció. Me dijo que quien la llamó fue Cerutti. La condición que puso ella para ir era que alguien se quede con ella mientras limpiara, sola no iba a ir. Ella limpiaba una carnicería de unos primos de Dupraz; yo mucho no la conocía cuando limpiaba la carnicería, todavía no la conocía yo a mi señora, en esa época. Estaban todos los boletos pagos, y ella se fue. La empresa con la que ella arregló es Fox, es una empresa de limpieza, con domicilio en Jujuy esq. 25 de Mayo. Para viajar fue a Córdoba, y luego a Buenos Aires. Me parece que fue a la empresa de viajes Viagens, arriba del Hotel Libertador, a hacer los tramites. Ella renunció a fin de enero, pero ya venía sin trabajar porque estaba enferma; el tres o cuatro de marzo ella se fue. Cuando ella se fue ya sabía que era testigo en este juicio, y le preguntamos a nuestra abogada, que es de Devoto, y ella nos dijo que habló con el Dr. Alberione, y ahí le dijeron que la causa ya estaba en la Cámara, y llama a la Cámara e informa que tiene todo listo para irse. Lo único que me acuerdo es que me dijo que iba a ir a limpiar con alguien la casa a las 8 de la mañana, pero no sé si le pidieron que vaya esa noche".   
     30) Matías Neval Tomatis: “No conozco a Forti y sí soy amigo de Bertotti por el básquet, pero la amistad más grande la hicimos en la secundaria. Yo estaba en el negocio de un amigo Casermeiro, me llamó otro amigo Mara, y me dijo sabés lo que le pasó al Ale y a la Nati, y yo le dije no, contame, y él no me quería asustar, yo insistía y él me decía no, andá a averiguar, es algo muy feo lo que le pasó a Nati y yo le dije qué, la violaron, y me dijo no, les entraron a robar y creo que apuñalaron a Natalia. Yo corté para ir a la casa de Ale, dejé a mi hijo en la casa de mis suegros y pasamos a buscar a Mara, llegamos y estaba lleno de gente, yo entré cuando habían liberado la zona y vi a Balsa y le dije por favor decime como está Ale y él me dice vení que seguro te quiere ver, entré, él estaba en la pieza, con el pelo mojado y poniéndose zapatillas, él se va con Gonzalo manejando el auto, es su cuñado, adentro estaban creo el cuñado Gabriel, el padre. Cuando salgo me voy con mi señora al sanatorio, lo revisa Alassia y una doctora, y ahí además estaba Juanchi, y le dije Alejandro qué querés que hagamos y me dijo yo me cruzo de los padres o sea de sus suegros, y de ahí lo vi nuevamente en el velorio donde pasé la noche junto a Guillermo también. Nos dijo que lo aguardaban dos sujetos en el portón, lo meten para adentro, dijo que un sujeto era más alto que el otro, que uno tenia la cara tapada con una capucha y el otro en cambio a medio subir y luego se la bajó, que el que lo agarró a él tenía un arma de fuego. Ale nos contó que antes de ingresar con los ladrones al comedor, suena el teléfono y Natalia va a atender el teléfono, a él lo paran ahí. Después ingresan, empieza el forcejeo, no me acuerdo pero que le hicieron sacar al perro no sé si a él o a ella, pero seguro uno de ellos dos, después me dijo que le piden plata, creo que 15.000 pesos, y después que le piden dólares, y que él le dijo que no tenía, ella ahí reacciona y le empiezan a clavar la puñaladas y él también reacciona, me dijo que a ella la corrían por la casa, y que también a él no me acuerdo si le pegan una patada en la cara o le pegan con un objeto que lo hacen como desmayar, se desvaneció y es ahí cuando se van los ladrones. Me parece que me dijo que el dinero lo fue a buscar a la pieza. Que Natalia lo habría ido a buscar a la pieza. El relato no fue todo de una sola vez. Yo lo vi varias veces, él cada tanto lloraba y entonces yo no quería seguir preguntando. Con todo lo que me contó uní este relato. Salimos más de una vez del velatorio, pero con Alejandro creo que salimos una sola vez, estaba Juanchi también y alguien más, en ese momento llegó Diego Rassetto, lo saludó como dándole las condolencias y se fue. No recuerdo si en la estación de servicio, durante ese café, Alejandro nos contó algo. Esto es más cansador que un partido de básquet, por lo que pasó y esta pasando, esto es una pesadilla. Yo lo seguí viendo mucho, al igual que Juanchi. La tarde que lo detienen me llama y me dijo vení que estoy del Dr. Bernarte y necesito que me hagas un favor, y me dijo andá del Carlos Ferrero y vendeme los autos que le tengo que pagar a los abogados. Mati, te mentí te tengo que contar algo que ya se lo conté a Víctor, a mi papa y te lo quiero decir a vos y a Juanchi. Me acuerdo que le dije Ale tené mucho cuidado con lo que me vas a contar, la verdad es que yo tenía miedo de lo que me iba a decir, Forti ya se había entregado. Me dice que hizo unos negocios turbios con Forti, con dinero, y le dije cómo hiciste algo así, no te puedo creer, como vas hacer negocios con Forti, hubo un intercambio de palabras, como una discusión. Entre Bernarte y dijo están hablando y yo dije no, ya me estoy yendo, le di un beso a Alejandro y me fui del Caio Ferrero, y me dijo no se puede vender nada, debe estar en sucesión por todo este tema, la verdad que yo ni me había dado cuenta, entonces le di el número al Caio del Alejandro, pero esa tarde lo detienen y el tema de los autos terminó ahí. Después me llama desde la cárcel, yo estaba en Esperanza, y me dijo Mati te mentí, perdón, te mentí. Le dije no me expliqués a mí, vos sabes con quien tenés que hablar, como haciendo referencia a los abogados. Hubo un tiempo que no fui a visitarlo a la cárcel, después fui más seguido, últimamente lo extrañaba mucho y fui más seguido, una vez por mes. Su relación era más vale buena con Nati, súper normal. El médico, que en su momento operó a su hija ahora operó al mío, y me dijo que bien que anduvo esa nena, se ve que no le faltó amor, y realmente es así. Yo conozco a Diego Forti, el hermano, un día fue a mi casa, y me dijo qué más sabés, por favor decime, acá esta en juego la vida de mi hermano, y yo le dije te juro que no sé nada, pero si mi hermano estuviera en esa situación yo haría lo mismo, él estaba desesperado pero en ningún momento me trató mal. Ahí me saludó y se fue. Esa noche yo no fui a la casa de Alejandro, creo que fue Nelly, Guillermo y Alejandro a buscar cosas para la nena. El me dijo que para despejarse un poco iba a caminar para el lado del cementerio, las ochocientas no queda para ese lado. Nunca verifiqué que haya utilizado mi celular para hablarle a Forti. Antes yo no conocía a Carina Sánchez, ahora con todo esto sí. El me dijo que le había prometido una plata a Forti por un negocio, y que le han hecho todo esto por la plata que él le había prometido a Forti. Nunca fui a Skalibur, no sé si Alejandro fue, me parece raro porque él no es de ir a bares. Jamás jugué ni lo vi jugar al pool. No conocí infidelidad de Alejandro y tampoco de Nati. El es una persona muy tranquila, tenía toda mi confianza, muy derecha, recta, es excelente toda la familia. Nati era una excelente persona, de carácter fuerte, una madre bárbara. El, cuando lo empiezan a vincular al hecho, se sentía mal. Una tarde me llama y me dijo que la policía lo estaba apretando, como que desconfiaban de él, entonces le dije quedate tranquilo, hablá con tu papa y con Víctor y eso hizo el. Yo siempre tuve esperanza que el cuerpo de Natalia hable. Yo le decía toda la verdad va a salir por la autopsia o por algo, era como una forma de dejarlo tranquilo. Seguro que en la uñas de Natalia algo quedó. Como amigo era excelente, el trabajaba en el Hospital aproximadamente de siete a dos de la tarde. Y también en el consultorio en el sanatorio y en Synapsis, ahí iba a la tarde. A mí nunca me dijo que él concurría a las 800. No sé si alguna vez consumió drogas. El antes estuvo de novio con Silvina Griffa, estuvo un tiempo largo, después se pelearon y luego estuvieron de nuevo juntos. No recuerdo cuándo empezó su relación con Natalia, sé que terminó con Silvina y empezó con Natalia. Tuve más relación de amistad con Silvina que con Natalia. Nunca, con ninguna de las dos vi actos de violencia física. No recuerdo si estando con Bertotti y con Bernarte lo llamó algún periodista. Desde la cárcel me dijo te conté una película, ya te voy a contar la verdad, y ahí por teléfono le dije no te preocupes, andá a hablar con los que tenés que hablar, o sea con los abogados. Cuando lo detienen me piden que sea depositario judicial, me llamá Bernarte para que busque las cosas, y había 4.000 pesos, su celular, papeles de trabajo y me llevé el auto que se lo lleve a su padre. Fui yo porque creo que nadie quería ir. Dentro del maletín como si fuese de trabajo estaban los papeles, sí me acuerdo de la plata, del celular no me acuerdo bien. Todo lo demás que sé son versiones periodísticas. Era mi deseo que el cuerpo hablara, lo único que puedo decir es que lo que le hicieron fue una atrocidad a ella y a su hija por nacer, éso es lo que puedo decir. En el estudio de Bernarte tuve miedo que Ale me confiese algo, alguna macana grande que se había mandado, tuve miedo como cualquier persona. En los diálogos yo ya le decía no te creo Ale, pero la amistad seguía todo bien, y ahí le di un beso y me fui del estudio de Bernarte. Para mí me dijo un negocio turbio o de drogas, no me acuerdo, creo que me dijo turbio. Me dijo que al negocio lo iba a hacer, había prometido dinero, pero no se lo había entregado. Me sorprendió que Diego Forti haya venido a mi casa. Estaba muy mal por lo que estaba viviendo con su familia. Después del día del hecho Alejandro se fue a vivir con sus padres, hasta que lo detuvieron, no volvió a vivir más a la casa, que quedó desahabitada, sólo volvió a buscar cosas. Nos juntábamos familiarmente, esposas e hijos. Creo que Ale tenía una niñera, yo no vivía en la ciudad, lo veía los fines de semana cuando yo volvía, creo que la niñera trabajaba cuando Natalia trabajaba”.
31) Elsa Norma Salcedo Vda. de Mitchell, abuela materna de Bertotti: "Nunca vi a Forti. Yo me entero por mi casa de lo ocurrido, porque vivo al frente. Yo llamé antes a las 7 de la tarde y no atendió nadie. Yo llamé para ir a su casa porque estaba siempre con ellos. No me contestaron. Yo llamé de mi teléfono 433248. A mí me llevaron a Córdoba por eso no tuve oportunidad de hablar con Alejandro, por eso a mí no me contó nada. Mi llamado fue a la casa de Alejandro, y no atendió nadie. Lo hice sonar tres veces al teléfono y colgué porque no tenía contestación. A Natalia la conocí cuando ellos estaban de novios, después se casaron. Mi concepto de ella es que era muy buena. Y de él también, muy bueno, muy compañero mío. Los fines de semana comíamos juntos, yo me quedaba a dormir en su casa, cuando ellos salían, me quedaba a dormir en su casa y cuidaba a la nena. Para mí la relación de la pareja era muy buena. El es tranquilo, educado. Y el de ella, uno como mujer grita un poquito más, pero nada más. Con mi hija y el marido íbamos a Córdoba. Había una niñera, no recuerdo el nombre, iba para la limpieza de la casa y cuidado de la nena, ella iba todos los días, y era una chica muy buena. A la nena la tenía dos o tres veces por semana, no sé, era muy chiquita la nena. Cuelgo el teléfono después de tres veces de sonar porque no obtuve respuesta”.
     32) Marisel María Felizia, médica otorrinolaringóloga: “No conozco a Forti. Yo estaba en el consultorio con una paciente, salgo y había un revuelo en el sanatorio y mi secretaria me dijo le pasó algo a la Nati, le robaron a Alejandro. Me fui hasta la casa de Alejandro y había mucha gente. No sé quiénes eran. No me acuerdo la hora. Entonces me volví al sanatorio y después me fui a mi casa. Más tarde no me acuerdo la hora, me llaman para que revise a Alejandro por un sangrado nasal. Tenía fractura, traumatismo nasal sin desplazamiento, desviación del septum nasal, y hematoma periorbitario izquierdo. El vino con placas ya hechas. Alejandro entra al consultorio, yo lo abrazo, se larga a llorar, estaba conmocionado, yo le dije esto es una pesadilla, dijo no me voy a sacar de la cabeza los gritos de Natalia que decía Alejandro ayudame. Creo que no correspondía que le preguntara nada. Yo no hablé con él, sólo cuando vino a la consulta. Lo volví a ver por su traumatismo nasal, no me acuerdo si a la semana o a los diez días. La evolución iba bien, el hematoma se iba yendo, las fracturas nasales se tratan con una férula, pero el no quiso, a la semana se sueldan,  si no se hace nada, se sueldan como se desplazó. Y con la férula se sueldan con la corrección. No hubo mas sangrado. No le hice nueva placa, es más no se suelen hacer. El septum nasal, es el tabique, es un cartílago, es lo que produce las dificultades respiratorias, él tenía desviación del septum nasal. No recuerdo si Bertotti me dijo con qué había sido golpeado, sí que lo habían golpeado, que lo tiraron al suelo, y que con algo lo habían golpeado pero no recuerdo con qué me dijo que lo habían golpeado. Se le exhiben las placas aportadas por el Dr. Brito, y la testigo responde estas placas coinciden con lo que yo había visto, pero no sé si son de Alejandro. Yo las tuve en mi consultorio más o menos una semana y después las llevé a rayos y cuando volví a ver a Alejandro le dije tus radiografías están en rayos para que las vaya a buscar. De la lesión periorbital, le dije ese hematoma está feo, ponete hielo, y que te vea un oftalmólogo para que te controle la visión. Yo no sé si ya lo habían visto o lo iban a ver. Alejandro no dijo nada, estaba muy conmocionado. Creo que lo revisó a Alejandro mi marido, el Dr. Maiztegui. Supongo que a las placas se las realizaron en el sanatorio. Las placas no tienen identificación, se les pone el nombre, es más a veces no tienen ni el nombre, yo las retiro en rayos, veo al paciente y las devuelvo. No sabría decirle cuál es el número de las radiografías, si es un código o que. En todos los casos si el paciente quiere se le hace una ferulita de contención, yo ni le sugerí nada, él por su estado no quería hacerse nada, No lo vi mas a él. El ahora tiene un cayito nasal; la desviación del septum debe estar, no lo revisé con posterioridad pero la desviación debe estar”.
     33) Lucas Fernando Zopetto: “Generalmente el tratamiento a mi padre se hacía en Sinapsis, no era lo habitual que el tratamiento se haga en mi casa, habitualmente era por la mañana. Esa tarde era una víspera de feriado, igual creo que cuando mi padre no quería ir a Sinapsis Alejandro Bertotti venía. Estuve afuera de mi casa hablando con Alejandro porque él tenia ganas de comprar un GPS y un amigo mío los conseguía. Más o menos estaba con mi papá 40 minutos, depende de las ganas que tenía mi papá de hacer los ejercicios. Cuando él salió de mi casa yo todavía estaba lavando el auto y seguimos hablando del GPS y es más, me dijo que se lo consiga y que después me daba la plata. El estaba como siempre, es más yo estaba mas interesado en terminar la charla porque quería terminar de lavar el auto. No lo vi más a Alejandro, creo que no vino más. Mi padre tenía esclerosis lateral, Alejandro lo trataba por una operación de la columna. Creo que lo trató un año y medio más o menos. El tratamiento era todos los días, íbamos a Sinapsis. Era por falta de voluntad de mi padre que no iba a Sinapsis y venía Alejandro a mi casa. A él lo conocí por el tratamiento que se hizo habitual, lo veía prácticamente todos los días. La charla del GPS fue normal, el tiempo de la charla debe haber sido 5 ó 10 minutos antes de empezar la rehabilitación y el mismo tiempo la charla antes de irse. No recuerdo la hora que llegó. El horario variaba. Vino en auto, en el Bora. No recuerdo cómo estaba vestido pero no estaba vestido con su ropa habitual de trabajo, de profesional, era una víspera de feriado. Con ropa de trabajo, quiero decir la chaquetilla y el pantalón holgado, eso no lo tenía. Estando conmigo no le sonó el celular, porque sino hubiésemos interrumpido la conversación y yo  hubiese seguido con lo mío. Cuando se fue no me hizo ninguna manifestación de adónde se iba. Cuando se supo lo de su mujer, él había estado en mi casa hacia 15 ó 20 minutos antes, a mí me dijo un amigo, ¿viste lo que le pasó a Bertotti?, le entraron a robar y parece que le mataron a la señora y no lo podíamos creer porque recién se había ido de mi casa. Esa es la referencia horaria que tengo. Nosotros además por el aprecio que le teníamos a Alejandro como profesional queremos la verdad por eso antes de venir acá, en estos días, ayer o antes de ayer hablé con mi mamá y no nos acordábamos de la ropa pero los dos estamos seguros que a la ropa de trabajo no la tenía puesta. Del tema de la campera clara si lo dije en mi declaración anterior debe haber sido pero ahora no recuerdo. Quien me lo cuenta a mí es Gustavo Yanes, es conocido mío. En mi casa de Sáenz Peña 2425 es donde se le hizo el tratamiento a mi padre ese día. El barrio de las ochocientas comienza a cuatro cuadras desde mi casa, y de allí al domicilio de Bertotti hay siete u ocho cuadras. A Bertotti no lo vi distinto de los demás días. El tratamiento se hacía en Sinapsis habitualmente, ese día era víspera de feriado por eso vino a mi casa. Por la neuro-rehabilitación lo contactamos a Alejandro. Una enfermedad degenerativa de la motoneurona era lo que tenía mi papá. Empezó con trípode, andador, para terminar con una silla de rueda. Ese grado de avance era lo que impedía su traslado. Hay veces que tenía ganas de ir a Sinapsis y otras veces no, ahí venia Alejandro o algún compañero. Yo prefería que mi papá no se quede en mi casa, queríamos que salga. No recuerdo si Alejandro venía a mi casa porque mi papá ya no se podía mover, si hacía un mes o una semana, no recuerdo, lo habitual era Sinapsis. Por la condición de mi papá, la policía, en lugar de citarnos, vino a mi casa. No me acuerdo los nombres de los policías, nos interrogaron a los tres: a mi papá, a mi mamá y a mí, después vine yo a declarar a la fiscalía. La referencia horaria que tengo es porque recién Alejandro se iba de mi casa, no sé a que hora vino Yanes a mi casa a contarnos, yo me encontraba en mi casa. En total eran tres los que atendían a mi papá, a Alejandro lo conocía porque era quien habitualmente venía, no recuerdo los nombres de los otros, eran dos hombres, un apellido Conti no me suena. Alejandro vino en un auto Volkswaguen, color azul oscuro. Por lo general a Sinapsis íbamos a la mañana. Ese día no era normal que se le prestara el servicio en ese horario. Mi papá falleció. Hacer los ejercicios siempre quería, su trastorno era trasladarse, cuando venían a mi casa él no tenía problemas en hacer los ejercicios. Lo normal eran 40 o 45 minutos aproximadamente, a veces menos si mi papá no tenía ganas. Yo esa tarde no entré a mi casa. Al auto Alejandro lo estacionó en la vereda de mi casa y salió hacia el este. De querer ir hacia otro lado tenía que doblar en U. Se le exhiben las ropas, y dice que no usó esa ropa, el estaba vestido de manera habitual, no de trabajo. Se le exhiben ambo completo, chaquetilla y pantalón verde claro y dos chaquetillas blancas, según consta a fs. 246, 316/317 y 1157. Y del acta de secuestro de fs. 317, lo que se describe en el sexto reglón de abajo hacia arriba. Alejandro no vestía ninguna de estas prendas al momento de ir a mi casa, estaba vestido como cualquier persona”.
     34) Daniela Alejandra Albornoz, vecina: “Esa tarde yo estuve podando una planta que tengo en el patio, estaba con mi hija y mi abuela, entro tipo siete de la tarde, cerré ventanas y todo por el frío, y veo a Alejandro Bertotti parado afuera con una mancha de sangre en la remera, y un hombre que estaba ahí me dijo que aparentemente les habían entrado a robar y habían matado a su señora. El día domingo lo vi porque vino el padre Muratore porque Alejandro lo había buscado para bendecir la casa, y el lunes o martes lo veo a Alejandro y le digo el recado del cura que había venido y no pudo bendecir la casa, y que él se iba a Tierra Santa. Mi casa está para el lado norte. Nosotros a la entrada de calle Urquiza casi no la utilizamos, sí usamos la de calle Iturraspe, los patios tienen contacto. Entre los dos patios hay un pedacito de tapial, la escalera lleva a la terraza y hay un baño externo y un lavadero. Utilizo la terraza porque cuelgo ahí la ropa, no hay habitaciones. Desde la terraza se visualiza un pedacito del patio de Alejandro. Ese día estuve más o menos hasta las siete, no vi nada que me llamara la atención, mi nena iba y venía, jugaba con la perra. Ellos tenían un bóxer. Yo no lo escuchaba ladrar a su perro, sí jugaba con una puerta de chapa. Al perro lo veía en la vereda cuando lo sacaban a pasear, no lo veía en el patio. Yo salgo al porch y me quedé ahí, entre el porch y la vereda. No sé quién fue el que me contó, un transeúnte. Yo le pregunto qué pasó y me dijo no sé mucho pero entraron a robar y parece que mataron a la chica. No me aproximé ni entré a la casa. El padre Muratore me dijo que en el entierro de Natalia Alejandro le pidió que vaya a bendecir la casa, y que fue ese día que me avisó a mí porque el lunes se iba a Tierra Santa el padre. Cuando el cura va no había nadie en la casa. No tenía vinculación con ellos más que vecinos. Nunca escuché gritos, peleas, ruidos y ese día tampoco. Hace 17 años vivimos ahí.  Ellos hacen unos 5 o 6 años que vivían ahí. Creo que aun no eran papás. Sé que tienen una niña que se llama J.. Yo charlé con Bertotti más de una vez, como vecino, lo describiría como una persona amable, agradable, de buen trato. Con ella no conversé nunca. Natalia no era dada con el vecindario del barrio, al menos que nos chocáramos no nos saludábamos en cambio con Alejandro sí. Por mi apreciación la relación del matrimonio era buena, por ejemplo, él lavaba el auto y ella le cebaba mates y la nena jugaba en la vereda. Mi garaje está sobre Iturraspe. Mi garaje no colinda con el domicilio de Bertotti. Se le exhibe el croquis obrante a fs. 7, a fin de que marque el patio. Que yo recuerde a mi casa no le sacaron fotos, pero sí entraron policías a mi casa. El tránsito por calle Urquiza es fuerte y particularmente ese día era muy fuerte. Sé que había una chica que limpiaba y estaba con la nena, no sé si era empleada doméstica o niñera. Si no me equivoco al perro lo paseaban con correa. La recuerdo más a ella paseando el perro. Conozco a Mícori, tiene un taller de escapes en frente de mi casa. Ese día no escuché gritos de auxilio; ni a nadie corriendo. Todos los vecinos tienen perros, hay doberman, un bóxer sobre calle Iturraspe, los míos son dos cusquitos y también hay dos salchichas, ese día no escuché ladrar a ningún perro. Desde mi terraza se puede subir a los techos vecinos y los tres techos están conectados, el mío, el de Bertotti y el de Barman, no hay obstáculos en el medio. Asustarme más que por lo que pasó ese día es imposible, por eso con lo del hallazgo de la sevillana no fue tanto el miedo sino dudas de por qué la policía no la encontró antes. Sé que algo cambió en los techos, pero porque me lo comento una vecina, yo no lo vi. Después de esto, todo el mundo tomó más recaudos. Además antes a Barman ya le habían entrado a robar. Desde la terraza de mi casa se ve la ventana del dormitorio de ellos y si te asomas se ve el patio de luz, la cocina, y un pedacito del patio. Hace mucho entraron a robar, pero no a mi casa, estaban en los techos merodeando, y la policía los agarró. En esa cuadra pasan cosas, arrebatos, por ser la zona cerca del sanatorio. Yo en la época del hecho no  trabajaba, hacía más o menos ocho meses que no trabajaba. Creo que ninguna persona allegada a Bertotti o a Vercesi sabía que yo no trabajaba. Con Mícori hablé, pero por lo terrible del hecho, de lo que había pasado. El me comento que Alejandro lo había ido a buscar, él no fue muy explícito porque no estaba bien anímicamente, le dolió mucho, quedó muy triste, no hablaba del tema”.
     35) Nancy de Lourdes Scancella de Barman: “Nunca lo vi a Forti salvo por las fotos que vi posteriormente. Ese día yo no estuve en toda la tarde, estuve en la peluquería con mi hija, cuando me entero estaba en Legacy comprando una polera porque nos íbamos de vacaciones al día siguiente. Me llama mi marido y me dijo que había habido un robo y aparentemente habían matado a la chica. Ver no vi nada, había mucha gente, entré, hablé con mi hijo, después salí, estuve con la mamá, el papá y el hermano de Natalia, que les di sillas y el teléfono de mi escritorio por si lo necesitaban usar. Cuando llegamos de viaje lo vi a él, lo saludamos, le dimos el pésame y él nos agradeció, estaba con el suegro, buscando cosas en la casa. Salimos tipo 7 de la mañana no me acuerdo, demoramos en salir por el miedo, yo no dormí en toda la noche. Aproximadamente a las tres de la mañana escuché ruidos, movimientos, vi y era Alejandro con otras personas, seguro uno más, adelante en un auto que no sé de quién era, fue en un auto que creo que no era el de él, fue acompañado, estuvieron un ratito, entraron  y se fueron. En la entrada dejaron el auto, lo vi porque mi ventana da ahí. Cuando vi que era él, me quedé más tranquila, y no me quedé en la ventana, así que no vi cuando se fueron. Mi hijo estaba en el domicilio cuando pasó el hecho, y mi marido estaba con él, que lo dejó un ratito solo para buscar la camioneta, mis hijos son re-miedosos, en esa época tenía casi doce años, si hubiera escuchado algo mi hijo me hubiera llamado, si hubiesen toreado mis perros que son bastante malos, automáticamente me hubiesen llamado. El no sintió miedo porque no escucho nada. Ellos eran excelentes como vecinos, los dos, él era muy simpático con todo el personal de mi casa, con todos, no nos visitábamos, yo fui alguna vez a agradecerle, él es muy buen profesional, atendió a mi hijo y a mi suegra la hizo caminar. A ella la veíamos con la nena, a mí me gustan los chicos y le hablaba a la nena. Ella era muy callada, estaba afuera jugando con su hija, y yo como conozco a la familia le hablaba. Como vecina, mi casa pega a la casa de ellos, yo escuchaba los ruidos del portón, me acuesto tarde, y los ruidos de la noche son más profundos. Escuchaba los llantos de la nena de recién nacida, o cuando era chica, o por ejemplo los ruidos de la cadena. Maltratos entre ellos nunca escuchaba, era casi envidiable el trato entre ellos, él lavaba el auto y ella le alcanzaba las cosas. Eso es lo que se veía de afuera. En mayo, un sábado de la Mercoláctea, no me acuerdo la fecha, llegué a casa tipo trece treinta, busco a mi hija para ir al supermercado y comer ahí, ese sábado no se hizo asado porque no estaban los hombres, le dije a la señora que se vaya, ella se queda hasta las cuatro, pero le dije que se vaya. Ese día antes de comer en el supermercado me llama Alejandro y me dijo que había estallado un vidrio en mi casa, creía que era el del techo, llego en remis a mi casa, y estaban dos policías en motos, y Alejandro y un fotógrafo, el vidrio de la ventana da al frente al lado de la cochera, del portón, dicen que Codini tiene cámaras y yo nunca supe lo que pasó ese día, no nos sacaron nada, me dio mucho miedo, pusimos cosas de seguridad después de ese día. El me dijo, cuando yo le pregunté, que estaba sentado en la ventana de su casa esperando que lo busquen para bicicletear, y escuchaba ruidos y creía que era mi esposo, pero cuando escuchó el estallido salió y vio a un tipo y él le dijo qué hacés ahí, y el tipo le mostró un arma, le dijo cállate y lo amenazó mientras iba caminando hacia la esquina. Eso es lo que me acuerdo que él me dijo. Yo no sabía que Codini tenia cámaras mirando hacia mi propiedad, me entero cuando me llama la policía a declarar, que yo además no denuncié el hecho, y ahí también me entero que la custodia que tenemos de noche ya desde hace un tiempo son los mismos que los de Codini. No sé bien el horario de la custodia pero creo que es de 8 de la noche a 6 de la mañana. Cada vez que yo los llamaba estaban, pero si estaban los perros yo estaba tranquila. Yo lo vi bajar a Alejandro del auto y entrar ese noche, otro estaba adelante y puede que atrás haya habido alguien. Yo lo vi a Tomatis pero no me acuerdo si cuando cerraron la casa o cuando se bajó del auto. El debe subir a los techos porque una vez Alejandro me contó que tenía a alguien enganchado del Cablevisión. Pero yo no me sentía observada ni nada, a pesar de mi techo de vidrio. Cuando declaré si dije dos personas debe haber sido, ahora no lo recuerdo. El ultimo movimiento posterior al hecho fue cuando sacaron el auto, que ahí lo veo a Alejandro y que lo llevaban y lo vi golpeado en la cara, y escuché que Tomatis cerraba el garaje. No me acuerdo quién sacaba el auto; él iba al lado. En mi casa, del hecho del robo no sacaron nada. Cuando eso pasó no entró nadie a mi casa. Desde afuera, sin ingresar, podrían haber sacado cosas, es un vidrio de 2 metros y de 40 cm de ancho, ahí había una florero, un celular y otras cosas, que se podrían haber sacado. La mesa de acrílico esta siempre apoyada sobre el vidrio que estalló y estaba apenas corrida”.
     36) Paola Beatriz Bustos: “Me presenté en la radio porque estoy cansada de escuchar un montón de cosas sobre mi mamá –Beatriz Mansilla-, entonces con mi familia salimos a aclarar la verdad. Mi mamá fue a limpiar con Gonzalo Cerutti por orden suya. Mi mamá se fue a Francia porque tenía una prima que le pagó todo, la familia Dupraz, que justamente había tenido familia. Mi mamá solamente me contó que le impresionó muchísimo toda la escena, estaba muy dolida, ella limpió, ordenó un poco, llevó ropa que estaba en el baño a mi casa y la lavó. Después fue la policía. Tengo entendido que eran un pantalón, una chaquetilla y una remera. El hermano de mi mamá tenía una carnicería y por eso sabía cómo lavar ropa con sangre. Gonzalo Cerutti llamó por teléfono, no me puedo acordar la hora, pero nueve y cuarto de la noche más o menos, después hubo otro llamado más tarde, once u once y algo para que fuera lo antes posible, lo más pronto posible a limpiar y ella le dijo que iba a ir a primera hora de la mañana. Nosotros le dijimos que a esa hora no, porque Gonzalo le dijo si no podía ir esa noche y nosotros (mi hermana, mi papá y yo) le dijimos que no fuera, que era muy tarde. Mi mamá me comentó de la ropa. Mi mamá me comentó que estaba manchado el pantalón y bastante la chaquetilla. Después fue Gonzalo a retirarla, según lo que tengo entendido. No sé cuándo la fue a retirar. Es la primera vez que mi mamá viaja al exterior. Mi prima Claudia Dupraz vino a pasear para las fiestas y mi mamá ya estaba con carpeta médica en el trabajo. Ella es una prima por parte de crianza porque mi mamá es adoptada. Le preguntó a mi mamá si quería ir como niñera, ella tiene unas mellizas. El pasaporte y pasaje corrieron por parte de Claudia. El pasaporte se hizo en febrero en Buenos Aires. Mi mamá avisa a su trabajo, presenta la renuncia y viaja a Francia el tres de marzo. Una abogada amiga de mi mamá, Itatí Gastaldo, habló con un funcionario judicial y preguntó si podía retirarse del país y le dijeron que podía salir libremente. Tengo dos hijos, el menor tenía ocho meses cuando se fue mi mamá. Cuando vino Claudia Dupraz se quedó un mes y se fue en enero, en febrero se fue  mi mamá, un mes después. A todos los costos los asumió Claudia Dupraz. Yo creo que fue más allá de una cuestión de  trabajo, fue una cuestión de amistad y de agradecimiento. No me consta que le hubiera preguntado a Gonzalo si era necesario algún permiso específico antes de limpiar la sangre. Tengo entendido que la familia Dupraz está muy bien económicamente. También sé que en Europa, específicamente en Francia, es difícil conseguir personas para servicio doméstico. Me dijo mi mamá que cuando estaba limpiando llegó la policía. No sabría decir si se ofreció otra persona para limpiar. El 8 de julio de 2009 vivían en nuestra casa mi mamá, mi papá y mi hermana. Yo hacía unos meses que me había mudado a un departamento. Yo fui a buscar mi nena y me quedé a comer de mi mamá, cuando habló Gonzalo Cerutti por primera vez y cuando llamó por segunda vez yo ya me estaba yendo. Mi papá estaba acostado. En el primer llamado yo también estaba; mi padre no recuerdo si ya había llegado. Con mi mamá nos comunicamos por teléfono, no recuerdo el número porque es larguísimo. Mi teléfono es 426961. Ella llamó el sábado y hoy. Mi mamá llama para saber cómo iba todo porque por Internet seguía el juicio. Se enteraba de todas las noticias, y mi papá me dijo que sabía por los medios que hoy me iban a llamar a declarar como hija de ella. No sé si Gonzalo le dijo por qué era el apuro. Mi mamá fue al baño y encontró la ropa y le dijo a Gonzalo ¿y esto? Y Gonzalo le dijo que había que lavarlo. Me parece que hacía tiempo que mi mamá trabajaba de Gonzalo Cerutti. Iba una vez por semana. Se contactaron a través del trabajo, creo, ella trabajaba en Sachs”.
     37) Sabrina Inés Frutos: “No conozco a Forti. Yo rra muy amiga de Natalia. Con Alejandro tenía una relación cordial, nos conocíamos muy bien, era el esposo de mi amiga. Era amiga íntima de Natalia. Yo estaba en la peluquería y me avisan que había ocurrido algo en la casa de Natalia y me voy hasta la casa de Natalia y ella estaba muerta, había policías y demás. Fuimos parte del secundario juntas y después nos hicimos más amigas. No ingresé a la casa. No llegué a hablar con Alejandro. En el velorio vi a Alejandro, pero no conversamos sobre el hecho. Nunca más lo vi a Alejandro. La conocía desde el secundario, ella era una chica correcta, tranquila, hicimos tres años del secundario desde el 97 hasta el 99, los tres últimos años en el Normal. Éramos amigas del grupo, no amigas íntimas en esa época. A partir del año dos mil o dos mil uno se afianzó la amistad. Yo viví con Natalia toda la etapa del noviazgo con Bertotti, y del matrimonio con él. Se casó a los veinte años ilusionada. Ese año yo estaba en Córdoba, y ella en San Francisco, no tuvimos en esa época un contacto continuo. Sé que Alejandro tenía otra novia y la deja por Natalia, habrán estado siete u ocho meses de novios. Tenían un matrimonio normal. Ella tenía un novio antes pero en ese momento no estaba más de novia, lo conoce a Alejandro en unas sesiones de kinesiología que iba a hacerse al Sanatorio San Justo. Se comienzan a ver en forma in fraganti, podríamos decir, hasta que Alejandro deja a su novia y comienza su noviazgo con Natalia. Los primeros años de matrimonio yo creo que hasta el año dos mil ocho, por lo que ella me contaba y lo que yo veía, era un matrimonio normal, feliz, tenían vida social, se iban de vacaciones, tenían amigos, tenían planes, planearon a su hija, amaban a su hija, los dos. Natalia era una madre de diez, era ordenada, prolija, amaba a su hija. Todo bueno puede decirse. Yo calculo que fue más o menos hasta el año dos mil ocho. El último año Natalia me había comenzado a contar que no amaba más a su esposo, que disfrutaba estar sola con su hija cuando él se iba a pescar o a un congreso. Nunca me contó nada de que sufriera algún tipo de maltrato por parte de él. Últimamente Alejandro había adquirido ese hábito de ir a pescar, antes no iba. Quiero hacer hincapié en eso, ella me dijo que no lo amaba más a Alejandro, pero no me decía por qué. Natalia tenía una relación extra matrimonial. Natalia había tenido un novio en la adolescencia, Leonardo Rostagno, en el año dos mil ocho Leonardo la contacta por una cadena de mails. Ellos tenían un contacto en común y la dirección de Natalia aparece en el mail y Leonardo así la contacta. Y se empiezan a ver a partir del año dos mil ocho. Ella me lo cuenta inmediatamente cuando pasa. No sé si fue simultáneo, pero más o menos. Al comienzo de la relación se veían yo creo que todas las semanas. Yo creo que una vez por semana en la casa quinta de él, en el consultorio de la madre de él o en un hotel alojamiento. Yo los primeros meses de relación la cubrí a Natalia, ella me pedía que apagara el teléfono por si Alejandro me llamaba. Supuestamente ella estaba conmigo si llamaba Alejandro. Yo la cubría. Esto pasaba por la noche, no siempre el mismo día; a las veintiuna o veintidós horas. Al principio de la relación una vez por semana más o menos, creo que después fue menos, también dependía de si Natalia encontraba con quien dejar a su hija J.. Natalia sabía usar la camioneta de su negocio, sino en el auto, en el auto de la familia. No recuerdo pero me parece que ya tenían el Bora, el auto del matrimonio. Él tenía vehículo, en algunas ocasiones ella dejaba el auto frente a la casa de mis padres (yo vivía con ellos todavía) en Pasteur Nº 155 y él la pasaba a buscar. Él tenía un 206. Rostagno era soltero. En algún momento de la relación con Natalia tuvo un noviazgo creo, pero no sé si era algo serio. Siempre vivió con sus padres. Habrá tenido treinta y dos o treinta y tres años, más o menos. Natalia estaba muy enamorada de Rostagno. Él no tenía el mismo sentimiento para con ella que ella para con él, por eso no tenían planes juntos. Él la buscaba cuando quería, no tenía intenciones de que Natalia dejara a su marido para estar con él. Eso era mi apreciación y muchas veces yo le preguntaba a Natalia qué pensaba hacer, y ella me decía que no dejaba a Alejandro porque Rostagno no le daba seguridad de que fuera a estar con ella, de que fuera a permanecer con ella. Después se veían con menos frecuencia, por eso de que él la buscaba cuando quería. Después yo me fui a vivir en pareja y Natalia se empezó a arreglar sola para salir. Ella ya tenía una nueva amiga y salían los jueves a la noche. Era una salida de mujeres, Karina Sánchez era la nueva amiga, una compañera de trabajo de Alejandro. Por lo que yo sabía de boca de Natalia, Alejandro no tenía sospechas, nunca me comentó nada. Ella me comentaba de sus sentimientos, que no estaba enamorada de Alejandro pero no me comentaba nada más. Su intimidad con Alejandro tampoco. Al final nos hablábamos todas las semanas por teléfono, yo ya no participaba de esos encuentros, yo ya no salía con ella. Hasta los comienzos del embarazo yo sé que se seguían viendo. Después no recuerdo bien. Natalia solamente en una oportunidad, para el año que nació J., en el dos mil cinco, me comentaba que tenía unas sospechas de una tal “Adrianita” o “Vivianita” que era secretaria del San Justo pero no sé si era por celos, no sé. Hasta los comienzos del embarazo, sé que se seguían viendo, después no sé si se siguieron viendo. No tengo conocimiento de encuentros. Sí me acuerdo que se mandaban mensajes de texto, que se encontraban en Cau Cau, más o menos para los cuatro meses de embarazo. En realidad la que podía aportar más sobre esto es la amiga que salía con ella, Karina Sánchez. Nati hablaba sobre el embarazo, estaba contenta, lo habían planeado. En el año dos mil ocho tuvo un embarazo que lo perdió. Ya había iniciado su relación con Rostagno. La relación con los padres se llevaba maravillosamente, con sus padres, con sus hermanos, con sus sobrinos. Con sus suegros no tan bien. Al final habían recompuesto un poco la relación, pero no se llevaban tan bien. Me decía que por ejemplo su suegro iba a la casa y si ella no le abría enseguida después hacía el descargo con Alejandro. Que eran metidos, me decía, pero en ese sentido Alejandro la apañaba a ella, no a los padres. Sí apreciaba mucho al hermano de Alejandro y con la abuela materna de Alejandro. Cuando salía Natalia, a la nena la dejaba con Alejandro o con sus padres (abuelos maternos). Nunca me preguntó Alejandro por qué tenía el teléfono apagado. En el año dos mil ocho ella tenía cólicos renales. No me refirió que tuviera otra enfermedad delicada. No tomé conocimiento tampoco que tuviera otra afección de gravedad. Nunca me comentó que tuviera que cuidarse de quedar embarazada tampoco. Sé que cuando perdió el feto lo llevaron a analizar, pero nuna me dijo nada. A Karina Sánchez la vi solamente en oportunidad de celebrar mi cumpleaños en Runa, pero solamente la vi esa noche, y por comentarios de Natalia, nada más. No se terminó la amistad con Natalia con algún resentimiento o encono. Const. Que se arreglaba sola cuando salía quiere decir que no dependía más de mí, yo ya vivía en pareja. En relación al bebé que esperaba, tenia dudas de quién fuera el padre. Tenía dudas de la paternidad, estaba muy intranquila en ese embarazo (del embarazo del año dos mil ocho). Me comentaba que no podía dormir, que estaba muy intranquila, que tenía dudas de quién fuera el padre. No usaba métodos anticonceptivos con Rostagno, por eso tenía dudas. Se comunicaban por llamadas telefónicas, con mensajes y por el Messenger, Alejandro no era muy amigo de la tecnología, por eso ella no tenía miedo de que él le revisara el Messenger. Ella me decía que había perdido la cabeza por Leonardo, estaba muy enamorada. Ella era muy correcta, no era una chica de hacer esas cosas. Recuerdo que para el día del amigo ella me dijo que había dejado el auto frente a mi casa y yo ni estaba en mi casa. Esto fue en el dos mil ocho y por eso estoy segura que fue más de un año que duró esa relación. No recuerdo bien las fechas, sé que fue para abril del dos mil ocho más o menos que se empezó a ver con Rostagno, y ya la relación con Alejandro no andaba bien. Al embarazo lo pierde entre septiembre y octubre de dos mil ocho, yo calculo que habría estado embarazada desde julio más o menos. Sí tenía una niñera que iba por la mañana cuando Natalia trabajaba y la nena la quería mucho. Yo no la conocí. Iba todas las mañanas. Me acuerdo que los sábados a la mañana J. lloraba porque no iba la niñera”.
     38) Karina Vanesa Sánchez, licenciada en kinesiología y fisioterapia: “No conozco a Forti. Sí lo conozco a Bertotti, comencé a trabajar con él en el año 2008 en el Hospital local. Mi marido es Héctor Agustín Villafañe. Nos conocimos cuando empezamos a trabajar en el Hospital, para junio de 2008, cuando se crea el centro de rehabilitación, ahí era un trato laboral. Unos meses después me dice si puedo atenderla a Natalia para la parte de estética corporal. El me la presenta y empezamos a hacernos más amigas, más allá de la cuestión laboral. Ya del centro nos empezamos a reunir con las parejas. Ella iba dos veces por semana y habrán sido más o menos dos meses. Para julio o agosto más o menos, o septiembre, al poquito tiempo de crearse el centro. El primer encuentro fue el de los kinesiólogos: Conti, Bertotti y yo hicimos una reunión que en realidad la organizó Bertotti en la quinta de Vercesi. Ahí nos conocimos las familias de los tres matrimonios. Después hubo otros encuentros a los que iban los otros profesionales, dos o tres encuentros más, ahí ya íbamos al Sport. Después hubo dos o tres encuentros de nuestro matrimonio con Bertotti en su casa y creo que dos encuentros fueron en mi casa, esto a principios de dos mil nueve, el primer encuentro fue en noviembre de dos mil ocho. Surgió una amistad, nos hicimos más amigos, el matrimonio de Bertotti y el nuestro nos hicimos más amigos, el de Conti es a lo mejor un poco mayor y por esa cuestión de edad a lo mejor fue así. Cuando Nati empieza a asistir a mi consultorio, hablamos de que los hombres salían solos, y entonces dijimos pongamos un día para salir nosotras, y pusimos los jueves para salir. Natalia me buscaba en mi casa, pasaba a buscarme e íbamos a Cau-Cau o Bahía. Creo que empezamos a salir con ella a principios del dos mil nueve, cuando volvimos de las vacaciones. En esas salidas solamente estábamos nosotras dos. Solamente una vez vino una amiga mía de Córdoba pero sino siempre estábamos nosotras. Ella nunca me contó de la relación de pareja. Lo que sí me llamaba la atención era que paralelamente a las salidas con ella, ya me estaba haciendo más amiga de Alejandro por la relación laboral, y él me contaba que en su casa tenía problemas. Yo alguna vez le preguntaba a ella y ella me decía que estaba todo bien. Una vez que salimos me contó que ella había salido hacía tiempo con un chico que se llamaba Leo y que ella no sabía cómo había conseguido él su celular. Ella me indicaba ése es Leo o que aquél era el auto pero nada más. Nunca él se vino a sentar ni nada a donde estábamos nosotras. Nunca ella me comentó nada más. Ella sólo me contó que había salido con él y por lo que yo entendí fue en la época del secundario. Ella estaba asombrada porque él había conseguido su celular. Solamente una vez que ella me lee el mensaje, él le había puesto que me dejara en mi casa y después se encontrara con ella. Yo le dije que me dejara en mi casa y que después ella sabría qué hacer. Ella me dice no, cómo voy a hacer esto. Los mensajes se repitieron hasta que ella estaba embarazada. Nosotras dejamos de salir cuando empezó el tema de la gripe a, era ya otoño invierno y ella se cuidaba mucho, entonces no salíamos tanto. Yo fui la última que me incorporé porque volvía de una licencia por maternidad. A Alejandro lo conocía desde unos diez años atrás y de vista yo lo conocía. Empezamos a trabajar, nos hicimos muy amigos, éramos “onda”, todo el grupo tenía muy buena relación. Compartíamos el espacio físico. Con el tiempo él me dice que Natalia quería hacerse el tratamiento. Él me dice gracias a Dios que hizo una amiga para salir, así no me hincha tanto cuando yo salgo. Él ya empezó con algunas frases que a mi me incomodaron al principio, como que él tenía onda conmigo. Esto de entrar en la comparación, porque vos me escuchas, sos una persona sencilla, hablo con vos cosas que ni siquiera con mis amigos lo hago, con vos hablo cosas que hace tiempo no hablo. Eso empezó a incrementarse. Yo le quería hacer ver que él estaba confundiendo sentimientos, porque estaba mal en su matrimonio. Me decía frases como: “Vos no sabés cómo es Natalia; Natalia es mala; no sabés las cosas  que me dice y que me hace Natalia”. Esto me lo dijo varias veces. Como que Natalia nunca estaba conforme con su matrimonio. Yo como amiga lo que hacía era decirle que lo hablara con ella, que tratara de solucionar las cosas. Le dije que a lo mejor era por su estado, ella estaba embarazada, las mujeres nos ponemos irreflexivas. Él me decía que no, que no se podía hablar con ella. Esto pasó más o menos en marzo o abril. Todo rondaba en eso. Yo cuando salía con Natalia le preguntaba pero ella no era de contarme mucho sus cosas. Por eso yo no entendía esto. Si bien hacía poco que salíamos con Natalia, no era de contar mucho. Yo le decía que le preguntaba a Nati y él me decía Natalia a vos no te va a contar nada. A su vez, Alejandro me preguntaba cómo estaba yo con mi matrimonio, y yo le decía que bien. En el último tiempo, un mes o mes y medio antes de la muerte de Nati él me dijo que si yo le daba un poquito de bolilla, él a Natalia la dejaba, y yo le dije que entre nosotros más que amistad no iba a haber. Él tenía esas frases insistentes como si podíamos tener algo, y yo siempre le contesté lo mismo y le decía que conmigo más que una amistad no iba a tener y entonces él después venía y me decía tenés razón, disculpame. Una vez yo estaba en la cocina del Hospital, él entró y cerró la puerta, yo le pedí que la abriera  y me dijo que nos fuéramos a tomar un café afuera del Hospital para hablar en otro lado, y yo le dije que no, que a lo sumo tomáramos un café en el Hospital, como siempre. Ahí él quiere abrazarme y darme un beso. Yo le digo que abriera la puerta y  me dice que le diera un beso sino no la abría y yo le di un beso en la mejilla y le dije que por favor abriera la puerta. Ahí él se enojó y yo le dije que eso le hacía mal a él y nos iba a hacer mal a los dos. Él me decía que yo no era sincera, y que no quería reconocer lo que me pasaba. Yo le dije que yo no quería tener más que una relación de amistad. Esto tiene que haber sido un mes o un mes y medio antes. Todo fue más o menos en la misma época. Después yo le preguntaba y me decía que estaba todo bien, que había hablado con Natalia y que iban a arreglar todo. Después, unas tres semanas antes del hecho, más o menos, él me dijo que había hablado con su padre y con el padre de Natalia y que se iba a separar, y que ellos le dijeron que hiciera las cosas lo más calmo posible. Que su matrimonio no daba para más, ya estaba terminado. Yo después, los últimos días, lo vi mal, él me decía que no daba más, que no aguantaba más, hablaba con un nudo en la garganta. Cuando nos juntábamos, esto no se reflejaba. Si bien se veía que no era una pareja muy afectuosa, tampoco se veía maltrato entre ellos. Sí por ahí me ponía incómoda o me llamaba la atención algún comentario de Nati que me decía “este otro”; “ni loca me caso de nuevo con éste”. Eran cosas que no se decían seriamente. Una vez los hombres decían qué íbamos a ver y ella había sacado los videos y fotos de su casamiento, y ahí surgieron los comentarios “ni loco me caso con éste otra vez”. Mi marido estaba al tanto de todo. También de mi amistad con Bertotti, por supuesto que no de las intenciones de Bertotti, lo que yo le comenté recién cuando pasó todo esto. Mi marido jugaba al pádel en Los Plátanos. Mi marido usa habitualmente un Ford Escort rojo. Mi marido no me comentó nada, que hubiera tenido ningún problema. Se enteró del hecho la misma tarde. Yo me entero por una paciente porque esa misma tarde me había llamado para invitarme para ir el viernes a un cumpleaños de la secretaria de Sinapsis (centro donde yo había estado asistiendo a pedido de Alejandro para trabajar con un pacientito, creo que en mayo), y con motivo del cumpleaños de esta señora para presentarme al grupo. A esa hora estaba una paciente, entre las cinco y seis de la tarde. A la noche me llama la misma paciente y me dijo lo que estaba viendo por la tele. No recuerdo, pero creo que me llamó al celular. Trabajando en el Hospital hacíamos la neurorehabilitación de adultos y comenzaron a ingresar niños. Ahí Alejandro me hace contacto con Córdoba para formarme porque ninguno estaba formado para atender niños. Después él me consiguió esa asistencia en Sinapsis. Cuando hice mi primera declaración creo que Forti ya estaba detenido. En la segunda declaración hice algunas manifestaciones que no había realizado en la primera porque mi marido no estaba al tanto de esas cosas que después manifesté en la segunda declaración. La segunda fue una declaración espontánea. El viernes siguiente al hecho, a la noche, me llama Alejandro para ver si mi marido le conseguía unos clonazepam porque no podía dormir. Yo le dije que pasara a buscarlos, que le iba a decir a Coti (sobrenombre de mi esposo), que los necesitaba. Pasó el sábado y me decía que estaba como podía, que tenía que estar entero por J.. Me decía que estaba preocupado porque le habían retenido el celular y que hacía un tiempo había tenido una charla con unos negros, unos tipos que se sabía cruzar en el Sanatorio San Justo a los que les sabía dar plata, para tenerlos de amigos más que de enemigos. Al mismo tiempo me contó que otro amigo de él que lo había llamado por teléfono, y que la novia le había metido los cuernos, le dijo (quien le hablaba) habría que matarla, y como que Alejandro quiso salir del paso y le dijo “Ma si, sí, habría que matarla”. Esto fue el sábado siguiente al hecho. Yo le dije que a eso se lo tenía que contar a su abogado para que sepa. Estaba mi amiga de Córdoba, no mi marido. Yo antes trabajaba en el Hospital, en la parte de administración. Como administrativa trabajé cuando me vine con un pase de comisión desde Córdoba, pero no recuerdo, creo que fue en dos mil cuatro. En ese momento me faltaban las prácticas para recibirme. Cuando tengo a mi hijo, por un decreto único paso a formar parte del equipo de salud (por ser una empleada administrativa con un título profesional). Hice cursos privados que salieron del bolsillo de mi marido y del mío. En la parte de neurorehabilitación, Bertotti me hizo un contacto para que yo hiciera un curso como oyente que duró más o menos una semana. Neurosinesis es el instituto donde realicé el curso como oyente. Natalia pasaba a buscarme con su auto cuando salíamos, y después me llevaba de regreso a mi casa, y creo que una sola vez utilizamos mi auto. Cuando ella me llevaba a casa pasábamos por Lamadrid, que es donde tiene el domicilio Leo, pero solamente era de paso. Pasábamos por Lamadrid para ver si estaba el auto, si no lo había visto en el centro. Lo de los mensajitos fue mientras ella estaba embarazada. Sí existen cabinas telefónicas frente al Parque Cincuentenario. Alejandro viene a casa uno o dos días antes de que lo detengan y me dice por favor abrime, estaba con la cara desencajada, estaba mi marido, estábamos los tres y me dice que la policía lo quería meter adentro y que si con la verdad no zafo voy a tener que mentir. Si a vos te dicen que conocés a Forti deci que sí. Mi marido le dijo que no lo conocía y él le dijo decí que sí lo conocés. Le dijo decí que lo conocés del fútbol, seguro que te va a ubicar de ahí. Mi marido le dijo quedate tranquilo, que está todo bien. Eso fue dos o tres días antes de la detención. Alejandro también dijo que sospechaban que cada uno andaba con la mujer del otro. Después solos, mi marido dijo que nadie iba a creer que él anduviese con la Nati, pero sí yo con Alejandro porque estábamos todo el día juntos en el Hospital. En el último tiempo, cuando Nati estaba embarazada, Alejandro me decía que la Nati me usaba, que era mala, y me dijo que decía que nosotros salíamos. En una discusión que Nati tuvo con Alejandro, él me dijo que ella le preguntó qué tenía él conmigo y después yo hablé con ella porque me había prestado unas camperitas y no la noté molesta conmigo. Hubo un comentario que habíamos hecho entre mujeres y Natalia se lo había comentado a él. Yo le dije a Alejandro que no le iba a contar a él las cosas que ella hablaba conmigo, con ella salíamos y viceversa y él me dijo pero por qué si vos sos más amiga mía que de ella, y yo le dije que no me iba a meter. Y la pasábamos bien, Nati era una de mis pocas amigas que yo tenía en ese momento. En el velorio él me dijo no pude hacer nada, el otro tenía un revólver. Yo estuve casi toda la noche en el velatorio. Las otras veces que hablé con él no se habló del tema. En el ámbito laboral, era una persona práctica, maneja al dedillo todo, nos asistía y nos ayudaba, era el cabecilla del grupo, él nos organizaba. Yo siempre confié en él, por ahí me quedaban dudas cuando decía que andaba tan mal con Natalia y ella a mí nunca me decía nada; por ahí quizás yo dudaba. Los dos esperaban un varón, ella agarraba a mi varoncito y decía que me contagie que me contagie. Por eso fue muy chocante cuando él me dijo con bronca que venía otra chancleta”.
     39) Marta Daniela Chávez: “Yo trabajé dos años y cuatro meses aproximadamente, más o menos, no recuerdo bien. Yo cumplía horario, empecé a la mañana, pero cuando la nena empezó el jardín iba de 8 a 10 de la mañana y de 3 a 6 de la tarde, pero a lo último con el tema de la gripe a ella me llamaba. Iba de lunes a viernes. El único día que no iba a la tarde era el miércoles porque la nena iba de los abuelos. Los dos eran muy buenas personas, me hacían sentir como de su familia. Yo hacía de niñera y de empleada doméstica. Dos días a la semana me quedaba hasta al mediodía y limpiaba todo. A la tarde hacía de niñera. Los miércoles la nena se iba con los abuelos de parte del papá. No trabajé ningún miércoles a la tarde. Yo estaba en el súper y me avisó mi marido, después fui de mi mamá y me contaron lo que le pasó a Natalia, no me acuerdo a qué hora. Ese día no fui a la casa, sí al día siguiente a la sala velatoria. En la sala sólo lo saludé y él me pidió que lo ayudara con la nena. Esa fue toda la conversación que tuve con él. Después yo estuve unos días enferma, con alergia, dolor de garganta y no fui a trabajar.  Después un día sábado, creo, fui a ver a la nena porque no quería tomar la leche. Después de ese sábado al lunes siguiente empecé a trabajar y tuve que dejar porque no me sentía bien, tenía miedo, se escuchaban muchas cosas, y mi marido viajaba y también tenía miedo, así que decidimos que yo dejara  el trabajo. Empecé a trabajar de niñera y limpiaba un poco en la casa de la mamá de Alejandro después del hecho. Llevaba a la nena a la plaza que queda ahí cerca, íbamos sin el perro. La mañana del hecho trabajé de 10 a 12 me parece. El jueves creo que era feriado y ella ese miércoles me dijo que quizás me llamaba antes, a la tarde por el jueves feriado, porque quizás me daba el viernes. Yo esa mañana no lo vi a Alejandro, porque él se iba antes que yo llegue. La relación era normal, se llevaban bien, yo no escuché que discutieran. Yo de por sí soy una persona muy miedosa, estuve con psicólogas, tenía pánico, se decía que habían entrado a robar y yo tenía miedo que entraran a robar de la mamá también. Yo soy miedosa de por sí. El perro estaba adentro y lo sacábamos al patio a hacer sus necesidades. También cuando íbamos a la vereda con la nena sacábamos al perrito, no era chiquito era alto, pero era buenito por eso digo perrito. Al perro lo sacábamos a la vereda sin correa. Después del hecho no se me dieron recaudos o cuidados especiales o medidas de seguridad para con la nena; íbamos en forma normal a la plaza. Yo escuchaba comentarios, por ejemplo, que había sido el marido. Yo no lo podía creer a eso. Además si habían entrado a robar a la casa y no los habían agarrado tenía miedo que estén sueltos. A mí no me convocaron para limpiar la casa. Habitualmente, en los horarios de trabajo mío, él no estaba en casa. Pero últimamente con esto de la gripe  a yo entraba más tarde y él ya no estaba. Igual yo estuve con los dos, a veces yo iba a las tres de la tarde y él estaba. Tomaba la leche la nena antes de ir al jardín, pero la comida del mediodía se la daba su mama. Yo tenía acceso a las alacenas de la cocina. Nunca se me dijo que podía haber dinero en algún lugar de las alacenas. En el desayunador se guardaban cosas comestibles, masitas, conservas, azúcar, los alfajorcitos para la nena, yo tenia acceso a eso. En el garaje había una caja con la cortadora de césped, mangueras, la bici, pero no recuerdo si había estantes en el garaje, me parece que no. El Dr. Brito solicita que se le exhiban las armas blancas secuestradas en autos a fin de su reconocimiento, y si puede indicar cuáles eran los cuchillos de la casa. A lo que la testigo dijo: Nunca vi navajas ni cortaplumas. Deben haber habido dos cuchillas, y los demás eran los de comer, los serruchitos. Generalmente yo sólo lavaba las tasas, o lo que usaban para desayunar. Viendo los cuchillos, los reconozco a todos menos la sevillana y un tramontina de punta redondeada. Y a los demás sí los reconozco porque Natalia los compraba con una revista, los coleccionaba, no sé si había tantos. Las canillas no eran las comunes, no sé cómo se llaman, era de las nuevas, ésas que se levantan. La canilla de la bacha era monocomando”.
     40) María Carolina Olocco: “No conozco a Forti. A Bertotti lo conozco porque yo era muy amiga de Natalia, también lo conozco porque él le hacia masajes a mi mamá. Conocí a Natalia primero que a él. A ella la conocí en el noventa y siete, que empecé cuarto año, ese año no nos hicimos amigas, ella era muy cerrada. En el noventa y ocho y noventa y nueve sí nos hicimos muy amigas, estábamos todo el día juntas, tomábamos sol, íbamos a la quinta. Nos fuimos juntas a Córdoba, un año. Después  nos volvimos, y las dos estudiamos en el Fasta, pero por la vida nos fuimos alejando un poco después de recibidas. Íbamos a jugar al tenis juntas, ahí ella ya estaba casada, yo la pasaba a buscar por Urquiza. Un día el padre, Víctor,  me dijo que la espere porque ella se estaba haciendo masajes, ella llegó y me dijo “Caro, me enamoré, no sabés lo que es el kinesiólogo, se llama Alejandro Bertotti”, eso fue en el último año del terciario. En la última época nos mandábamos mensajes, o nos llamábamos por teléfono, éramos esas amigas que sin verse uno sabe que siempre están. En la última época,la única oportunidad que yo estuve fue una vez que fui a comer a su casa, cocinó lasagna, estaba J., y él estaba en básquet, llegó mas tarde y después comió. Pero ahí hablamos de la nena, de mi vida, nada más. Ella no tenía un buen carácter, no era muy simpática. Con la gente que ella conocía era muy buena persona, nosotras nos hicimos muy amigas, pero si uno la veía en la calle, ella era muy seria, no tenía buen carácter. En la época del secundario a ella le gustaba Leonardo Rostagno, siempre me hacía pasar por su casa para ver si él estaba, así que nos íbamos hasta la casa de Rostagno. Al principio ella lo llamaba y no le decía quién era, después se fueron conociendo y él también la llamaba. Ella lo buscaba más a él que él a ella. Después tuvo otro novio que era amigo de mi ex novio pero se dejaron porque ella era muy celosa. Y después ella lo conoce a Alejandro Bertotti, y por lo que yo sabía, estaban re-bien, enamorados. La relación con Rostagno no era estable y no sé si en la actualidad se seguía viendo con Rostagno. Del hecho me entero por una amiga del terciario, Karina García, ella me preguntó qué pasó en la casa de la Nati que había policías y vallas, y la llamo a su celular desde el trabajo y después desde mi celular mientras iba a la casa y cuando llego me entero que Natalia había fallecido. No entré a la casa, ahí estaba Sabrina Frutos, nos quedamos un rato y después cada una se fue a su casa, y decidimos ir al otro día a la mañana a la sala velatoria. Llegué y lo vi a Alejandro en una columna y lo abracé llorando y le dije porqué a la Nati, qué pasó, y él me dijo no  sé, no sé. Después fui al cajón y estaba el papá, Víctor, desesperado llorando, me abrazó y me dijo porqué a la flaca; también estaba Rita llorando. Después de que yo estuve toda la mañana en el velatorio no lo vi más a Alejandro. Con Sabrina Frutos fuimos amigas las tres desde los últimos años del secundario. Yo no me veía con Sabrina en los últimos tiempos, siempre decíamos cuándo nos vamos a juntar  y al fin por una cosa y otra no nos juntábamos. Natalia no tenía buen carácter, no era simpática, pero conmigo era excelente persona. Y en relación a la pareja para mi estaban re-bien. Alejandro para mí era muy tranquilo, siempre bien, tenía buen carácter, buen modo con la gente, siempre me saludaba “Que hacés, Carito”. Alejandro le trasmitía paz. Cuando Natalia me había dicho que lo había conocido me había puesto contenta porque sabía por mi mamá que era buena  persona. Yo cuando nació J. la fui a ver al sanatorio, nació con problemitas pero no me acuerdo qué era. Esa noche que fui a comer me contó que había perdido un embarazo, que tenía unos dolores bárbaros, y ahora estaba re-contenta con el embarazo que llevaba. Yo me entero de este último embarazo por Sabrina Frutos. Si bien cada persona puede manifestarse distinto ante la pérdida de un ser querido, lo que a mí me pareció raro fue no ver a Alejandro cerca del cajón, es más, él estaba en otra sala, serio, como ajeno a lo que pasaba. No lo vi mal. Como una persona fría, eso me llamó mucho la atención. Yo no sé si durante el velatorio Alejandro Bertotti estaba medicado”.
     41) Javier Francisco Conti: “No conozco a Forti. Fui compañero de trabajo en el hospital de Bertotti. De antes sólo lo conocía de hola que tal. El 30 de julio de 2008 empezamos a trabajar juntos en el hospital. Teníamos una muy buena relación laboral, lo llegué a apreciar mucho. Era muy responsable en el trabajo. Con el tiempo empezamos a salir los matrimonios. La primera reunión fue en la casa quinta de los suegros de Alejandro, esa vez estuvimos poco porque a mi me entraron a robar y me tuve que ir. Después una vez otra reunión con todo el personal pero creo que Natalia no había ido. Y la ultima reunión fue en la casa de Alejandro que él se había operado la rodilla y fuimos los tres kinesiólogos con sus familias. Había otros kinesiólogos pero eran pasantes transitorios. La primera reunión fue en noviembre del 2008 más o menos. La otra en el 2009, y la última no me acuerdo, cuando se operó la rodilla, en realidad fueron dos en el Sport, una en la casa quinta y otra en su casa. Alejandro era muy reservado en su vida privada. Unas tres o cuatro semanas antes del hecho estaba mal, serio, y cuando yo le pregunté qué te pasa, me dijo medio enojado vos y tu psicología deberías ser psicólogo, yo le dije qué cara que tenés. A los dos días más o menos me dijo como llorando hoy si estoy mal, se le caían las lágrimas. Me dijo con Natalia todo mal; eso me lo dijo espontáneamente. Yo le dije charlando todo se arregla y él se vuelve a enojar, como nervioso me dijo es que vos no sabés lo que pasa. Ahí yo le dije obvio que no sé qué pasa, pero hablando todo se soluciona y él bajo el tono y me dijo sí, es verdad. El a mí no me dijo cuál era el problema con Natalia. Esta conversación fue dos semanas, tres como mucho antes del hecho. Después en otra oportunidad no me acuerdo en qué semana, sí la que fue corta o cual, lo veo mejor  y me dijo sí, que había hablado con Natalia, que habían limado asperezas y que estaban mejor. No le puedo decir la semana, sí la cronología, primero estaban mal, después peor y después mejor porque había hablado con Natalia. Yo soy tío de Leonardo Rostagno, yo me entero por mi padre, antes, que Leonardo salía con una Vercesi que estaba casada. Eso fue antes de empezar a trabajar con Alejandro. Después que empezamos a trabajar él nombraba a una Natalia pero yo no sabía quién era Natalia Vercesi la esposa de Alejandro. Una vez yo estaba comprando en un negocio cerca de Vercesi y Alejandro me mandó un mensaje que decía te estoy observando, yo salgo del negocio y lo veo y ahí estaba el Víctor Vercesi, lo saludo porque lo conocía, y ahí caigo que la mujer era Natalia Vercesi. Cuando lo encuentro una vez a Leo le pregunté si él salía con Natalia Vercesi y me dijo porqué, y yo le dije porque no quiero estar en el medio, al Ale lo quiero y vos sos mi sobrino, y él me dijo que hacía unos meses que no salía más con ella, y para mí fue un alivio. Eso pudo haber sido dos o tres meses después de empezar a trabajar, septiembre más o menos. El día del hecho yo estaba atendiendo en mi consultorio particular por Boero Romano, cerca de las 7 de la tarde suena el teléfono y era Leonardo mi sobrino y me pregunta si lo había visto al Ale, yo le dije sí a la una, él me dice no no, ahora, porque escuché en la radio que había habido dos muertos, o un muerto por Urquiza, si por ahí están ellos y los Barman, llamo al celular de Alejandro, después al hospital y al San Justo, vuelvo a llamar al celular de Alejandro y me atendió su papá y me corrobora lo que pasó, llego al lugar y había mucha gente, yo sabía que Natalia había fallecido porque me lo dijo el papá de Alejandro. Yo fui con mi hija al lugar. Después yo creía que él estaba herido grave. Yo ahí no hablé con Alejandro, veo el auto que sale, pero a él lo veo después en el velatorio. Cuando llego me abraza, me dijo no pude hacer nada, llorisqueando, no me acuerdo haber hablado otra cosa, en ese momento yo no pregunté para que me dé una explicación. En el velatorio hablamos el Dr. Balsa y su señora, yo y Alejandro y vino la mamá de él y dijo por favor que no sabía cómo iban a hacer con la nena pero que le busquen ropita, juguetes. Un sábado o domingo, capaz que el siguiente al hecho, fue a mi casa Alejandro con el hermano, estuvieron media hora mas o menos, charlamos, no se si fue ahí o en otra oportunidad que me dijo que no pudo hacer nada, que cuando se trenzaba con uno el otro le daba para que tenga y cuando se trenzaba con el otro le pegaban también. Cuando se le pregunta que entendía por eso el testigo dijo que lo agarraban de bolsa. Yo no pregunté nada, respeto su forma, él no es de hablar. Me sorprendió que hayan venido, no sé a qué vinieron. Después tuve otro contacto, porque mi hijo va a tenis con J., entre ellos había una amistad, por ahí él venía a buscar a mi hijo. El fue a hablar con nuestro jefe, Giménez, por su cuestión laboral, creo que para el reintegro, y le dijo que la policía le había secuestrado el celular, que se había quedado sin celular, una chica que trabaja con nosotros le prestó uno, compramos una tarjeta, en un momento, en la parte de rehabilitación del gimnasio, me dijo mi error fue haberle prestado plata al hermano de  Forti. Creo que eso fue antes de que se entregara Forti. Se me mezclan dos cosas: yo salgo de trabajar, Alejandro me llama desde ese celular, me dice hablá con el Leo, porque me acabo de enterar que declaró. Yo necesito saber si es cierto lo que declaró y si es cierto que puede ser el padre del hijo que estaba esperando Natalia. Se mezclan dos cosas. Ahí en el hospital tuvimos la conversación referida a Forti. La conversación referida a Rostagno fue telefónica, una hora o una hora y media después, o sea en otro momento distinto al de la conversación sobre Forti. Lo del hospital fue a la mañana y la de Rostagno fue al medio día. Cuando leí mi declaración anterior me di cuenta que no estaban las secuencias correctas: Él se va del abogado y estando en el estudio del abogado, no sé de qué abogado y no sé si desde el estudio del abogado o desde afuera, me llama y me dice que le haga un favor, que le hable al Leo, porque  me dice que en el estudio del abogado se acababa de enterar de lo que había declarado Rostagno, y me dice que por favor lo llame a Rostagno para preguntarle si había alguna posibilidad de que el hijo que estaba esperando Natalia fuera de él. Mi intención era ayudarle, por el aprecio que le tenía, que le tengo. Y me voy a la casa de mi sobrino y le pregunto y él me dice que no quería entorpecer la causa, entonces consultamos con un abogado amigo y nos dijo que dijéramos que no había posibilidad alguna. Eso fue lo que ya me había dicho mi sobrino, que no era posible; yo no le pregunté por qué. Alejandro me había pedido esto que averiguara de mi sobrino, porque si fuera así, en ese supuesto le cambiarían la carátula por crimen pasional y a él eso no le convenía. En ese momento le hablo a Alejandro y le digo que a mí no me gustaba ese lugar, porque yo lo apreciaba mucho pero Leonardo era mi sobrino, y él me dijo que él tampoco había elegido estar en ese lugar, pero que le había tocado. Ahí se terminó todo. Había un noventa y ocho por ciento de posibilidades de que no fuera suyo el hijo me dijo mi sobrino. Yo lo veía a Alejandro triste, cerrado. Llamaba desde la cárcel. Teniendo miedo de que se suicidara, le dije que piense en su hija y que había mucha gente que podía ayudarlo, y él decía que no, que quería que esto terminara. Yo la última vez que lo vi fue antes de que se entregara Forti. Los jueves Leo iba cenar con amigos y Natalia le mandaba mensajitos. Se mandaban mensajitos por el celu, o por mails, se seguían comunicando por mails o por mensajitos de celular. Alejandro no me manifestó que conociera la relación con mi sobrino y con Natalia. Una vez recuerdo que Leo vino a mi consultorio y se encontró con Alejandro, se saludaron bien, normal. Al día siguiente al lunes que Alejandro fue a ver al abogado, el lunes viajó a Córdoba, estuvimos en el hospital y después él me llama. Lo del suicidio fue una cuestión de percepción, no por cosas objetivas. El celular es de una chica, yo le compré la tarjeta creo, estábamos todo el grupo, dentro del hospital hay dos teléfonos públicos, en el barcito. Recuerdo que una vez él pedía monedas para hablar por teléfono. El martes que fue al servicio a hablar con Giménez, de ese teléfono es del que él me llama después, del teléfono que le da Gabriela. Creo que él tenía que empezar un veintisiete lunes y va al servicio un veintiocho martes, faltó el lunes, por comentarios él no estaba en condiciones de volver a trabajar, no sé qué día lo detienen a Alejandro, sé que fue un día de semana. Yo entre Karina y Alejandro nunca percibí nada que no fuera laboral”.
     42) Héctor Agustín Villafañe: “No conozco a Forti. Con Bertotti se hizo una relación de amistad por el trabajo de mi esposa, a través de ella. La relación con Bertotti se fue dando por el grupo de rehabilitación del hospital que organizaban reuniones, algunas con parejas, otras, los del grupo de trabajo solos sin sus parejas. En el 2008 hubo una reunión en la quinta de Vercesi, pero solo los kinesiólogos con sus parejas, y después festejamos fin de año todos, y después hubo una reunión de los kinesiólogos en mi casa y sus parejas, y luego dos reuniones en la casa de Bertotti. Nos fuimos conociendo las parejas, pero entre ellos querían armar un grupo de rehabilitación con Sinapsis, era un proyecto, como acá hay carencias, era para no tener que derivar gente a otros lados, él la impulsa a mi esposa a hacer una capacitación en niños, la capacitación es en Córdoba y algún curso en Rosario, la idea era en Sinapsis o algo paralelo, era un proyecto por la carencia que hay en la ciudad. La primera parte hasta el verano era conocimiento y en la segunda parte mi señora me decía que Bertotti más de una vez  le dijo que estaba mal, estaba depresivo, como que no podía conformar a Natalia, ejemplo con viajes o si él le compraba algo que ella nunca estaba conforme. Hasta el momento que pasó lo de Natalia yo no tenia conocimiento de las intenciones de Alejandro con para mi esposa. Yo solo le dije una vez tené cuidado, porque mi señora no podía corroborar con Natalia lo que Bertotti le decía. Yo le dije tené cuidado, quizás él se está haciendo la víctima para tirarse un lance con vos o porque quiera tenerte mucha confianza para el día de mañana no pagarte los honorarios por tu profesión y especialidad, o sea para hacerte trabajar por dos mangos. Después de que mi señora declara me entero no solo que Bertotti le manifestaba su malestar sino que también tenía intenciones directas para con ella. El vino una siesta a casa, después del suceso de Natalia, creo que un sábado, ellos estaban hablando en el garaje y llego yo y él decía que estaban sospechando de él, que quizás iba a necesitar ayuda  nuestra, que había rumores de que él andaba con mi señora, que había problemas de parejas y que yo también se decía que andaba con Natalia, y que dijese que yo conocía a Forti, si me preguntaban. A él le suena el teléfono y se tuvo que ir medio de urgencia. A Forti no lo conozco ni a ninguno de los hermanos. Cuando yo estaba en Córdoba, Alejandro tuvo una relación con mi hermana, no sé cuánto tiempo, pero lo habré visto dos veces ahí, en la época del noventa. De eso sólo me queda el nombre, pero no había relación. Después lo vuelvo haber cuando yo me instalo acá para poner la farmacia, lo vi, le veía cara conocida, pero nada, y ahí lo saqué por la cara. Pero la relación la tuvimos por el grupo, por las cenas que fuimos teniendo. El compró en la farmacia en una oportunidad, pasó en forma ocasional y preguntó por mi y pidió sildenafil, y en otra oportunidad él me cuenta que estaba pasado de vuelta y que le costaba conciliar el sueño, y fue más que todo un ofrecimiento mío. La droga que le ofrecí se llama clonazepam, yo la tomaba. En otra oportunidad le pregunto y me dijo que la había tomado y que le hacía bárbaro pero que no la tomaba siempre. Después me hace llegar con mi esposa, creo, que necesitaba más porque no podía conciliar el sueño, pero nada más”.

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